ASTA la rueda de prensa posterior al encuentro ante el Granada, Gaizka Garitano había comparecido en dos ocasiones ante la prensa -dejando a un lado sus intervenciones a preguntas del club tras los partidos amistosos de pretemporada- y en ambas fue claro: quiere reforzar al equipo. Lo hizo el pasado 26 de agosto y lo repitió el viernes, con mayor insistencia y concreción si cabe. No solo admitió que le gustaría contar con alguna cara nueva, sino que puso el foco en una demarcación muy concreta: los extremos.

Se quejó el técnico de la falta de gol de sus atacantes de banda, lo cual es una realidad palmaria, pero no será por falta de efectivos, pues tiene mucho donde elegir y también distintas formas de afrontar un partido. Porque no es lo mismo apostar por ir al ataque que hacerlo a medias, como ante el Granada, con dos laterales compartiendo banda en el costado diestro y un extremo puro en la banda opuesta. Óscar de Marcos fue el elegido para jugar por delante de Ander Capa y Jon Morcillo quien compartió carril con Mikel Balenziaga. El debutante, sin duda el mejor del Athletic sobre el verde, dio un interesante paso al frente en su bautismo como león, mientras que la banda diestra, la amarrategi, ni aportó en ataque ni en defensa, hasta el punto de que el segundo gol nació de un error de De Marcos en la salida del balón.

Tal vez el problema no esté en los extremos, que es cierto que deberían aportar mucho más gol del que vienen logrando en los últimos años, sino más allá. ¿Alex Berenguer es la solución a los males -que no son pocos visto lo visto ni radican únicamente en las bandas- del Athletic? El curso pasado firmó seis goles en la Serie A, a los que hay que añadir dos de la 2018-19 y uno de la 2017-18, su primera en las filas del Torino. Que Garitano le quiere es una obviedad, pero por lo pronto, a la espera de ver qué sucede en el mercado y de si la dirección deportiva es capaz de atender a las peticiones del técnico, este tiene que seguir hacia adelante con lo que tiene. Y eso pasa, entre otros, por Jon Morcillo.

El entrenador ya avisó en la previa que seguramente el fin de semana debutaría algún chaval e irremediablemente todas las miradas se centraron en el fino extremo de Amorebieta, destacado durante la pretemporada y notable en su estreno como león en Granada. No sabemos si tomó nota de las palabras de Garitano y le sirvieron de estímulo, pero lo cierto es que el de ayer no pareció su primer partido en la máxima categoría. Quizá no estuvo tan fino en los centros como acostumbra, pero a insistencia no le ganó nadie.

17

Granada 2 - Athletic 0

Acabó el choque con 14 centros realizados al área del Granada, cierto es que muy pocos encontraron rematador, pero de una asistencia suya a Iñaki Williams que este estrelló en el larguero nació la mejor ocasión del Athletic y la que pudo haber cambiado el devenir del choque. Sorprendió de inicio la decidida apuesta del equipo por atacar por su banda y el desparpajo del chaval, al que no le tembló el pulso en ningún momento. Suya fue la primera acción de peligro de un conjunto rojiblanco, cuya propuesta ofensiva se limitó a entrar por banda y verlas venir, o lo que es lo mismo, colgar balones al área en busca de un imposible. Sorprendió, pues, que en esa primera ocasión Morcillo se animase a disparar a portería. El balón se marchó muy desviado, pero al menos acabó jugada en lo que fue un ejercicio de confianza en sus posibilidades.

En la línea del resto del equipo, bajó su nivel a medida que se fue apagando la primera mitad y le costó levantarse tras los dos goles del Granada en cuatro minutos, pero de sus botas nació la reacción baldía del equipo. Morcillo se echó al equipo a su espalda, siguió desbordando a Foulquier, a quien ganó en numerosas ocasiones por velocidad, pero casi nunca encontró rematador a sus centros. Aún es pronto para realizar análisis más sesudos, muy pronto, pero aquí está Morcillo.