A cita del domingo en Mendizorrotza tiene un aliciente extra por la presencia de José Luis Mendilibar en el banquillo local. En poco más de una semana de trabajo no cabe pedir milagros a ningún técnico, no ya en materia de resultados sino en la plasmación de sus directrices.

Como él mismo declaró, trae bajo el brazo la concepción de juego que inspiró al Eibar durante las seis temporadas que estuvo en Ipurua. Quiere que la plantilla del Alavés crea a pies juntillas en el método que propugna. Admite que aún es pronto para que el equipo “sea lo atrevido que a mí me gustaría”, no obstante el estreno ante la Real Sociedad le dejó satisfecho. Asegura que vio “la idea que quiero”. Después de una semana entera de trabajo, se supone que frente al Athletic se apreciará un avance en este sentido.

Fue llamativo, que no extraño, ver cómo el pasado domingo el cuadro babazorro adelantaba líneas y presionaba la salida de la Real. Mendilibar había dejado claro a sus hombres que era una consigna innegociable, la premisa a partir de la cual buscar la victoria. Estos intentaron complacerle desde el comienzo y a ratos con éxito, si bien afloraron desajustes lógicos que el rival aprovechó para hacer daño, cobrar ventaja en el marcador y disponer de alguna situación propicia para sentenciar. Ese afán por ubicar la defensa en el medio campo es uno de los aspectos que el Athletic deberá gestionar y para ello cuenta con gente veloz, idónea para explotar los espacios que dejará a su espalda una zaga contundente en el cuerpo a cuerpo, pero que no se distingue por la velocidad.

Robar arriba, abrir a banda y colgar centros constituye el nuevo abecé del Alavés. Mendilibar ha pedido más calma para aprovechar los turnos de posesión. No pretende un fútbol muy elaborado porque no cuenta con el personal apropiado, se conforma con evitar rifar la pelota, como sucedió ante la Real en bastantes momentos, porque de lo contrario será complicado conectar en condiciones con Joselu, autor de diez de los dieciséis goles logrados hasta la fecha. La extrema dependencia del ariete, muy eficaz en el juego aéreo, es una de las claves que Marcelino y sus colaboradores analizarán a fondo. Aislar al gallego equivale a neutralizar las ansias ofensivas del Alavés, que recupera a varias piezas para recibir al Athletic: Pacheco, Sivera y Pina.

Se esperan más novedades en el 4-4-2 de Mendilibar. Acaso asomen Jason y Escalante, dos adquisiciones interesantes. Procedentes del Valencia y Lazio, el segundo es un viejo conocido del entrenador, centrocampista de gran despliegue que recibió la llamada del calcio gracias a sus buenos años en el Eibar. Jason es un recurso para la banda derecha, buen pasador, a veces ha ejercido de lateral avanzado, pero es unos metros más arriba donde se siente a gusto. Ambos están casi inéditos desde el verano, pero poseen oficio y, por descontado, ganas de reivindicarse en su nuevo destino.

de capa caída

El último triunfo del Alavés fue a costa del colista Levante el 6 de noviembre. Luego encadenó dos empates y cuatro derrotas, registros que precipitaron el despido de Javi Calleja. La citada racha siguió a lo que se interpretó como el definitivo despegue: en cinco jornadas consecutivas sumó once puntos, casi la totalidad de los que posee en la actualidad. El pronunciado bajón ha colocado al equipo en posición de descenso, solo por delante del Cádiz, con dos puntos menos, y el Levante, que no eludirá el descenso ni con un milagro. La pelea del Alavés será con el Elche, un Getafe que ha revivido de la mano de Quique Sánchez Flores y el Mallorca, que hoy le saca cuatro puntos. Osasuna y Granada, más desahogados, tampoco pueden descuidarse.

Mendilibar quería volver a la actividad antes de que la temporada concluyese y ha aceptado una misión compleja. Era consciente de que quien llamase a su puerta a estas alturas del calendario no lo haría para pedirle la conquista de una plaza en la Europa League. La duda razonable estriba en si la mitad del campeonato le concederá suficiente margen para enderezar un rumbo errático. Si de aquí a mayo insuflará a su tropa la valentía precisa, el convencimiento de que como mínimo hay tres peores en la categoría. Recordar que en la campaña anterior, el Alavés ya experimentó las consecuencias del miedo al descalabro. Al final fue decimosexto, a cuatro puntos de la frontera que conduce al escalón inferior. Es obvio que el vigente panorama guarda un notable parecido con el pasado más reciente, pero ha llegado Mendilibar para ahuyentar los fantasmas.