A asamblea general del Athletic, convocada en sesión extraordinaria, con su aprobación a una reformulación de las cuentas ejecutadas del club, y fundamentalmente del presupuesto para el vigente ejercicio 2020-21, ha evitado que la entidad entrara en una situación desconocida en su historia reciente. Las nuevas cifras, que ceden en las exigencias a la economía de socios y socias, han concitado un vuelco asambleario respecto al claro rechazo del mes de diciembre, remontada que seguramente tiene que ver con el sentido de la responsabilidad de los compromisarios ante la inminencia de abrirse una crisis institucional, y también, por qué no, con el encauzamiento de la marcha deportiva.

No haber aprobado el presupuesto de un curso ya muy avanzado hubiera supuesto privar a los dirigentes de un instrumento imprescindible para poder desarrollar válidamente su actividad, sin posibilidad estatutaria de prórroga. Se hubieran presentado diversos escenarios (sobre los que no nos vamos a detener ya), que conducían de una u otra manera a tener que acudir al veredicto de toda la masa social.

La situación se ha desbloqueado, pero el efectivo rechazo de la asamblea a la gestión realizada por presidencia y directiva en el ejercicio anterior, expresado a través de una votación por primera vez diferenciada (lo que va a resultar un precedente largamente demandado), lo ajustado de los resultados sobre las cuentas, y el propio camino recorrido hasta aquí han de llevar a la reflexión a la junta de Aitor Elizegi

Se han cometido errores, por supuesto, y lo han sido básicamente en la coordinación con la dirección deportiva y en la coherencia y fundamentación de las decisiones tomadas de cara al socio. Sin ir más lejos en la justificación del esfuerzo que se pedía a la masa social en plena pandemia y crisis económica y social. Sobre lo que se solicitaba en primer término y al final se ha acabado pidiendo.

Capítulo aparte es la insistencia de la actual junta directiva en privilegiar a unos medios de comunicación sobre otros, lo que se vuelve a reiterar en la concesión de entrevistas y filtrado de noticias. Toca también en esto una reconsideración.

Volviendo al órgano soberano del club, podrá entenderse o no la postura reticente inicial de la asamblea, con un rechazo al proyecto de grada de animación incomprensible (asignatura pendiente de la presidencia anterior), y la contumaz resistencia a prácticamente todo por parte de un importante sector de la misma, pero el sistema de representación y gobierno del club es el establecido en los estatutos sociales en vigor. Punto.

Podríamos extendernos en las razones de fondo reales de oposición, en la cuestionable legitimación del compromisariado en relación con el último pronunciamiento electoral, en la disfunción entre períodos representativos. Incluso en la necesidad de acudir a medio plazo a otros sistemas de representación, al directo y llano un socio, un voto, que se ha manifestado viable y operativo técnicamente. Pero todo ello habrá que diferirlo al proceso de reforma estatutaria que por tercera vez se ha abierto, porque la necesidad de cambios en la norma del club es más que notoria, y de ello han de ser conscientes los propios compromisarios que tengan finalmente que aprobar la revisión, sea en la actual composición de la asamblea o en la renovada próxima.

La nave va, pero el aviso a navegantes ha sido evidente. El barco salió a flote en el día en que el submarino amarillo también salió vivo de San Mamés. Ahora se trata de remar todos a una, de poner rumbo fijo y de llegar a buen puerto, para que en el mes de abril la que pueda surcar sea la gabarra.