Cuesta abajo y sin frenos. El Athletic acentúa su descomposición después de firmar un nuevo fiasco mayúsculo, daña un poquito más su imagen, ya deteriorada de antemano, cierra la cuarta jornada como vicecolista, deja tocado a su entrenador y genera una desazón en gran parte de su masa social que, ante la imposibilidad de manifestarse desde las gradas, lo tiene que hacer a través de las redes sociales, que, eso sí, no son todo lo fiable como para certificar un estado de opinión lo suficientemente creíble. Lo cierto es que la crisis por la que atraviesa el conjunto rojiblanco es más que evidente y obliga a la Junta Directiva y a la dirección deportiva a revisar el proyecto porque esperan, como ya ocurriera tras el revés de la jornada inaugural en Los Cármenes, dos semanas largas, debido al nuevo parón competitivo, en las que las continuas tertulias y debates no harán más que enturbiar un momento muy complicado para la entidad, a la que, además, le toca someterse en próximos días ante la Asamblea de socios compromisarios dentro de este clima muy revuelto, lo que no augura cosas positivas.

Las imágenes del derbi Alavés-Athletic

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Alavés-Athletic en imágenes

El colectivo de Gaizka Garitano no ha cumplido con las expectativas en este tramo inicial de liga, que pintaba un calendario idóneo para hacer caja. Pero no ha sido así. La realidad es tozuda y deja a cada uno en su sitio. Los leones solo han sido capaces de sumar tres puntos de doce posibles, unos números muy pobres a estas alturas de la película y hay que remontarse a la campaña 2011-12, la primera de la dos del mandato de Marcelo Bielsa en el banquillo, para encontrar un dato más negativo al presente. Entonces, el Athletic solo sumó un punto en sus primeros cuatro partidos, aunque se trataba de una coyuntura radical a la actual, con un proyecto incipiente y unas trazas de juego que transmitían buenas sensaciones, como se demostró a posteriori. En las temporadas intermedias (2014-15 y 2015-16) de la segunda etapa de Ernesto Valverde, el cómputo también se redujo a los tres puntos, con la salvedad de que la Champions y la Europa League ejercían su despiste y sin que el equipo cayera a puestos de descenso.

El derbi de Mendizorrotza volvió a desnudar las carencias de este Athletic, en el que debutó su flamante fichaje, aunque lo de Álex Berenguer no fue un llegar y besar el santo, y en sus pocos minutos pudo comprobar que su nuevo equipo no está como para echar cohetes. Porque el conjunto bilbaino proyectó un enésimo ejercicio de impotencia a la hora de ver puerta, un déficit que va in crescendo este curso. El dato es demoledor. El Athletic solo ha ejecutado dos goles, ambos en Ipurua y ambos materializados por el mismo protagonista -Unai López, un centrocampista-, por lo que se ha quedado en cero en tres de los cuatro encuentros, con el agravante de que sus remates a la meta contraria se cuentan con los dedos de las manos y el colmo de los colmos se presenció ayer. Los leones no lanzaron entre los tres palos de la portería defendida por Pacheco ni en una sola ocasión y únicamente inquietaron al guardameta alavesista en un cabezazo de Raúl García a los 95 minutos que desvió el pacense pese a que el balón no encontraba puerta.

El ayer capitán de los leones intentó el remate en dos ocasiones, el primero con un golpeo a los 39 minutos que se fue al lateral de la red, pero no encuentra la inspiración que le hizo batir la liga pasada su mejor registro anotador en un curso (15 goles). El que sí está desaparecido es Iñaki Williams, que tampoco pudo celebrar su partido 200 en Primera División, una efemérides que no aprovechó para cerrar su negativa racha de cara al gol, ya que acumula 15 encuentros, once de ellos los últimos del curso anterior, sin ver puerta, ya ejerza como extremo o como delantero referencia. No en vano, el propio Garitano le sustituyó en Eibar, el pasado jueves en el choque ante el Cádiz y repitió movimiento en el derbi de ayer, en el que prácticamente no hubo noticias del bilbaino, muy alejado de su mejor nivel de forma. La derrota en Mendizorrotza, sin más, mete en un problemón al Athletic y al entrenador, conscientes de los 14 largos días que restan para recibir al Levante.