Viene el Granada, en principio uno de los peores visitantes que cabe imaginar porque si algo le caracteriza es su aspereza, el repertorio que emplea para complicar cada partido que disputa, el espíritu guerrero de que hace gala y tanto le cunde. Y su presencia coincide además con un momento especial desde la perspectiva del Athletic, lo cual le hace más peligroso aún. El conjunto andaluz llega a Bilbao en plena resaca, con el equipo de Marcelino y su entorno regodeándose en el éxito certificado cerca de la media noche del pasado jueves. Toca bajarse de la nube. La segunda final de Copa es una realidad, como lo es que hoy en San Mamés se ponen en juego tres puntos cuyo valor no ha disminuido por haber eliminado al Levante. Al contrario, va siendo hora de enderezar el rumbo en el campeonato liguero, donde empiezan a acumularse demasiadas semanas de estancamiento en tierra de nadie: noveno, undécimo, décimo, así desde que arrancó el 2021.El calendario avanza y el Athletic tiene ante sí una semana que puede ser fundamental para concretar sus aspiraciones en el torneo de la regularidad porque incluye tres compromisos: Granada hoy, Atlético Madrid el miércoles y el domingo siguiente, el Celta. Después de este triple examen únicamente restarán diez fechas y admitiendo que en abril será inevitable que la plantilla esté centrada en las finales, convendría ponerse a la tarea de limar distancias con el grupo de cabeza, a poder ser desde esta noche. Los beneficios en caso de victoria serían inmediatos, palpables: se igualaría al Granada en la tabla y hasta quedaría a tiro el Villarreal, séptimo, que este viernes cayó ante el Valencia.

Marcelino ya anunció antes del entrenamiento de ayer que va a transformar la fisonomía del equipo. No es por gusto sino por obligación: el personal que está actuando con mayor asiduidad necesita un respiro. El tremendo desgaste físico y mental invertido en el Ciutat de Valencia va a traducirse en un importante número de cambios de inicio. Eludió ser preciso, aunque empleó el término “bastantes”. De modo que parece el día apropiado para los Capa, Balenziaga, Vencedor y Dani García. Los citados acompañarían a Simón y la pareja de centrales, Nuñez y Yeray, dado que Iñigo Martínez se encuentra sancionado, para formar la estructura defensiva y el centro del campo.

Hasta ahí todo parece lógico, más dudas suscita el reparto de las demarcaciones más ofensivas. Habría que considerar que el jueves tanto Berenguer como Williams añadieron a sus estadísticas 120 minutos, dato este que sobre el papel aconseja su presencia en el banquillo. Pero claro, resulta que Muniain se mantuvo sobre el campo hasta el minuto 111, mientras que Raúl García fue suplido en el 97. Cualquiera de ellos, por no decir que todos, se hallan en una circunstancia similar, sobre todo porque también fueron titulares en los tres encuentros anteriores.

Esa condición de intocables condiciona la decisión que vaya a adoptar Marcelino, pues cuesta imaginar que vaya a prescindir de los cuatro a la vez. Hacerlo significaría repartir responsabilidades entre jugadores que vienen participando con cuentagotas, preferentemente en el tramo final de los partidos, como sucede con Villalibre y Morcillo, o que llevan muchas semanas sin competir. La elección de los dos citados se antoja más que probable y acaso Lekue, utilizado en ambos bandas, podría incorporarse por delante del lateral derecho. Sancet, otra alternativa a barajar, hace un mes que dejó de asomar, mientras que Ibai o Vicente continúan totalmente ajenos a la dinámica de la competición.

Pese a que siempre cabe el recurso de echar mano de los fijos sobre la marcha, está claro que el cansancio y el riesgo de lesiones van a marcar el criterio del técnico en el diseño de una alineación que no será la idónea para responder con garantías a la propuesta de los hombres de Diego Martínez, el artífice del enorme salto cualitativo dado por el modesto Granada. Es el peaje a abonar por instalarse en la antesala de la gloria.