Han pasado quince días desde que el Athletic anunciase el acuerdo con el Mirandés e Iñigo Vicente para proceder a su cesión, la segunda del delantero vizcaino a dicho club. Eso ha sido todo. La total ausencia de noticias en el capítulo de las bajas preside la actualidad rojiblanca a un mes del arranque de la competición, una situación que al margen de incómoda a título personal para los afectados y para todo el vestuario, lleva camino de convertirse en un problema serio. En cuestión de horas, está previsto que el primer equipo se desplace a Suiza para efectuar una concentración e intervenir en tres partidos amistosos, pero es improbable que se registren novedades antes de que el avión despegue de Loiu. La perspectiva apunta a que de producirse movimientos será más adelante, a partir de que el mercado, de momento sin apenas pulso, se anime un poco, aunque hay diversos factores internos que complican mucho las salidas señaladas por los responsables deportivos del Athletic.

La intención de deshacerse de jugadores obedece a un argumento objetivo, pues la plantilla resulta exageradamente amplia, incluso para afrontar la etapa de preparación estival. Pero además, el aligeramiento del vestuario no es un tema menor por cuanto se trata de una petición expresa de Marcelino García, quien fue muy elocuente al término de la campaña anterior. Sin embargo, el pasado día 7 pudieron haberse reunido hasta 33 hombres en la primera sesión de trabajo en las instalaciones de Lezama, pues tal es el número que sale de computar la gente que ya pertenecía al grupo y los jóvenes que se han incorporado para la pretemporada. No fue así debido a un cúmulo de ausencias forzosas, la mayoría por pegas de índole física, pero los 33 siguen integrados en el proyecto mientras los hechos no lo desmientan.

Lo cierto es que la complicación que supone manejar un grupo tan desproporcionado no se ha manifestado en la práctica debido a las consecuencias del parte médico y a que los compromisos internacionales de Unai Simón no han acabado aún. Hasta cabría afirmar que esta realidad le ha venido bien a Marcelino para organizar sus sesiones. Sin embargo, que haya podido dirigir a menos de 25 futbolistas en la primera semana es algo coyuntural y también se ha de considerar que sus identidades en varios casos no coinciden con las que él tiene en mente de cara al inicio de la liga.

Sin entrar a valorar la voluntad de los hombres sobre los que Marcelino ha puesto una cruz, los dos obstáculos principales para consumar los descartes son las fichas y las lesiones. Los clubes que pudieran mostrar deseo de captar el excedente del Athletic se mueven en unos parámetros económicos bastante más modestos. Dicho de otra manera, ni queriendo están capacitados para hacerse cargo de los sueldos que se estilan en Bilbao. Encima, juguetean con las urgencias del Athletic remitiendo ofertas más que a la baja, a la bajísima. Este tira y afloja ejerce una presión en Ibaigane, donde están abocados a asumir porcentajes muy elevados de unas operaciones que de otro modo son directamente inviables.

El nulo movimiento detectado indica que todavía ningún equipo ha pujado en unos términos razonables o siquiera asumibles para el Athletic. Queda un mes y medio aún para dar salidas, pero hasta que se aproxime el fin de semana del 14 de agosto, cuando se celebrarán los primeros compromisos oficiales, las distintas partes no aquilatarán posturas. Claro que aquí entra en liza el segundo aspecto comentado: tres de los prescindibles no pueden ejercitarse con normalidad, lo que equivale a decir que no están en el escaparate.

Córdoba, Nolaskoain y Kodro pasaron por el quirófano en los últimos meses y todavía su recuperación no les permite entrenar al ritmo del resto. En el caso de Nolaskoain, inédito el curso pasado por un problema de tobillo que no acaba de superar, los servicios médicos del club no se atreven a establecer la fecha aproximada de su alta. Menos grave es el estado de los dos delanteros citados, pero arrastran un retraso que dificulta el cálculo sobre su retorno y ahuyenta a posibles pretendientes. Sería extraño que un club extendiera una oferta concreta por un lesionado por la cuota de riesgo que conlleva.

unai lópez e ibai

La relación de quienes están abocados a hacer las maletas se completa con Unai López e Ibai Gómez. El centrocampista pudiera ser apetecible para diferentes conjuntos de la máxima categoría, acaso sea el único de los seis con posibilidades de prolongar su carrera en este escalón. Se habla con insistencia de que el recién ascendido Rayo Vallecano, donde ya militó en calidad de cedido, podría dar el paso, pero nada ha trascendido por lo que el asunto ha de encuadrarse en la carpeta de la especulación. Y con Ibai el impedimento principal se localiza en la ficha, muy alejada del baremo que rige en clubes de segunda fila, si bien su participación y rendimiento no invitan precisamente a esperar que llamen a su puerta.

Buena parte de la culpa en la situación que hoy se plantea con Ibai ha de colocarse en el debe del club, que tuvo la ocasión de traspasarle en el mercado invernal de 2020. Había un equipo, el Espanyol, dispuesto a pagar una cantidad interesante por sus servicios y el propio futbolista estaba por la labor de cambiar de aires, consciente de su papel residual en los planes de Gaizka Garitano. Aunque suene inverosímil, la operación que estaba encauzada se frustró en los despachos rojiblancos y huelga comentar la trayectoria posterior del jugador, en el mismo nivel de intrascendencia desde que aterrizase del Alavés.