Llega un nuevo día D. La costumbre, incluso, se recibe con un muy buen sabor de boca. Disputar una final de Copa está solo al alcance de dos equipos y el Athletic la juega por segundo año consecutivo, con el matiz histórico de competirlas en un intervalo de dos semanas por culpa de la pandemia del covid-19, que ha dado la vuelta al planeta. El pasado día 3 el conjunto rojiblanco sufrió todo un mazazo con la derrota frente a la Real Sociedad. Hoy regresa a La Cartuja, un estadio ya pegado a la historia de la entidad, porque en el mismo conquistó su tercera Supercopa justamente tres meses atrás. Lo hizo ante el Barça de Ronald Koeman, con el que se reencuentra esta noche en la finalísima de Copa de la presente edición. En el camino, el colectivo de Marcelino García Toral ha superado al Ibiza, Alcoyano, Betis y Levante, en unas eliminatorias reñidas desde el minuto cero y solventadas por los leones a base de un esfuerzo y confianza que les ha traído de nuevo a Sevilla. Es la cuarta final de Copa que enfrenta a los dos conjuntos en este siglo XXI y es también el sexto intento del Athletic para conquistar un título que se le resiste desde hace 37 años. Por ello, el deseo es arrinconar por un tiempo la estampa de Dani levantado el trofeo en el Santiago Bernabéu la noche del 5 de mayo de 1984, después de que un gol de Endika Guarrotxena tumbara al Barça de Maradona y compañía. En las tres anteriores, 2009, 2012 y 2015, el equipo rojiblanco fue víctima del rodillo azulgrana. Pero hoy emerge el espíritu de la Supercopa, cuando, al igual que en las ocasiones mencionadas, el Athletic no presume de la vitola de favorito.

Se trata de acertar en la gestión. Especialmente en lo concerniente al punto mental. El fiasco frente a la Real hizo mucha pupa en el vestuario y en la masa social athleticzale. Entonces, las expectativas estaban casi por las nubes y, no en vano, las sensaciones apuntaban a poner argumentos para esperar el éxito. No fue así porque el Athletic estuvo irreconocible. De ahí, el trabajo entre bambalinas que ha tenido que efectuar Marcelino durante este tiempo para recuperar la autoestima del grupo y sus virtudes futbolísticas, que al final son las que deciden en el verde. Las prestaciones de los leones, lo cierto, en este periodo de entre finales tampoco han subido en exceso la moral del personal, ya que los empates ligueros en Anoeta y el último ante el Alavés en San Mamés han retratado a un equipo que parece no haber salido del bloqueo que generó la final anterior. Con todo, el asturiano y sus hombres se han encargado de lanzar mensajes que llevan una evidente carga reivindicativa. Se resume en una evidencia. Hace tres meses, el pasado 17 de enero, el Athletic fue capaz de someter al Barça de Messi en una final. Por ello, toca apelar al espíritu de la Supercopa.

10

Las imágenes del último entreno previo a la final de Copa

La expedición del Athletic aterrizó en Sevilla la noche del jueves y lo hizo con un Iker Muniain que proyectó una cojera de la que no se conocieron sus motivos y consecuencias hasta la misma comparecencia del capitán de ayer por la tarde. El navarro no dio detalles de su supuesta dolencia y la achacó a la sobrecarga de la pretemporada. Con todo, habrá que esperar a qué decisión tome Marcelino al respecto, aunque no es de extrañar que le reserve de inicio, pese a que el futbolista dijera que se sentía bien antes de completar el último entrenamiento. Sea como fuere, el asturiano tiene muy claro su plan, una vez que Yeray y Berchiche parecen haber llegado a tiempo superadas sus molestias musculares, por lo que no se intuyen sorpresas, aunque a la espera de la fórmula que emplee en la medular, con más posibilidades para Dani García y Vesga, mientras que Capa tendría sus opciones en caso de que Muniain no sea de la partida inicial. Toca dar la mejor versión ante un Barça que ha cambiado de registro táctico desde la final de la Supercopa. La Copa aguarda 37 años después.

Los precedentes. Iñaki Williams puede ser uno de los nombres propios de la final de esta noche. El bilbaino tiene grabada en su mente la primera final que disputó hace casi seis años. Entonces, era un recién llegado al primer equipo, pero Ernesto Valverde le dio la alternativa y fue una de las sorpresas en un once en el que no comparecieron ni Muniain, lesionado, ni De Marcos, sancionado. Aquel Athletic hincó la rodilla ante el Barça en el Camp Nou por 3-1 y el único tanto rojiblanco lo materializó Williams, que cabeceó un gran servicio de Ibai Gómez. El pasado 17 de enero también fue artífice del éxito de la Supercopa, al anotar el definitivo 3-2 en la prórroga. El delantero, por tanto, quiere prolongar este idilio ante el conjunto azulgrana.