El Athletic se halla ante la gran oportunidad de depender de sí mismo para volver a Europa. La victoria sobre el Valencia no es el único requisito que haría realidad el acceso a esa posición de privilegio que hasta la fecha le ha estado vedada, pero sí condición casi indispensable. Además, necesita que 24 horas más tarde le favorezca el resultado de La Cerámica, donde el Villarreal recibe al Sevilla. Como en esta cita nada tiene que decir, al menos debe resolver la suya y así, en la peor de las hipótesis, seguiría igual, a un solo punto del objetivo. Los de Marcelino García disponen de cuatro jornadas para adelantar al conjunto dirigido por Unai Emery. Fácil no lo va a poner porque tras brillar en el escaparate continental, la posibilidad de limitarse a jugar liga y Copa el próximo año se antoja un lujo excesivo para el submarinoamarillo.

Son ya tres meses, desde la vigésimo tercera jornada, con el Athletic clavado en el octavo puesto. Durante este tiempo la distancia con el séptimo ha ido oscilando. Hubo momentos en que pareció inalcanzable y solo en dos oportunidades ha estado a un paso. La primera es agua pasada; la presente coincide con la fase definitiva de la competición y obedece a que encadenó dos triunfos (Cádiz y Atlético de Madrid), mientras el Villarreal soñaba con cargarse al Liverpool, que este pasado martes le bajó a tierra sin contemplaciones.

La cosa es que hoy, a la hora del café, intentará el Athletic resolver la parte que le toca en un esprint que hoy posee el formato de un cara a cara, pero que aún podría implicar a algún otro equipo. La dificultad que entraña derrotar al Valencia se percibe desde varios ángulos. De entrada está la entidad del adversario, la personalidad que exhibió la tropa de José Bordalás en cruces anteriores, un espíritu guerrero que le valió para liquidarlos con victoria o empates. El apartado estadístico tampoco anima: aunque cueste entender la razón, está demostrado que es un problema ganar dos veces seguidas como anfitrión y, por otra parte, el Athletic no lo hace en tres jornadas ligueras seguidas desde noviembre de 2019, con Gaizka Garitano en el banquillo.

Concretar la relatividad de los argumentos expuestos es la tarea que se impone el Athletic. En su mano está minimizarla y a ello saldrá, presumiblemente con los hombres que actuaron de salida ante el cuadro de Simeone, que son: Simón; De Marcos, Yeray, Iñigo Martínez, Yuri; Nico Williams, Dani García, Vesga, Muniain; Raúl García e Iñaki Williams. Ninguna pista dejó Marcelino en su comparecencia de ayer, pero no es muy propenso a los cambios, menos si el resultado previo fue bueno. En la lista, anotar un par de novedades: Agirrezabala releva a Ezkieta y se incorpora Villalibre, que ha pasado casi tres semanas en la enfermería. El resto, repite.

Al margen de cómo incida la fortuna en los lances más delicados, aquellos que normalmente rondan las áreas, en realidad el factor clave del Athletic-Valencia descansa en la actitud que muestren. Dicho de una manera sencilla: si el Athletic entra con todo y coloca el listón de la exigencia a la altura que lo puso en su último partido, cuesta imaginar que el visitante se le equipare y le aguante el pulso. Acaso en el inicio, con el personal fresco y la charla del vestuario aún muy presente, el Valencia replique y resulte duro de pelar; pero con el correr del cronómetro le resultará difícil plasmar y sostener esa versión áspera que, por ejemplo, le distinguió en las semifinales de Copa. En suma, interesaría que un espectador ajeno a lo que esta tarde se cuece en La Catedral captase rápido que al Athletic le va la vida en el duelo.