Si quiere llegar a Europa, el Athletic lo tiene bastante más crudo después de perder anoche en San Mamés frente a un Sevilla que mostró una neta superioridad. El conjunto de Julen Lopetegui remontó el gol de Capa que había interrumpido durante un rato una dinámica de claro color visitante, se rehizo y con un alarde de potencia y pegada acreditó el porqué de su presencia en zona Champions. Exhibió una gama de recursos ante la que poco pudo oponer el cuadro local, al que solo le quedó apelar al amor propio para replicar, argumento corto para tratar de enderezar el marcador ante un señor equipo.

Desde el minuto uno se vio al Sevilla muy puesto, decidido a implantar su ley. No fue un espejismo, sino un aviso de lo que sucedería más adelante. El Athletic no estuvo a la altura en una pelea feroz, acaso equilibrada en el aspecto físico a lo largo de la primera mitad, no así en la reanudación. Además, el visitante supo manejar el ritmo, poner la pausa y pisar el acelerador a conveniencia. Las bazas que en muchas jornadas les han servido a los de Garitano para sumar, esta vez se revelaron insuficientes, a ratos pobres incluso para aspirar al empate. Y eso que el primer gol cayó en la portería andaluza. Dio lo mismo, el Athletic no pudo sujetar a su oponente cuando este se lanzó con fe a por lo que consideraba que le pertenecía. Y no le faltaba razón.

Llevaba un buen rato el Athletic sin coger el hilo del partido y acababa de retirarse Yuri, segunda víctima del exigente calendario en apenas cuatro días, lo que cabía interpretarse como un extra de signo negativo que abundaba en las malas sensaciones que transmitía el equipo. Pero a veces los caprichos del fútbol surgen precisamente en situaciones que parecen demasiado diáfanas, muy decantadas hacia un lado. El Sevilla era el dueño del partido, acumulaba una posesión altísima y merodeaba las posiciones de remate, mientras el Athletic no sabía qué hacer, cómo reaccionar y corregir una puesta en escena inquietante. Perdía balones de la manera más tonta, su propuesta no era acorde al dinamismo que requería el duelo, se limitaba a correr para no llegar a ningún sitio y luego taparse.

16

Athletic-Sevilla: las mejores imágenes

La cosa estaba adquiriendo muy mala pinta. Y entonces ocurrió lo inesperado. Primero hubo una advertencia a cargo de Vesga, en un doble remate desde la frontal, solo el segundo puede considerarse como tal, fue de volea y con su peor pierna, pero sirvió para despertar a Bono del letargo. Dos minutos después ligaba el Athletic la primera combinación por encima de los tres pases. Sancet lograba controlar sin un rival encima, servía desde la línea de fondo y el tirito de Vesga, tras leve desvío de Koundé, le caía a Capa en el lado opuesto del área. El lateral aseguró el remate, cruzado, fuera del alcance del portero. Era increíble, pero cierto. El Athletic sin merecerlo en absoluto cobraba ventaja y los andaluces, con su técnico a la cabeza, ponían caritas, no entendían nada.

El gol tuvo su efecto en ambos contendientes. Hasta el descanso, el Sevilla ni se acercó a la fluida versión del comienzo, como si no pudiese digerir la sorprendente reacción del anfitrión, que a su vez adquirió confianza, ganó en solidez y discutió la iniciativa que previamente ni había olido. El Athletic, más reconocible aunque sin alcanzar un nivel demasiado fiable, dispuso de una magnífica oportunidad para terminar de hundir la moral de su rival. En el añadido del primer período, un despeje defectuoso de Koundé le concedió a Muniain un balón en el área chica que el capitán no supo dirigir.

Hubiese sido un premio desmesurado. Idéntica conclusión se hubiera extraído de haberle puesto Córdoba más veneno a su volea en boca de gol nada más iniciado el segundo acto. Tiró flojo y al muñeco. Y tras esa doble opción desperdiciada, el Athletic ya fue incapaz de frenar el crecimiento exponencial del Sevilla. Se asistió a veinte minutos demoledores, un asalto en toda regla que se tradujo en la remontada y aún pudo ser peor. Banega no se conformó con organizar a los suyos, como hizo al principio, además clavó limpiamente un golpe franco en una escuadra y luego envió a Munir un centro con lazo que el recién ingresado puso pegadito a un palo.

Los goles del Sevilla estuvieron precedidos de dos grandes paradas de Simón, a tiros de Suso y Ocampos. Lopetegui había realizado dos cambios de corte ofensivo y reorganizó sus líneas. Retoques que cundieron y afloraron las debilidades del anfitrión, cada vez más metido en su terreno y sin opción a progresar en ataque. Con el 1-2, Garitano efectuó una triple sustitución. Villalibre, Kodro e Ibai relevaron a Williams, Córdoba y Capa. Los dos primeros se situaron arriba del todo y Muniain intentó catalizar la respuesta. Careció de acompañamiento. El Sevilla no cedía, continuaba amenazando con ampliar su cuenta. Sin fuelle y sin un plan más allá del empuje con el corazón, el Athletic fue presa fácil para un Sevilla muy completo.