La anterior temporada de Aitor Paredes se resume en una frase: todo lo que podía salir bien, salió mejor. Era su segundo año en el Athletic y las circunstancias alteraron por completo cualquier previsión: de figurar como el cuarto central de la plantilla, pasó de golpe y porrazo a asumir un papel que, en principio no le correspondía. Lo jugó prácticamente todo, supo adaptarse a la exigencia brindando un comportamiento propio de alguien curtido no siéndolo. Así se erigió en una de las revelaciones del equipo. Su aportación fue básica para que el Athletic ofreciese una imagen compacta y no acusara la precariedad que afectó a la demarcación que ocupa, agravada por los problemas físicos de Yeray Álvarez.

De cara a lo que viene, cuenta Paredes con un bagaje que ni él mismo podía imaginar hace doce meses. Terminó la campaña como segundo futbolista con más minutos de competición, por detrás únicamente de su compañero de línea, Dani Vivian. Este acumuló 3.492 y él, 3.306, al intervenir en cuarenta compromisos, en 37 actuando de inicio. Una evolución impresionante si se repara en la estadística del ejercicio previo: 876 minutos y nueve titularidades. La suya hay que calificarla como una progresión forzosa, dado que Ernesto Valverde no disponía de otras alternativas, lo cual concede mayor mérito aún a este proceso de consolidación en la máxima categoría.

Fruto de la respuesta que brindó, en marzo, un mes antes de que cumpliese los 24 años, el club se apresuró a modificar su vínculo, que finalizaba en junio de 2025. Firmó una ampliación del contrato hasta 2029. Un premio merecido que se enmarca en una política orientada a asegurar la estabilidad de la base del plantel a medio plazo y que implica a un buen puñado de sus compañeros. Un caso similar sería el de Beñat Prados, que no partía como un asiduo en las alineaciones ni mucho menos y sin embargo se ganó a pulso el reconocimiento general y un acuerdo para continuar vistiendo de rojiblanco hasta 2031.

A fecha de hoy, el centrocampista y el defensa serían los últimos exponentes de la pujanza de Lezama, la prueba fehaciente de que merece la pena apostar por los valores formados en la cantera. Y acaso, esta línea debería explorarse más a menudo y sin que mediase la necesidad, como sucedió con ambos, que hallaron un hueco por falta de personal en condiciones de figurar en las alineaciones.

En adelante, la situación de Paredes pudiera cambiar algo en el supuesto de que Yeray logre estar apto con asiduidad y Vivian sea capaz de mantener el listón donde lo ha ido colocando desde que debutase en la campaña 21-22. Cualquiera de los enumerados aspira al puesto con legitimidad, por lo que la elección dependerá del criterio del entrenador cada vez que diseñe el once, así como de factores inherentes al día a día: lesiones y tarjetas.

A este trío se suma definitivamente Unai Egiluz, de 22 años, que sube del filial. Fue incluido en una serie de convocatorias el año anterior, pero se limitó a participar en un encuentro nada más. Egiluz gozará de más oportunidades porque las habrá también para los tres hombres que le anteceden en el escalafón. El motivo es obvio: un calendario más extenso y duro por la frecuencia de partidos que provoca la Europa League durante el otoño y en invierno, la Copa y la Supercopa.

No hay indicios de que vaya a llegar otro central. Al revés, el club ha dado a entender, a través de Mikel González, que con estos cuatro jugadores el tema queda zanjado. Una decisión que Valverde no contradijo en su comparecencia ante la prensa, si bien utilizó el comodín de que el mercado permanece abierto hasta septiembre. Lejos queda ya aquella reflexión donde el técnico planteaba que había que valorar seriamente acometer una incorporación. Al referirse a la escasez de centrales, dijo: “nos ha salido bien, pero normalmente no suele salir bien. Es mucho riesgo”.

De confirmarse que la nómina acoge al cuarteto mencionado, habrá que confiar en que la fortuna sonría al equipo un año más y en que Egiluz, cuando se requieran sus servicios, pueda seguir la estela de Paredes y se amolde con naturalidad a la categoría. Igual que antes hicieron Vivian o Yeray. Lo cierto es que el proceso de asentamiento de los últimos centrales que han ascendido al primer equipo ha estado cortado por el patrón de la eficiencia. Y la celeridad.