Su nombre y apellidos quizás no digan nada al gran público. Se llama Ramón Rodríguez Verdejo (San Fernando, 20 de septiembre de 1968), pero todo el mundo le conoce como Monchi. Es el exitoso director deportivo del Sevilla, con el que ha coleccionado títulos -6 Europa League, dos Copas, una Supercopa y una Supercopa de Europa-, y ha tenido a sus órdenes a Joaquín Caparrós y Marcelino García Toral, que no tuvo fortuna como técnico sevillista. Monchi, con el que se volvió a reencontrar el jueves por la tarde en La Ciudad Deportiva del Sevilla con motivo del entrenamiento del Athletic en sus instalaciones, alaba la figura del hoy entrenador rojiblanco, al que, según reconoce, "no fui capaz de encontrar el perfil de jugador que necesitaba".

La final de mañana la disputan dos equipos vascos con los que tiene cierta relación personal y profesional. Debutó hace 30 años (el 31 de enero de 1991) en la portería del Sevilla en el viejo Atotxa. ¿Qué recuerda de aquel día?

—Es uno de los días que mejor recuerdo. Me quedo con el debut, que fue un poco accidentado. Al minuto de juego tuve un incidente con (Dalian) Atkinson (jugador inglés de la Real Sociedad en aquella temporada 1990-91), me luxó el dedo y jugué todo el partido con el dedo luxado. Me quedo con que se cumplió la ilusión de un niño que cuando empezaba a jugar al fútbol soñaba con jugar en Primera División. Y, además, lo hice en un campo mítico y ante un equipo histórico, como la Real.

¿Se acuerda del resultado?

—Sí, claro. 1-1 con gol de John Aldrige. Tengo la foto de ese gol. La tengo en mi mente y la recuerdo muchas veces, y, aunque en esa época no había muchas fotos, tengo una, que es muy bonita porque no se ve el balón y sí la estirada, que es plástica (risas).

Se cumplen también 30 años de su único partido como titular en el viejo San Mamés, en este caso con derrota del Sevilla.

—Fue un domingo de Ramos y televisado por el antiguo Canal Plus. Fue una noche de mucha, mucha agua, y el campo estaba embarrado. Perdimos 2-0. Un gol lo hizo Txingurri Valverde y creo también que el otro fue de Kuko Ziganda, aunque no lo sé con certeza (fue de Ander Garitano desde el punto de penalti). Lo he dicho en más de una ocasión. Jugar en La Catedral es algo que guardo en mi maleta de futbolista.

¿Qué delantero vasco le generaba más dolores de cabeza?

—Sobre todo, los delanteros que eran un poco tanques. Eran delanteros de referencia que hacían que los porteros sufriéramos más en el juego aéreo. Si me quedo con uno de cada equipo, de la Real sería con Darko (Kovacevic) y del Athletic te diría Aritz Aduriz, que no le he sufrido como jugador pero sí como director deportivo. Es el tipo de delantero que todo el mundo quiere tener, con un gran juego aéreo, en el juego de espaldas, tratando de dar continuidad al juego€

Es decir, que lo habría fichado si hubiera tenido la oportunidad.

—De hecho, lo intenté cuando estaba en el Mallorca.

¿Por qué no fraguó?

—Por las circunstancias. Era un momento en que se nos iba Luis Fabiano y estábamos buscando refuerzos, aunque teníamos buenos delanteros. Teníamos a Negredo, Bacca, Gameiro€ por eso tiramos para adelante. Estaba Kanouté. Cuando estaba en el Mallorca se fue al Valencia y ahí supimos que le quería el Athletic. Entonces era ya mejor dejarlo porque sabíamos que quería regresar al Athletic.

Defina al Monchi que fue portero del Sevilla, porque los más jóvenes no le han conocido.

—Era un portero normal. Era un buen portero de entrenamientos , era muy bueno en el uno contra uno, pero me faltaba algo en lo que no competía. No era un portero alto y sufría en el juego aéreo. Pero, sobre todo, no era capaz de transferir lo que hacía en los entrenamientos a los partidos. Al final he jugado 135 partidos con el Sevilla entre Primera y Segunda División. Algo tenía para haber estado ahí durante nueve años, pero no encontré la regularidad necesaria en mi rendimiento, salvo en mi último año.

¿Qué puede decir de Unai Simón?

—Todos pensábamos que era un proyecto de portero tanto para el Athletic como para la selección y de repente ha dado un gran salto. Es ya una realidad y creo que la marcha de Kepa la supo aprovechar. Con su físico, con su agilidad, creo que pocos porteros en el mercado europeo tienen esa capacidad de reacción con su corpulencia.

¿Y de Alex Remiro?

—Es un portero muy similar en cuanto a conceptos de dominio en el juego aéreo, en el uno contra uno€ Son porteros de perfil vasco, de 1,88 metros, sobrios.

Volvamos a su pasado. En sus inicios en el Sevilla compartió vestuario con Luis de la Fuente, un histórico del Athletic. ¿Qué le aportó?

—Luis era un magnífico compañero y un veterano ente comillas que uno siempre quiere tener delante, que te da la posibilidad de aprender de él y mejorar. Estuvimos con Vicente Cantatore de entrenador y Luis era un espejo en el que mirarte.

Cuando colgó los guantes llegó al Sevilla otro ex del Athletic, Juanjo Valencia.

—En la temporada 1998-99, que es mi última, termino jugando y pensaba en retirarme por un problema en el hombro, pero en el bullicio por el ascenso a Primera División pues al final decidí seguir. Hice la pretemporada en Holanda y Juanjo acababa de llegar al Sevilla, pero a la vuelta de la misma ya me retiré porque el hombro ya no funcionaba y fue el último coletazo. Ese año fui el delegado del equipo con Juanjo, que estaba con el uruguayo Daniel Rabajda como porteros.

Y después, ya como director deportivo, trabajó con Joaquín Caparrós. ¿Le llamó la atención sus cuatro años en el Athletic?

—No, porque conozco su capacidad. Yo he vivido cinco años con Joaquín y mi inicio como director deportivo coincide con su llegada al Sevilla y fueron cinco años magníficos en los que conseguimos objetivos año a año. Subimos a Primera, nos consolidamos€ Posiblemente, era la horma de su zapato, la de trabajar con la gente joven. La filosofía de Joaquín coincidía con la del Athletic.

En esta su segunda etapa como director deportivo vuelve a coincidir con Caparrós. ¿Por qué no continuó y dejó el club en 2019?

—A mi vuelta de Roma, coincidí con Joaquín tres meses que sirvieron para analizar y valorar lo que quería para el futuro. Le ofrecí la posibilidad de trabajar en el departamento de optimización de la cantera como máximo responsable. Estuvo con nosotros hasta que le llegó la oportunidad de entrenar a Armenia.

Por cierto, usted también fue víctima de la semifinal de Copa de 2009 y en Bilbao se hizo legendario el cántico "Del Nido, cómeme€". ¿Pecó el Sevilla de soberbia?

—No creo que fuera soberbia. Hemos crecido en los últimos quince años por ser un poco atrevidos, sin atrevimiento no se conseguían los retos, cuando éramos un club que no había conseguido prácticamente nada. Esa semifinal lo dijo José María (Del Nido), pero también lo había dicho en la anterior ante el Atlético de Madrid, la del sombrero. No hubo falta de respeto ni soberbia. Hubo un discurso continuista. Estoy convencido de que si tuviéramos que repetir esa semifinal, haríamos lo mismo, fuera de lo deportivo. No perdimos por el rabo del león, sino porque el Athletic fue mejor.

Pero generó ese ambientazo y 40.000 almas coreando el cántico.

—Cuando llegamos a Bilbao nos dimos cuenta. Banderas en todos los balcones, autobuses dando vueltas por la ciudad y, además, al Athletic le salió un partido redondo y no hubo manera.

En ese Athletic ejerció Aitor Ocio, por el que el club bilbaino pagó tres millones de euros al Sevilla.

—Aitor llegó en 2004, es un magnífico profesional y a nosotros nos dio un gran rendimiento. Vino el Athletic a por él y lo hicimos por tres millones, que por entonces era un buen traspaso. Él quería volver a su tierra y accedimos a ello. Todo lo que guardo en la memoria de Aitor es positivo, porque, además, tuve una magnífica relación con él.

En 2011 su apuesta fue Marcelino. No dio el resultado esperado.

—Posiblemente por culpa mía. No fui capaz de darle una plantilla, no digo que buena ni que mala, no fui capaz de encontrar el perfil de jugador que Marcelino necesitaba. Asumo ese error mío, porque el director deportivo debe detectar qué tipo de jugador necesita el entrenador. Lo he hablado con Marce (lo llama así cariñosamente) en muchas ocasiones.

¿Lo considera una mancha en su historial?

—No sé si una mancha, porque no voy a exagerar, pero sí un error. Decir que es una mancha sería prepotente por mi parte. Fue un error de planificación, al igual que me he equivocado con otros jugadores. Marce nos pidió salir pese a que José María (Del Nido) y yo confiábamos en él. Marce nos dijo que no podía. En pocas ruedas de prensa he llorado como lloré con la de Marce.

Cuente.

—Hay otra historia que igual no sabéis y os la cuento. La primera opción antes de la de Marce era la de Marcelo (Bielsa). Antes de que firmara por el Athletic lo tuvo muy cerca con nosotros. Estuvimos casi tres meses juntos trabajando. Cuando al final tanto Marcelo como yo decidimos que no podía hacerse, aposté mucho por Marcelino porque creía en él y me involucré mucho con Marcelino. No salió bien y lo considero una derrota a nivel personal.

¿Por qué cree que Marcelino ha encajado tan bien en el Athletic en solo tres meses?

—Porque es muy bueno. Trabaja mucho, se implica mucho y si le dejan trabajar con su cuerpo técnico, que también es muy bueno, saca resultados. No me extraña nada, como no me extraña que lo hiciera tan bien en el Villarreal, en el Valencia.

De usted se pone en valor su olfato a la hora de fichar. ¿A qué jugador del Athletic se llevaría al Sevilla?

—(Risas). No me gusta decir uno, porque sino mañana va a aparecer que a Monchi le gustaría traer a tal jugador. Hay muy buenos futbolistas.

Iñaki Williams, Iñigo Martínez, Muniain€

—Eso es lo fácil, pero mejor te diría Vencedor, que son jugadores más jóvenes. Me gusta fijarme también en lo distinto. Incluso Berenguer, que siempre me ha gustado y que le conozco de Italia. Hay una muy buena plantilla y sobre todo la generación que viene por detrás que va a hacer esa prolongación de esos jugadores que poco a poco tienen que ir dando paso a los que llegan desde el filial.

¿Es posible ver un Monchi en el Athletic?

—Para ser director deportivo en el Athletic hay que tener una serie de características. Hay que impregnarse mucho de la filosofía, conocer bien al club y saber que tienes un déficit porque no puedes firmar fuera del entorno. Eso lo tienes que convertir en algo positivo. Impregnarse de la filosofía del Athletic no es fácil y el que lo hace es que tiene capacidad para ello.

Es de la misma quinta de Rafa Alkorta. ¿Tiene relación con él?

—Relación profesional. Lo conozco porque me he enfrentado a él como jugador y con él el Athletic va a jugar una unas cuentas finales, que no es poco. Algo bueno estará haciendo.

Imagino que no se mojará para la final de mañana.

—No, porque es una final muy abierta y además es una final condicionada, porque lleva jugándose durante más de un año. Deportivamente, la Real está mucho mejor clasificada en la liga, pero anímicamente después de haber ganado la Supercopa y llegar a otra final el Athletic tiene un plus.