ás que autocrítica, que por lo visto en la noche del viernes en el Ciutat de València no ha servido para mucho, al Athletic le toca hacer una profunda reflexión. Es el momento de hincarle el diente a lo sucedido en los dos últimos partidos. Analizar al detalle las decisiones adoptadas por Marcelino García Toral y el resto de miembros de su cuerpo técnico, pero también lo realizado por los futbolistas sobre el terreno de juego, primero en San Mamés y más recientemente en Orriols.

El entrenador asturiano hizo tres cambios con respecto al duelo ante el Cádiz, si bien dos de ellos fueron el regreso al once de Iñigo Martínez y Unai Vencedor, titularísimos para Marcelino. El otro, fue la entrada de Raúl García en lugar de Oihan Sancet. Así, mantuvo la apuesta por Alex Berenguer, inédito de cara a gol este curso y a años luz del rendimiento que ofreció la pasada campaña. No acabó el choque el navarro, algo que no es nuevo, y quien más y mejor respondió saliendo desde el banquillo fue, curiosamente, el que sobre el papel debería ser su sustituto: Nico Williams.

El hermano pequeño de Iñaki pide a gritos más minutos. El viernes no reemplazó a Berenguer, pues lo hizo Oier Zarraga instantes antes, pero su entrada fue un soplo de aire fresco para un equipo plano, sin ideas y que en más de una hora de juego no había inquietado más que en una única ocasión a Dani Cárdenas. Lo hizo, al poco de arrancar el encuentro, con un testarazo de Iñigo Martínez en una jugada ensayada que no encontró portería por poco. Hubo que esperar hasta el minuto 69 para que, por fin, el Athletic hiciera trabajar al guardameta Granota. Cómo no, fue el menor de los Williams quien ejecutó ese primer disparo a portería.

Fue un primer aviso, al que le siguieron otros dos. El más claro, el segundo, cuando tras una muy buena jugada personal en la que dejó sentados a dos rivales, no pudo superar en el mano a mano a Cárdenas. El tercer intento fue un disparo que se marchó bastante alejado. El peligro del Athletic nació y murió en las botas del joven futbolista, cuya suplencia pudo deberse a que jugó el martes con la selección española sub'21 y no completó más que dos entrenamientos en Lezama, el del miércoles y el del jueves. De lo contrario, resulta difícil de entender cómo no fue de la partida desde el inicio. Más aún tras su gran segunda parte en el choque ante el Cádiz, donde fue de los pocos jugadores que se libró de la quema.

Nico Williams juega desvergonzado, sin temor a encarar y a regatear. Le importa bien poco fallar, porque sigue una y otra vez. Cabezón. En el buen sentido, claro. Esa alegría en el juego, algo que brilla por su ausencia en este Athletic, en el que impera el orden, es, sin duda, su gran baza. En el debe, por ponerle un pero, que aún no ha repartido ninguna asistencia y que tampoco ha marcado gol.

Algo ha visto en él Marcelino, quien le ha dado minutos en los trece encuentros disputados esta temporada, aunque solo ha sido titular en dos partidos. Después de debutar en el tramo final de la pasada campaña, en la que participó en dos ratos, este curso suma 386 minutos. Su rendimiento en los tramos sueltos de partido en los que se le ha dado la alternativa han sido merecedores de una mayor continuidad. Lo pide a gritos. Veremos si el técnico atiende las demandas del joven extremo.

Morcillo, superado

En el lado opuesto al menor de los Williams, al menos a día de hoy, se encuentra Jon Morcillo. El atacante ha visto cómo en lo que va de temporada sus participaciones han decrecido sustancialmente, hasta el punto de que solo ha participado en cinco encuentros, en los que suma unos pobres 39 minutos. No solo Nico Williams le ha adelantado en el orden de preferencias, además de Iker Muniain y Alex Berenguer, también Nico Serrano.