Cuando uno vuelve a Mendizorrotza, incluso en los días previos, le resulta imposible olvidar aquel ingenioso cántico que los aficionados babazorros coreaban en Dortmund, donde sufrieron la más dolorosa de las derrotas en la final de la UEFA ante el Liverpool, decidida por esa gracia llamada gol de oro; tan injusta que solo tuvo diez años de recorrido. “¿Dónde están los leones, los leones dónde están?”, se preguntaba la siempre animosa hinchada alavesista. Aunque hayan pasado tantos como 22 años de aquella inolvidable final, y 20 desde que un doblete de Joseba Etxeberria y los goles de Fran Yeste e Ismael Urzaiz firmaran el que hasta anoche era el último triunfo rojiblanco en Mendizorrotza, los leones siguen aquí; vivitos y coleando. Nunca se fueron. En un partido jugado de manera muy seria, de esos de equipo grande, como así dice la clasificación actualmente, con el Athletic en puestos de Champions, los pupilos de Ernesto Valverde se llevaron los tres puntos del derbi, el segundo del curso, y pusieron fin a una mala racha de siete encuentros sin ganar en Gasteiz.
Cierto es que al Athletic le llegó el gol antes que el buen juego, ahogado en el inicio por una gran presión del Alavés, que incomodó en exceso a la pareja de centrocampistas, una dupla, la formada por Mikel Vesga e Iñigo Ruiz de Galarreta, sobre la que Ernesto Valverde está cimentando el Athletic del presente y de seguir así, también el del futuro, al menos a corto plazo. Ambos se asociaron para fabricar el primer gol, obra de un inspiradísimo Iñaki Williams. Jugó rápido Ruiz de Galarreta, quien controló con la zurda y encontró con la diestra a Vesga, dos toques, para que este le dejara en el mano a mano ante Antonio Sivera, al que superó con facilidad, tras un pase de calidad al espacio.
El conjunto rojiblanco se creció tras un primer cuarto de hora de dudas, de controles imprecisos y pases que se perdían en la nada. Y como quiera que si de algo ha pecado en estas últimas temporadas ha sido de puntería, para qué desaprovechar la oportunidad una vez que se adelantó en el marcador. El Athletic jugó como un equipo grande, de manera muy seria, sin apenas conceder ocasiones a su rival y, cuando lo hizo, solo en el tramo final y ante un equipo volcado, apareció Unai Simón, excelente en este inicio de temporada. Es pronto, sí, pero al conjunto rojiblanco le acompañan las sensaciones y, lo que es más importante, también los resultados.
Por primera vez en la temporada, en la sexta jornada, Valverde se dio el gusto de repetir alineación. Un hecho habitual, especialmente en el inicio de cada campaña, pero imposibilitado por las lesiones. Poco le importó al técnico volver a apostar por la pareja de centrales formada por Dani Vivian y Aitor Paredes, dejando de nuevo a Yeray Álvarez en el banquillo. Txingurri apeló a la máxima que dice que no hay que tocar lo que funciona. Y si ante el Cádiz la fórmula dio réditos, por qué tocar nada en Mendizorrotza.
Pese a las lógicas dudas que pueda generar jugar con una dupla de centrales que entre los dos apenas suman tres campañas en la élite, no puede pasarse por alto que los resultados con ellos son más que positivos. De hecho, por tercera salida consecutiva en liga, el Athletic no encajó gol, como así sucedió también en El Sadar y en el campo del Mallorca. Además, a esas tres porterías en blanco habría que agregar la del pasado sábado contra el Cádiz en San Mamés, lo que deja un balance de cuatro partidos sin encajar en las seis primeras jornadas de liga. Aquí están los leones.
La cifra: 271
Fueron los minutos que necesitó el Athletic para volver a marcar un gol en el estadio de Mendizorrotza, donde hasta ayer había visto puerta por última vez gracias a Raúl García en la temporada 2019-20. El navarró marcó en el minuto 17 de aquel encuentro y tras dos partidos sin marcar, Iñaki Williams acabó con la sequía.