Tal cual es la plantilla salta a la vista la existencia de un problema en la defensa. La cuenta sale fácil: hace un año había cuatro centrales específicos y ahora se mantienen solo tres, con la particularidad de que el ausente destacaba sobre el resto en términos de calidad y eficacia. Como Yeray lleva años acreditando su valía y se presume que en adelante conservará la condición de titular, en realidad el nuevo panorama en la zaga afecta básicamente a Vivian y Paredes. Ambos mejoran su lugar en el escalafón, lo cual se traduce automáticamente en un aumento de las probabilidades de jugar.

Adelantan un puesto en la jerarquía: hoy Vivian sería el segundo central y Paredes, el tercero en una lista que no terminaría ahí. Sobre el papel existe un cuarto candidato a la demarcación de central, aunque no lo sea ni por sus características ni por su propio deseo. Nolaskoain se siente más cómodo jugando en la zona ancha que cerca de su área. Es cierto que tiene planta de marcador, pero si está etiquetado de tal es por pura conveniencia de los encargados de la composición de la plantilla. Admitido que no es de recibo afrontar una temporada completa únicamente con tres centrales en nómina, se le adjudica dicho rol a alguien y listo.

A Paredes le preguntaron ayer por estas cuestiones que le afectan de lleno y no tuvo reparo en afirmar que con tres centrales era “suficiente”; eso sí, matizó, siempre y cuando “estemos todos disponibles”. Ya, claro. El problema radica en que lesiones y sanciones constituyen el pan nuestro de cada día en el fútbol de élite. Mira por dónde ya en el mismo comienzo de la campaña el marco ideal al que Paredes hacía referencia no se da: Yeray todavía no se ha recuperado de la lesión que sufrió el año anterior y continúa de baja.

De hecho, lo que le ha permitido a Paredes gozar de cierta presencia en partidos oficiales (este domingo alcanzará los veinte) es una irrupción en las alineaciones motivada por las urgencias del entrenador. De entrada, Valverde apenas le concedió ratitos y de repente se vio en la tesitura de incluirle en el once inicial porque no había más alternativas y eso significaba que le había llegado el turno. Y ahí sigue de momento, engordando su estadística a una velocidad que ni él podía imaginar debido a la lesión de un compañero de línea, a que él ya estaba en el grupo desde antes y a que en el plantel no ha aterrizado nadie que le pueda hacer sombra.

De estas reflexiones no se debe deducir el cuestionamiento de la valía de Paredes. No se duda de que reúna las cualidades necesarias para participar a este nivel o, dentro de un plazo prudencial, acaso esté para pelear por el puesto con cualquiera. Se trata de precisar cuál es el principal desencadenante de la experiencia que está viviendo. Si está alargando el pleno de minutos de que disfrutó en las seis jornadas que cerraron la anterior edición liguera, con las dos que han abierto la vigente, la clave no es otra que los contratiempos ajenos.

La forma de entrar en contacto con la competición en la máxima categoría no se suele elegir; la que le ha tocado a Paredes, aunque no sea la más deseable, es muy habitual. Y pese a ello, le ha pillado a contrapié, pues viene de una pretemporada “rara” y ayer confesó que lo está notando, que los partidos se le están haciendo demasiado largos.