Habrá quien lo considere un partido trampa, como sucede en casos concretos en cada temporada; hay quien lo lee como un encuentro que el Athletic debe ganar sí o sí por la entidad del rival; hay quien echa mano de la estadística y esta dice que el Mallorca ha coleccionado derrotas en sus últimas seis comparecencias en Bilbao, una de ellas ante el Bilbao Athletic en Segunda División; hay quien cree que los partidos no se ganan sin bajarse del autobús... Y después está la opinión del entrenador, que suele ser más pragmática, se entiende que más analítica y que se hace a modo proteccionista, porque no le toca vender humo.
Marcelino García Toral es fiel a su papel. Se pone la coraza. Por ello reclamó en su comparecencia de ayer humildad y respeto al rival, términos que mencionó en un par de ocasiones. Lo cierto es que el Athletic no se puede fiar del Mallorca, un conjunto que ha entrado con buen pie en su rentrée con la Primera División, probablemente apoyado en la dinámica ganadora del curso pasado en la categoría de plata, un matiz en el que puso el acento el entrenador rojiblanco, al que, visto lo visto, se le escapa pocos datos de sus rivales. Ayer recordó uno sobre el Mallorca, que no ha hincado la rodilla en las tres jornadas y que incluso tiene más puntos que los leones, la liga anterior en Segunda, en la que solo perdió ocho encuentros en 42 jornadas.
El Athletic, que ha disfrutado de un tranquilo parón gracias a su victoria en Balaídos dos semanas atrás, también presume de la misma condición de invicto que el conjunto de Luis García Plaza. Es una realidad que habla bien de los dos equipos, aunque es el rojiblanco es el que más presión soporta esta noche. No en vano, juega en San Mamés y lo vuelve a hacer ante su público, en esta ocasión empujado por 5.500 espectadores más respecto al estreno pos pandemia frente al Barça. El aforo, a tenor de la normativa vasca, solo se ha ampliado en un 10%, al pasar del 20% al 30% máximo permitido, pero menos da una piedra. Serán 16.000 las gargantas que se darán cita en La Catedral, que se entienden determinantes para que el Athletic encadene por fin dos triunfos consecutivos en liga, un hecho que aún no se ha dado en la etapa de Marcelino, y propicie que su cotización suba en la competición de la regularidad, que es la que da de comer. Como se sabe, regresar a Europa es el gran objetivo, aunque en ocasiones se diga con la boca pequeña.
Quedan muy pocas cosas por inventar en el fútbol, que, como se conoce, es nido de tópicos. Uno de ellos dice que lo importante es sumar de tres en tres, que de las sensaciones no se vive si no se traducen en victorias. Por ello, el Athletic necesita sacar su mejor versión, la que ofreció ante el Barça en tres cuartas partes y la que sacó también en Vigo en varias fases de su choque ante el Celta. Marcelino, por tanto, no cambiará su plan ante el conjunto bermellón. Recurrirá al mismo once de las dos últimas jornada una vez que los convocados por las diferentes selecciones han regresado sin problemas físicos, con la única variación obligada de la presencia de Raúl García en el once en el lugar de Oihan Sancet, que causa baja debido a las molestias de rodilla que se produjo en Balaídos. El de Mendillorri se cae de la convocatoria, lo mismo que Julen Agirrezabala, que vuelve para competir mañana con el Bilbao Athletic en León, en tanto que regresan De Marcos, ya recuperado de su dolencia; y Jokin Ezkieta, que ocupa la vacante de Agirrezabala; al mismo tiempo que la otra novedad la protagoniza la presencia de Nico Serrano que, a priori, no jugará con el filial.
Una fórmula que confía sea exitosa ante un Mallorca que se presenta en San Mamés con Ruiz de Galarreta, un exleón, y la dupla atacante formada por los cedidos Kubo, del Real Madrid, y Fer Niño, del Villarreal.