"HA sido la peor noche de mi vida". Así de contundente se mostró Alex Remiro después del encuentro de ida de LaLiga Santander disputado entre el Athletic y la Real Sociedad en el Reale Arena. El guardameta txuri-urdin fue protagonista: primero por celebrar efusivo la expulsión de Iñigo Martínez, como si de un gol se tratase, lo que alimentó la aversión de la parroquia bilbaina, que no perdona su salida hacia Zubieta tras renunciar a la renovación de contrato con el club bilbaino, y menos aún gestos como aquel; después regresó a la primera plana por un grave error en un intento de despeje de un disparo a balón parado que propició el gol de Iker Muniain y, en consecuencia, el empate a uno definitivo. El arquero se sumió en el llanto, abatido. En el envite de vuelta celebrado en San Mamés, los focos se centraban en Remiro, que por primera vez jugaba contra su exequipo en una Catedral con público, que aprovechó para lanzar improperios al portero cada vez que tocaba el balón. Pese a ello, el guardameta de Cascante no se intimidó, jugó en corto cada pelota, buscando una salida limpia para la elaboración del juego visitante. Incluso, se mostró retador con el esférico entre los pies, aguardando a la presión de los leones para iniciar jugadas.

Las mejores imágenes del Athletic - Real Sociedad. Fotos: Pablo Viñas

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El destino tenía reservado unos minutos de gloria para el arquero de Cascante, con posibilidad de redimirse de la tragedia de Donostia. El alicantino Juan Martínez Munuera, en colaboración con Mateu Lahoz, responsable del VAR, decretó penalti por una mano de David Silva. Iker Muniain, autor de los dos únicos goles desde los once metros del Athletic esta temporada después de cinco ejecuciones, fue el responsable del lanzamiento. Remiro adivinó la intención y atajó la pena máxima. El guardameta se sacudía de algún modo el pasado. Respondía al graderío con hechos. Parecía surgir el héroe del partido, al menos, era el héroe hasta ese momento. Pero una nueva pesadilla se cernía sobre su figura. Comenzó a llover.El Athletic tenía reservado un torrente, un chaparrón ofensivo, una oda al empuje y la ambición ante una inofensiva Real, que miraba de reojo al duelo de la Europa League del próximo jueves. En el minuto 62 Marcelino García Torals. Reemplazó a Raúl García, que vivía bajo la amenaza de una expulsión tras ser amonestado en la premura del minuto 5, por Oihan Sancet Y el chaval de 21 años, de nuevo, hizo diabluras.

Sancet es esa clase de jugador que cuando atrapa el balón suceden cosas, cosas interesantes. Tras los cambios llegaron los goles. Tuvo influencia en tres de los cuatro anotados por el Athletic en el derbi ante la Real, en un 4-0 que no sucedía desde 1959, con la generación de Los once aldeanos. Marcó el 2-0 de volea tras la salida de un córner botado por Muniain, tercer máximo asistente de LaLiga, con siete pases de gol, tras Karim Benzema y Óscar Trejo, con nueve. "Al gol le pongo de nota un siete", dijo Oihan para Movistar, donde catalogó la noche de "histórica, para el recuerdo".

El excelso repertorio de Sancet siguió engalanando el derbi y martillando a Remiro. El atacante inició la jugada del tercer tanto controlando un balón con el pecho de espaldas a la portería de la Real, se giró, midió el tiempo y dejó en situación favorable a Alex Berenguer, quien con la ventaja concedida asistió a Iñaki Williams para que anotara empujando la pelota a portería vacía. Con su ubicuidad y espacios alrededor, Sancet hizo de La Catedral Mató moviéndose entre líneas, con grandes dotes tácticas y visión de juego.En el cuarto tanto de la noche, el ocho Dejó un balón al espacio, en profundidad, para que Muniain congelara el 4-0 en el luminoso. Con estas acciones, Sancet sigue cobrando trascendencia en la plantilla. Ha tenido incidencia en nueve de los últimos dieciséis goles del Athletic en liga, gracias a sus seis tantos y tres asistencias. El delantero de Iruñea es el máximo goleador del equipo junto a Iñaki Williams. El de Sancet será uno de los rostros que quedarán grabados en la mente de un Remiro que coqueteó con la redención pero que terminó nuevamente desconsolado. La revolución de Sancet abanderó la "histórica" goleada.

El iruindarra volvió a exhibir su repertorio, plagado de bondades como la ubicuidad, el remate, el pase, el control o el manejo de los tiempos

Sancet saltó al campo en el minuto 62, en lugar de un Raúl García expuesto al riesgo de una expulsión, y transformó el partido