Si había alguna duda, la afición del Athletic ya es patrimonio del planeta fútbol. Lo sucedido el jueves en las dos márgenes de la ría, con más de un millón de aficionados rojiblancos durante horas para acompañar durante unos segundos al equipo campeón de Copa ha traspasado fronteras. La comunión entre hinchada y jugadores fue total, reflejada perfectamente en los discursos en la balconada del Ayuntamiento y del Palacio Foral, o dos días antes en la kalejira improvisada de los pupilos de Ernesto Valverde. Una semana de celebraciones tras levantar el ansiado título hace casi siete días en la noche de Sevilla. La resaca emocional y de otra índole más festiva es importante en el personal. A muchos les ha costado volver a la rutina. Así qué decir de lo que estarán viviendo los protagonistas de todo este desfase colectivo.

Los jugadores, que este viernes han vuelto al trabajo en Lezama, ya se han quitado la losa de traer la Copa a casa. También los aficionados. Los que nacieron después del 84, porque ya se han quitado el gusanillo de vivir lo que sus mayores les habían contado, y los veteranos, porque ya se pueden ir a la tumba tranquilos (que nadie se enfade, es una forma de hablar) después de ver de nuevo surcar la ría la mítica embarcación. Cuarenta años después, la gabarra ha demostrado que está en plenas condiciones de repetir la subida por la ría en el futuro. Con un billete para la Europa League garantizado y con el equipo quinto en LaLiga, a dos puntos del Atlético de Madrid, los rojiblancos tienen ocho jornadas por delante para pelear por una plaza de Champions. El rendimiento del Athletic en lo que va de curso en el campeonato de la regularidad (el torneo que los entrenadores inciden en resaltar que es el que te da de comer) invita al optimismo. Está por ver si los leones demuestran esa ambición que sobre el campo ahoga a sus rivales, o se dejan llevar hasta final de mayo.

La primera prueba para ver cómo afronta el Athletic el regreso a la realidad de LaLiga tendrá lugar este domingo. Con el Villarreal de Marcelino García Toral como invitado al homenaje de San Mames a los campeones, con pasillo de honor incluido del submarino amarillo a los rojiblancos portando la Copa, los pupilos de Valverde afrontan un duelo exigente. Sobre el verde no habrá ya espacio para los cánticos y la juerga. Seguro que Txingurri incidirá en las próximas horas en el vestuario sobre la importancia de bajar de la nube.

A la espera de ver cómo está físicamente el personal tras los efluvios de la Copa, es probable que Valverde introduzca algunas novedades en el once titular para recibir al Villarreal. Unai Simón es seguro que entrará en lugar de Julen Agirrezabala -menuda pareja de porteros que tiene a su disposición el técnico-. Yuri Berchiche acabó tocado la final e Iñigo Ruiz de Galarreta es baja por acumulación de tarjetas. Algunas caras nuevas y oxígeno para un equipo que afronta las últimas ocho fechas del curso sin nada que perder y con los deberes hechos. La Champions sería matrícula de honor.