“Tengo que estar aquí el tiempo que me corresponda, no más, porque no se lo merecería este club”, subrayó el noviembre de 2021. “Hay que ser honrado”, apostilló entonces, cuando las dudas sobre su continuidad en el Athletic comenzaban a aflorar, cuando el cuerpo, castigado por la exigencia de la élite, empezaba a alertar. El dilema de todo futbolista. Cuándo apartarse. Un tormento después de tantos años de plena dedicación. Hay quienes deciden hacerse a un lado en situación de esplendor para ser recordados así, plenos de facultades. Otros estiran las carreras hasta marchitar, hasta alcanzar el decrépito, visitando sin gloria los estadios y facturando hasta el último céntimo que permite el organismo.
Óscar de Marcos (14-IV-1989, Laguardia) es de los primeros, de los que piensan que una retirada a tiempo deja una huella impecable en la memoria, una muestra de dignidad, de honradez para con uno mismo, con el equipo que le hizo triunfar y su afición, que tanto respeto le profiere. A las leyendas, en muchos casos, se las permite decidir cuándo y cómo. Y De Marcos es leyenda del Athletic. Pero también es bien agradecido.
Porque a veces, lo que uno puede sentir no se corresponde con la realidad. De Marcos estira su carrera por atender a la necesidad de un club que le solicitó continuar porque concibe al futbolista como necesario en el proyecto. Para el de Laguardia, seguir es una manera de corresponder a la estrecha relación con la entidad. “Las dudas entran porque conseguimos esa Copa. Era algo por lo que habíamos peleado y nos hacía sentirnos plenos. Cuando supe que Iker (Muniain) no seguía, otra vez empecé a dudar. Cómo me he encontrado deportivamente es lo que me ha empujado a seguir un año. Quiero ayudar al Athletic y sentía que si no iba para adelante me lo podía echar en cara”, declaró al renovar su contrato hasta 2025, al borde de colgar las botas.
Resulta que los años discurren y De Marcos porta el brazalete de capitán por antigüedad, pero sigue sumando sobre el terreno de juego. Pese a que en el Athletic existe la competencia de tres laterales derechos esta temporada, es el que mas ha intervenido en la parcela, con ocho comparecencias tras doce partidos, y es el décimo con mas minutos de la plantilla de Ernesto Valverde, artífice de su continuidad, y el tercer máximo asistente con dos pases de gol. Todo ello bajo en el contexto de un exigente curso con cuatro competiciones en el que las rotaciones están siendo tónica habitual.
Caparros, Bielsa, Ziganda, Berizzo, Garitano, Marcelino y ahora Valverde han depositado su confianza en este polivalente jugador –ha ocupado todas las posiciones excepto la de central y la de portero a lo largo de su carrera– que el 10 de julio de 2009 a cambio de 350.000 euros abonados al Alavés se convirtió en león para marcar una época. No en vano, este jueves, en la cita europea contra el Slavia Praga, De Marcos podría equipararse a Txetxu Rojo como el tercer jugador con más partidos en la historia del Athletic. De tener minutos alcanzaría los 541 encuentros de Rojo I, y quedarían por encima Iker Muniain (560) y José Ángel Iribar (614). En el ámbito de las competiciones europeas, solo Markel Susaeta (75) mejora su cifra de 67 partidos.
La hoja curricular de De Marcos muestra 540 partidos con 38 goles y 62 asistencias en 16 temporadas de rojiblanco, que se suman a los 20 encuentros con el Alavés, donde anotó tres tantos. De esos 540 como león, 415 se corresponden a la liga, con 25 goles y 45 asistencias, dominio en el que es superado por Muniain (434) e Iribar (466); en Copa ha disputado 51 duelos, con 3 goles y 7 asistencias; en la Supercopa de España, 7 partidos con 2 goles; en UEFA o Europa League, 44 partidos, con 6 goles y 6 asistencias; en Champions League, 6 partidos, y en clasificatorias para la Europa League o la Champions, 17 partidos, con 2 goles y 3 asistencias. Números privilegiados, como atestigua la historia del Athletic, que mayor valor adquieren cuando además se trata de una persona que padece daltonismo.
La figura de De Marcos transciende de sus actuaciones sobre el césped. Sus valores están por encima incluso de su faceta futbolística. El último ejemplo se dio en el Olímpico de Roma, cuando se dirigió a integrantes de Herri Norte para reprobar el lanzamiento de bengalas en una imagen icónica por lo poco veces vista. Aquello lo pudo observar cualquiera, pero De Marcos es de los que se manejan en la sombra, alejado de los focos motivado por experiencias vitales como su viaje a África en 2010. “África me ha quitado de un guantazo toda la burbuja protectora, toda tontería, toda fama”, detalló en su autobiografía Togo, donde lejos de querer alimentar su ego difundió humanidad.
Aquello le impulsó a tomar parte de forma activa en la sociedad. Comenzó a frecuentar el área de oncología infantil del Hospital de Cruces para tratar de alegrar las terribles estancias. “Son cosas que me gusta mantener en secreto, porque si las cuentas pierden valor, parece que las haces para que te lo reconozcan los demás”, manifestó después de que una persona revelara en las redes sociales estas altruistas visitas de De Marcos.
Un recogepelotas del Numancia llamado Arturo Hernández publicó en Twitter: “Después de dos temporadas como recogepelotas hoy me he encontrado con el futbolista más educado. De Marcos me ha dado las gracias por cada balón. Gracias a ti, Óscar”. Gestos que han agrandado la figura. Marcelo Bielsa, en su llegada al Leeds, ensalzó sus valores como ejemplo para una capitanía. Más adelante, durante su visita a San Mamés con Uruguay, expresó: “Está en esa ubicación de grandes jugadores. Es una de las mejores personas que conozco en el fútbol”. Óscar de Marcos, incombustible dentro y fuera del campo.