En el fútbol se pasa de la euforia a la depresión en un abrir y cerrar de ojos. Prácticamente no hay término medio. El Athletic puede dar fe de ello. El técnico que siete meses atrás metió al conjunto rojiblanco a la histórica final de Copa frente a la Real Sociedad, aún pendiente de disputarse por culpa de la pandemia del covid-19, se encuentra a día de hoy en la picota. Gaizka Garitano se encuentra cuestionado por muchísima gente, con el crédito a punto de agotarse, si es que ya no se le ha agotado, y con la incertidumbre de si la actual Junta Directiva tomará decisiones drásticas, es decir, la destitución del entrenador, o le dará un poco más de tiempo de margen para enderezar la situación. El acto de la presentación oficial hoy de Álex Berenguer como nuevo jugador del Athletic podría aclarar el futuro de Gaizka Garitano, siempre y cuando Rafa Alkorta, el director deportivo y que acompañará al futbolista navarro en su comparecencia, se moje al respecto. Aunque los indicios apuntan a que el derioztarra cuenta con la confianza de la cúpula del club, por lo que se sentará en el banquillo de San Mamés en el partido en el que los leones reciben al Levante, el fin de semana del 17 y 18 de este mes. Otra cosa es que una hipotética derrota ante el cuadro azulgrana, que tiene los mismo puntos que el Athletic, depare un escenario bien diferente.

El colectivo rojiblanco tocó fondo el domingo en Mendizorrotza al firmar su segunda derrota consecutiva en un corto intervalo de 72 horas, un escenario que ha encendido las alarmas en el entorno athleticzale, consciente de la complicada situación por la que atraviesa el equipo de Garitano, vicecolista con solo tres puntos en su haber recorridas sus primeras cuatro jornadas. El momento presente proyecta una imagen radical respecto a la que relucía el 31 de mayo, cuando Aitor Elizegi, el presidente, y Alkorta escenificaron a lo grande en San Mamés la renovación del técnico por una campaña más, la segunda prolongación de su contrato con esta Junta Directiva, que ha mantenido la apuesta heredada en el banquillo. Aquella firma se produjo en la fase final del confinamiento social causado por la pandemia y con el regreso de la competición a dos semanas vista. Como se conoce, el billete a la final de Copa, el 5 de marzo, y la goleada sellada en el José Zorrilla (1-4), adonde paradójicamente vuelven los leones este jueves para enfrentarse en un amistoso al Valladolid, el colista de Primera División, generaron un subidón en la masa social, que se las prometía muy felices.

128 días después ese frenesí se ha tornado en un imprevisible abatimiento. Todo ha cambiado desde el 31 de mayo. Cuatro meses en los que el conjunto rojiblanco se ha depreciado hasta límites insospechados, una vez que los quince partidos disputados, once del curso pasado y los cuatro restantes del vigente, desde el retorno de la liga sin público solo han servido para ampliar la fractura entre el entrenador y gran parte de la parroquia rojiblanca. Quince partidos en los que no solo no se han cumplido los objetivos deportivos -"tenemos que intentar luchar por Europa pese a que el Valencia nos saque cinco puntos", manifestó Garitano nada más rubricar su renovación-, sino que tampoco se ha mejorado en la propuesta de juego y en la regularidad de futbolistas llamados a ser referentes en la era pos Aritz Aduriz, al que tanto echa de menos el equipo en tiempos de semejantes penurias.

El fútbol de la pandemia no lo ha digerido nada bien el Athletic. La vuelta a la competición después de tres meses de encerramiento supuso una bocanada de aire fresco para los rojiblancos, que no salieron mal parados en ese arranque, con una sola derrota en los seis primeros encuentros, pero su sueño europeo se difuminó cuando le tocó hacer frente a la tacada definitiva, como ya le ocurriera en la campaña 2018-19. Entonces, se quedó sin billete para la Europa League en el suspiro final en el Sánchez Pizjuán y el pasado julio se produjo casi un calco, cuando los leones solo fueron capaces de sumar tres puntos de los quince últimos, con sonrojos llamativos como los padecidos ante el Leganés, a la postre descendido a Segunda División, y el Granada, que sí compite en Europa. El inicio de esta liga ha acentuado las carencias del colectivo de Garitano, que no encuentra la fórmula, no ofrece la credibilidad esperada y tampoco acaba de dar la alternativa a cachorros como Unai Vencedor, Iñigo Vicente o al mismo Asier Villalibre, al que el técnico se resiste ponerle de titular pese a sus elogios en las ruedas de prensa. Son síntomas de que el Athletic, situado a las primeras de cambio en la zona de descenso, no está lo sano que se aguardaba. Por lo menos para los que apostaron y propiciaron una renovación que, a día de hoy, no ha respondido a las expectativas.