E cruzó Portu, una saeta en Semana Santa, por el camino de Iñigo Martínez y cambió la final de Copa ante la Real Sociedad en La Cartuja. Todo se precipitó con una tarjeta roja que rectificó Estrada Fernández a amarilla y la jugada se transformó en una visita al VAR que se terminó por enclavar en los once metros. Mikel Oyarzabal no perdonó ante Unai Simón. Y el torbellino de emociones registró el retrovisor del futbolista de Ondarroa, que compartió colores y vestuario con el delantero de Eibar. Fue el principal protagonista del encuentro. A su derecha, Yuri Berchiche, también con pasado realista, se echaba las manos a la cabeza.

El central zurdo del Athletic visitó la amargura de caer derrotado ante su exequipo, que abandonó en el mercado de invierno de la temporada 2018/19 previo pago de 32 millones de euros, una jugosa tajada para los txuri-urdin. El ondarrutarra recaló en el Athletic como el fichaje más caro de la historia del club bilbaino y en Donostia se rasgaron las vestiduras. “No ha sido nada fácil cambiar de aires pero es lo que me pedía el cuerpo”, manifestó entonces el defensor. Después, con un comunicado, el club donostiarra ofreció a todos sus aficionados la posibilidad de cambiar la zamarra de Iñigo Martínez de cualquier campaña por la camiseta actualizada con el nombre de cualquier otro jugador de forma “gratuita”. “Me molestó que la Real cambiara las camisetas con mi nombre. Creo que quedaron retratados. Por lo que sé, fue una decisión de Aperribay”, reveló el central zurdo.

Vestido de rojiblanco se convirtió de inmediato en el jefe del eje de la defensa. En su segunda campaña alcanzó la final de Copa, la disputada ayer; el pasado mes de enero conquistó la Supercopa y logró la pelea por el cetro copero de la 20/21, que será dentro de trece días ante el Barcelona en La Cartuja.

Con todo, el penalti mediatizó su actuación de ayer, pero la primera mitad comenzó con un Iñigo Martínez entonado. El central ondarrutarra, emparejado con el peligroso Alexander Isak, un tallo habilidoso y de gran movilidad, atajó cualquier embestida de la Real. Bien emparejado con Yeray -los dos mejores en los primeros 45 minutos-, exhibió jerarquía y galones. Aquí estoy yo. El rojiblanco tiene alma de mariscal. Tanto en las conducciones como en los centros desde los costados mostró de qué madera está hecho. A Iñigo no le cuesta ponerse el cartel de protagonista. A Iñigo una final no le provoca tembleque. A Iñigo le va la marcha.

Incluso, se permitió incorporarse al ataque y personificar la mejor ocasión bilbaina de la primera mitad. Controló un balón largo de Unai Simón en el 32, lo bajó con el pecho, templó y golpeó con la derecha desde el costado del área. Remiro tuvo que volar para atajar el esférico en lo que podía haber sido el 1-0 para los entrenados por Marcelino.

Yuri Berchiche, en cambio, no tuvo gran aportación en ataque. El lateral zarauztarra, obligado a anclarse en la línea defensiva de cuatro para guardar la espalda de Iker Muniain, se vio forzado a frenar su caballaje profundo, de purasangre, para no perder el fondo de armario.

Si bien el protagonismo de Iñigo Martínez fue positivo en la primera mitad, su perfil jerárquico y poderoso se vio asaeteado por la flecha de Portu tras el paso por vestuarios. A los dos minutos de saltar al campo, no obstante, un balón de Mikel Oyarzabal en el costado del área del Athletic impactó en el brazo del ondarrutarra. Previo paso por el VAR, Estrada Fernández decidió que era fuera del área. Los leones respiraron hondo, pero el dominio realista acabó cristalizando doce minutos después con Iñigo Martínez, de nuevo, como principal afectado. Un pase profundo de Mikel Merino al que se acercaron Portu y el central terminó con el realista en el césped. El penalti finiquitó la final. El pasado realista se revolvió sobre Iñigo Martínez, que lo intentó y, tras el shock de todo el equipo, remató de cabeza un balón a la olla en el 94. Los dos únicos disparos a la portería de Remiro fueron suyos.

El exrealista Yuri Berchiche no tuvo gran aportación ofensiva por la necesidad de cubrir las espaldas de Iker Muniain