La única ocasión en que Félix Ugarriza cantó en un escenario delante de público el Himno del Athletic fue con motivo de la celebración del centenario del club. Uno de los actos centrales del aniversario, junto a los conciertos de Joaquín Achúcarro y de Ainhoa Arteta o el partido amistoso que enfrentó a los rojiblancos con la selección de Brasil, fue el espectáculo que ofreció Luciano Pavarotti en San Mamés, acompañado de la Sinfónica de Bilbao y de la Coral de Bilbao. La presencia del italiano llenó el campo y estuvo en un tris de suspenderse por culpa de la lluvia que estuvo arreciando desde días antes. Pavarotti, quien en la rueda de prensa que dio la víspera había manifestado el respeto que le infundía actuar aquel 25 de abril de 1998 porque decía comprender la significación que encerraba el acontecimiento (dijo que antes de dedicarse al canto había sido futbolista), expuso claramente sus reticencias por las adversas condiciones meteorológicas. Temía Pavarotti que pudiesen producirse problemas técnicos por el efecto del agua, pero el diluvio cesó unos minutos antes de la hora prevista para el inicio del concierto y todo discurrió como la seda. A modo de complemento del espectáculo brindado por el divo, se interpretó el himno rojiblanco. Con la orgullosa batuta de Carmelo Bernaola al mando, Ugarriza entonó el tema y posteriormente, en la zona habilitada para los camerinos, recibió el que acaso fuera el mayor halago de su vida: “Hermosa voz”, le dijo Pavarotti mientras le daba una palmadita en la espalda.