En la nómina del primer equipo del Athletic aparecen veinticinco hombres, a los que cabría sumar cuatro que pertenecen al filial y han asomado en alguno de los 34 compromisos celebrados en liga, Copa y Supercopa. Extraer la alineación tipo de un grupo tan numeroso no es tarea sencilla, pues habría alguna demarcación abierta, a la que optarían dos hombres. Lo apropiado sería hablar de la existencia de doce o trece que podrían considerarse titulares en la pizarra de Marcelino en el supuesto de que todos estuviesen disponibles. Esto arroja un cupo de suplentes superior a la mitad de la plantilla, entre los cuales figuran varios que merecen una estimación a la altura de aquellos que gozan de la vitola de fijos o indiscutibles. En este apartado es obligado mencionar a Mikel Balenziaga, Iñigo Lekue y Mikel Vesga, un trío que se ha revelado básico en los planes del entrenador.

Es notorio que hay otros suplentes que asimismo acreditan desde el verano una aportación interesante, gente que acaba de irrumpir en la élite como Vivian, Nico Williams, Zarraga o Agirrezabala. Lo de Lekue, Vesga y Balenziaga es distinto. Su denominador común sería que han cubierto un largo período en la plantilla. Sus edades oscilan entre los 28 años de los dos primeros y los 34 del tercero. Este último es el único de los tres que sabe lo que significa ser intocable en el Athletic, aunque perdió dicho privilegio hace ya un lustro. Desde entonces, al igual que Lekue o Vesga se ha visto en la tesitura de esperar su oportunidad, relegado por la competencia.

Tal era el punto de partida de los tres en pretemporada: otros compañeros les aventajaban en las preferencias de Marcelino. Sin embargo, por circunstancias les ha tocado asumir una significativa cuota de protagonismo. Y su respuesta ha sido notable, para satisfacción propia y del responsable, que ha encontrado en ellos alternativas de entidad para favorecer el funcionamiento del bloque. No se trata de una experiencia novedosa para ellos, al menos en el caso de los dos defensas, pero lo cierto es que ha ocurrido así y se ha vuelto a comprobar la importancia de contar con jugadores curtidos, preparados para cuando se les necesita, con una mentalidad que les permite gestionar con naturalidad cualquier escenario. Cumplen bajo el foco y en un segundo plano.

Balenziaga ya tuvo un papel relevante a lo largo del ejercicio anterior y en el presente, a falta de once encuentros, ya firma unas estadísticas similares. Entonces actuó en 28 partidos y ahora lleva uno menos; ha pasado de 21 titularidades a 23 con prácticamente idéntico registro de minutos: 2008 y 2002. Si hace un año casi se equiparó a Yuri, en este le aventaja claramente. El de Zarautz fue baja hasta enero, a causa de una intervención y posteriores complicaciones físicas, tiempo en que Balenziaga no se apeó del once. Luego, mientras Yuri adquiere ritmo de competición se han repartido los minutos de manera bastante equitativa.

La vivencia de Lekue podría catalogarse de muy sorprendente, dado que venía de completar una temporada muy discreta, con 8 titularidades y un millar escaso de minutos, y eran cuatro los aspirantes al puesto de lateral derecho. En esa lista, su puesto era el tercero, precedido por Capa y De Marcos, mientras que el fichado Petxarroman constituía una incógnita. Bueno, pues una plaga de lesiones le brindó la posibilidad de entrar y tan bien lo hizo que Marcelino le concedió 17 partidos consecutivos. A veces le ubicó en la banda opuesta para dar respiro a Balenziaga. Desde enero, De Marcos ha tenido mayor continuidad, pero Lekue acumula siete titularidades más. En su tarjeta aparecen 24 y 2.107 minutos. Curiosamente, a mitad de calendario se le atribuyó un bajón en el rendimiento, juicio que reflejaría el trato discriminatorio del que son objeto determinados integrantes de la plantilla. Un análisis objetivo revelaría que en realidad pocos jugadores han merecido nota alta con la asiduidad de Lekue.

También está escarmentado en este sentido Vesga, a menudo diana fácil de las críticas, sin reparar en la dificultad añadida que entraña carecer de continuidad. Es el típico futbolista que a la chita callando alcanza una participación que no desmerece de la de los titulares. Por algo será. El año pasado fue el undécimo del plantel en minutos (2.243 repartidos en 39 citas) y hoy acumula 1.266 en 29. Diez de sus trece titularidades son posteriores a las navidades y ha sido inamovible en los seis compromisos más recientes, dando un gran nivel.