Si hay algo que une a sevillanos y vizcainos es su gusto por trasnochar. Sin embargo, aunque a algunos ayer se les juntó el crepúsculo con la madrugada, hoy amanecieron a horas decentes para disfrutar de las maravillas de la ciudad hispalense antes de la final. Que no todos los días se puede lucir en territorio ajeno y con tanto orgullo la camiseta del Athletic.

Presumir del rojiblanco es el objetivo de la remesa de los aficionados que ya están en Sevilla –las autoridades andaluzas esperan la llegada de unos 60.000, lo que supone incrementar en casi un 10% la población de la ciudad, sin contar con los aficionados del Mallorca– y, por ello, casi ninguno se quita la bufanda. Aunque ya estén a 26 grados y eso que aún no ha deslumbrado el sol.

La primera parada ineludible para los seguidores de los leones es el parque de María Luisa y su famosa Plaza de España. En concreto, el lugar venerado y por lo tanto más retratado es el banco dedicado a Bizkaia, que destaca para los athleticzales del resto de cerámicas inspiradas en las otras provincias estatales. El arte en azulejos. Finiquitada la foto obligada sentados en el banco toca mirar hacia arriba. Al cielo que no termina de despejar y que hoy incluso estará más cubierto. Y es que La Giralda se impone en el horizonte sevillano con sus 104 metros de altura, que se superan sin subir ni una sola escalera. 40 pisos de rampas desde donde se pueden atisbar La Cartuja y hasta escuchar ya el pitido inicial de la final.

Pero aún queda tiempo para ello y para que los seguidores rojiblancos puedan disfrutar del emblema de una ciudad con numerosos Patrimonios mundiales. Como es el caso de la Catedral que la preside. Un monumento gótico que primero fue mezquita, después se hizo cristiana y ahora es el epicentro de uno de los cascos antiguos más extensos de Europa. Un punto de encuentro entre intrincadas callejuelas, en el que da igual en qué creas porque más de uno rezará ahí por llevarse por fin la Copa rumbo a Bilbao, donde espera la gabarra.

Tampoco puedes llegar al Athletic Hiria, al corazón de la fiesta athleticzale hasta que La Cartuja abra sus puertas y empiece a respirarse por fin el perfume de la final (y esperemos que después el de la victoria), sin haber disfrutado del Real Alcázar, un palacete que guarda siglos de historia, que fue hogar de monarcas y reyes y que esconde unos jardines perfectos para soñar con la victoria. Y, para los que echen de menos la ría, está el Guadalquivir, custodiado por la Torre del Oro.

Pero si algo hay en Sevilla es guasa y ganas de pasarlo bien. De comer sus ibéricos, su salmorejo y su pringá. De devorar sus frituras de mar y abrazar esa cultura del tapeo que a la afición athleticzale le termina de enamorar. Para ello el mejor lugar es Triana, ese barrio flamenco y alfarero del otro lado del Guadalquivir, que no solo ofrece una panorámica de la Sevilla monumental, sino que además se abre a los seguidores rojiblancos con sus bares con solera, su rebujito fresquito y unas cañas que, aunque más pequeñas que por el norte, siempre llaman a pedir una más.

Este es el recorrido escogido por la remesa rojiblanca que ya está en la acogedora capital andaluza de los 60.000 athleticzales que se esperan. Un trayecto de historia, cultura y pimple. Pero cuidado con lo último y, sino, que la Macarena os guíe.