Superadas las dudas del inicio del campeonato con un acopio de puntos que ha traído cierta calma, el Athletic recibe a un Cádiz que parece haber alcanzado mayor fiabilidad. Un rival que, al margen de las simpatías que despierta, más por la personalidad de su afición que por su propuesta futbolística, anuncia batalla. En la tabla figura con números casi idénticos a los que poseen los rojiblancos y no se debe a la benevolencia del calendario. En su cuarta campaña en la categoría tras el último ascenso emite síntomas propios de un conjunto asentado, menos vulnerable que el Cádiz de hace un año, del que se aprovechó el Athletic para engordar su estadística realizadora, con un global de ocho goles a favor y uno en contra.

Ernesto Valverde se apresuró a pasar página. Aquello pertenece al pasado y en absoluto va a influir en lo que suceda este mediodía, vino a decir, no sin antes recordar que las dos visitas previas de los andaluces se saldaron con sendos reveses. Desde la óptica del Athletic, el compromiso se plantea como una oportunidad para ir estableciendo un radical cambio de tendencia en San Mamés. Durante el curso previo se dejaron escapar treinta puntos. Cifra excesiva, inasumible para un candidato a plaza europea.

Así se catalogó a sí mismo el equipo entonces y el criterio mantiene su vigencia, por lo que esta clase de citas reclaman seguridad y eficacia en sus niveles máximos. Ganar a rivales modestos resulta clave en la hora del recuento, allá por el mes de mayo. Con más razón en casa, marco de una victoria concluyente a costa del Betis que nadie ha olvidado porque exigió un esfuerzo supremo para levantar un inquietante 0-2.

Para la ocasión, Valverde efectuará algún retoque de salida. La indisponibilidad de Nico Williams, aquejado de una dolencia muscular, ya le obliga a escoger una pieza de ataque. Eludió el técnico pronunciarse, como era de esperar, y mencionó diversas alternativas. Hasta cuatro, si bien Muniain y Berenguer serían quienes parten con opciones reales para ubicarse en la banda izquierda, siendo jugadores de características dispares. El segundo sí posee los fundamentos propios de un extremo, mientras que el capitán no es muy amigo de pisar la línea de cal, prefiere moverse a su aire por la franja central.

La presencia en la alineación de Adu Ares se antoja remota, más que nada porque todavía no se ha estrenado en la competición. Y la cuarta opción, “algún otro”, obliga a un ejercicio de imaginación del que, en todo caso, saldrían Unai Gómez o Imanol. Mover a otro hombre de la demarcación que se le ha asignado hasta la fecha entraña más riesgos que certezas. Así que lo normal sería apostar por Muniain, que actuó ahí frente al Madrid, o Berenguer, que lo ha hecho en varias jornadas, eso sí, siempre saliendo del banquillo.

Otro cambio previsible de salida está conectado con el regreso a la convocatoria de De Marcos. La recuperación del veterano, que ha faltado en dos partidos, implicará el paso de Lekue a la suplencia. Y queda por conocer la decisión en torno a Yeray Álvarez, por fin con el alta médica en la mano. El central no está descartado para ser titular. Valverde despachó el asunto con un enigmático “veremos”, para valorar a continuación el buen rendimiento de la pareja de centrales de que ha dispuesto: Vivian-Paredes.

Lo cierto es que, entre pitos y flautas, Yeray acumula muchos meses fuera de circulación. Se perdió los cuatro encuentros que cerraron la liga anterior y volvió a ingresar en la enfermería el día que participó en su primer amistoso estival. Lleva una serie de sesiones con el grupo y seguro que Valverde está deseoso de darle minutos ante el Cádiz. Es una mera cuestión de jerarquía lo que impulsará la integración del futbolista destinado a liderar la zaga después de la salida de Iñigo Martínez.

Eso sí, por encima de la identidad de los protagonistas planea la relevancia de unos puntos necesarios para orientar adecuadamente la temporada. Sin medias tintas: derrotar al Cádiz asoma como una obligación.