Aquel celebrado aprobado general que en ocasiones el profesor de escuela concedía como gesto de buena voluntad, aplicado a la temporada del Athletic recién acabada se convertiría en un sobresaliente general. Con la particularidad añadida de que la valoración se ajustaría al comportamiento de la plantilla de Ernesto Valverde en el global de los partidos oficiales disputados, sin necesidad de tirar de generosidad. Una nota de la que muchos jugadores deben legítimamente sentirse partícipes, aunque obedezca en gran medida a la aportación de los más utilizados.
Además de que entre los considerados titulares ninguno flojease de manera llamativa, la mayoría fue capaz de elevar sus prestaciones en relación al curso anterior. El hecho de que descendiese la presencia media de quienes formaron la denominada alineación tipo, el bloque que fácilmente reconoce el aficionado, ayudaría a entender este avance. Una distribución más equitativa de los esfuerzos favorece el rendimiento a lo largo de un examen que constó de 46 compromisos, sumadas la liga y la Copa. Cuestión que, seguro, el técnico tendrá muy en cuenta de cara a la próxima campaña. Así lo aconseja una agenda más densa y extensa por culpa de la Europa League y la Supercopa.
En la temporada 2022-23 hubo hasta siete futbolistas de campo con tres mil o más minutos de competición en las piernas; en la recién acabada, solo cuatro alcanzaron dicho registro y uno fue el portero. El dato resulta elocuente. Y entre los más asiduos, la palma se la llevaron los centrales: la pareja Vivian y Paredes figura en la cúspide del ránking de minutos jugados. A su estela, uno que siempre destaca en este apartado: Iñaki Williams, pese a que se ausentó un mes por la Copa de África. Y el mencionado Simón, que ha intervenido en cinco encuentros más.
En la lista siguen varios titulares del año pasado, como De Marcos, Nico Williams, Sancet o Yuri, todos con menos partidos, pero hay novedades. Al ya aludido Paredes se sumaron los Guruzeta (con mil minutos más de competición), el polivalente Lekue, clavando las cifras de Yuri, y dos que vinieron en verano, Galarreta y Prados.
El caso de Lekue posee su miga: acumuló un millar más de minutos gracias a su disponibilidad y una polivalencia que le hizo aparecer hasta en tres demarcaciones. De Marcos y Yuri tuvieron un repuesto permanente cuya utilidad no está a prueba. Por la dificultad que entraña partir de suplente y responder en 33 encuentros, Lekue merece figurar entre los destacados.
Otro de los aspectos más curiosos afectaría a los centrocampistas y estaría conectado a las sensaciones que de algún modo chocan con los números. Del perfecto encaje de Galarreta en la sala de máquinas en su retorno a casa, cabe deducir que apenas ha faltado, que ha sido un director de orquesta omnipresente. Sin embargo, la realidad dice que ha intervenido de inicio en 28 de los 46 encuentros. El detalle, en absoluto rebaja su calificación, pero resulta que Prados, desaparecido hasta que en diciembre el entrenador le puso en su sitio ante la falta de efectivos, a la chita callando fue titular en 23 ocasiones.
En lo referido a la línea de medios, un intocable como Mikel Vesga quedó en un segundo plano: pasó de 3.222 minutos a 1.818. Más pronunciada fue la bajada de Dani García, mientras que Herrera sumó más minutos que un año antes, lo que no era difícil, pero con una incidencia de nuevo relativa. Unai Gómez, en proceso de adaptación a la categoría, se quedó muy próximo al veterano.
CUATRO CAMBIOS
Por minutos de competición, el once tipo acogió a Simón; De Marcos, Vivian, Paredes, Yuri o Lekue; Galarreta, Prados; Iñaki Williams, Sancet, Nico Williams; Guruzeta. Por tanto, se cayeron del escalón más alto Yeray, Vesga, Berenguer y Muniain. El primero, muy condicionado por las lesiones, cumplió en un año que podría considerarse como de transición; el medio zurdo arrancó como fijo, entró en la enfermería y no volvió a recuperar el sitio; Berenguer asomó en 41 partidos, el que más, pero se le computaron casi mil minutos menos; y Muniain vio cómo se agudizaba la tendencia declinante ya apuntada previamente.
A la hora de adjudicar la excelencia, el asunto se complica. Por exceso. Al contrario que en años anteriores, cuando los que sobresalían del resto eran fácilmente identificables. Habiendo varios candidatos firmes, por delante de todos se ha de colocar a Simón, decisivo e inspirador para el grupo, un muro para los rivales; e Iñaki Williams, que ha vivido su año mágico, brillando como nunca, sobre todo en la primera mitad del ejercicio y en la banda. Vivian y Paredes optaron a mención honorífica, sus altibajos serían peccata minuta frente a la disponibilidad, compenetración y eficacia de que hicieron gala para admiración de propios y extraños.
Del pequeño de los Williams decir que asumió el rol diferencial, sin acusar en demasía el exhaustivo seguimiento mediático por mostrarse en el escaparate internacional. A veces, ser estrella tan joven pasa factura. Insistir en que Galarreta desbordó las expectativas y, pese a que desde navidades empezó a notar el desgaste físico, fue clave en una propuesta exageradamente dinámica. Qué decir de Guruzeta, cuyo sacrificio entre líneas hubiese pasado más desapercibido de no colarse en el exclusivo club de los grandes artilleros de la categoría. Dos jugadores en uno.
La irregularidad ha ensombrecido un tanto la campaña de Sancet, más vigilado cada jornada porque su peso específico en el equipo no admite discusión. Cuando tiene el balón, todo es posible. También mención para Prados, quien atesorando múltiples e interesantes cualidades se tuvo que abrir paso en un contexto adverso que le abocaba a la intrascendencia.
En un tono más discreto se movieron De Marcos, que ha acabado al alza; era mucho pedir que volviese a lucir pues venía de firmar una campaña increíble. También Berenguer, con más gol que juego, disperso en su incesante entrar y salir, pero con mucho impacto en una serie de partidos; y Yuri, acaso algo coartado por la pujanza de Nico en el costado y perseguido por las lesiones, con distintos episodios infortunados de principio a fin.