San Mamés se puso el traje de gala para rugir como merecía la ocasión. Partido grande, ambiente grande. Necesitaba el Athletic la versión más ardiente de La Catedral para remontar la eliminatoria ante la Roma y el factor ambiental, esta vez, no defraudó a nadie. Después de unos últimos meses de conflicto y reproches entre unos y otros en las gradas, la comunión fue total para proyectar la imagen de una familia unida con el único propósito de llevar en volandas a un equipo que había requerido el cariño de los suyos. Sin excepción de ningún tipo.

No les faltó a los jugadores ese impulso extra que no mete goles, pero sí ayuda a meterlos y a no desfallecer en los momentos más delicados.

Los aficionados animaron como nunca a los leones en el encuentro frente al Roma en San Mamés Borja Guerrero

La tregua firmada entre el club y el grupo Iñigo Cabacas Herri Harmaila (ICHH), uno de los principales dinamizadores de la animación en la grada popular, donde la huelga decretada en noviembre por dicho colectivo había enrarecido el ambiente desde entonces dando pie a una tensión creciente que salpicaba a todo el estadio y que Ernesto Valverde reconoció el pasado domingo que “estresa un poco a los jugadores”, impulsó un ambiente mágico que recordó al de las grandes noches históricas del antiguo y actual San Mamés.

“Con 50.000 gargantas el Athletic es más fuerte”, advirtió un entrenador vizcaino, pero externo al club bilbaino como Jagoba Arrasate tras rascar un empate cuatro días atrás en su visita a Bilbao como técnico del Mallorca. Así fue. Nadie se dejó absolutamente nada con el propósito de tumbar a la Roma en medio de un fantástico ambiente con 50.666 espectadores en el estadio. 

Asistencia a San Mamés

Se registró la séptima mejor asistencia en la historia del nuevo San Mamés y no hubo ninguna fisura a la hora de alentar a los leones. Tenía claro que así sería el presidente Jon Uriarte, quien remarcó en los prolegómenos del choque que “todo el estadio va a animar a muerte al equipo”. “Seguro que lo de la grada de animación se solucionará”, apuntó asimismo el máximo mandatario rojiblanco minutos antes de que las banderas y las bufandas comenzaran a ondear en los fondos, incluida una revitalizada Herri Harmaila que empezó a funcionar mucho antes de que el balón echara a rodar.

Volvieron a escena los bombos, las tareas de speaker y lo agradecieron sobremanera los jugadores, que salieron enchufados desde el pitido inicial con la portería del conjunto romano entre ceja y ceja. Empujó al máximo La Catedral, todo lo que pudo y más, explotando de júbilo por primera vez con la expulsión por roja directa del central alemán Mats Hummels. 

Corría el minuto 11 y el Athletic, con el jugador número doce a su favor en una noche en la que no hubo reivindicaciones de ningún sector hasta una vez finalizado el encuentro, se vio en una doble ventaja numérica que no desaprovechó. Hubo que picar piedra aun así para derrocar el muro defensivo que construyó sobre la marcha Claudio Ranieri en su desesperado intento de sobrevivir a un acoso por tierra, mar y aire que requirió de una buena dosis de paciencia en el bando rojiblanco.

No dejó de rugir pese a las primeras ocasiones de gol erradas la parroquia rojiblanca, que celebró por todo lo alto el zarpazo con el que el menor de los Williams abrió el marcador al filo del descanso. Con el 2-0 de Yuri Berchiche y el 3-0 obra de nuevo de Nico terminó por explotar ‘La Catedral’, que tuvo que dar un último aliento a los leones tras el gol de la Roma en los compases finales de un partido en el que los italianos no lograron sobrevivir al infierno de San Mamés.

Comunión final

Se recuperó la tradicional celebración entre jugadores y Herri Harmaila al término del partido, con el Txoria txori como colofón. Por la gran fiesta que se vivió en las gradas fue cuestionado en sala de prensa Ernesto Valverde, quien destacó que “el ambiente que ha habido en el estadio es una demostración de que si estamos juntos somos más fuertes. Es lo que tenemos que intentar entre todos para ir hacia adelante”.