ATHLETIC: Unai Simón; Capa, Yeray, Unai Núñez, Iñigo Martínez, Yuri; Vencedor (Min. 74, Ibai Gómez), Vesga, Raúl García (Min. 68, Aduriz); Williams y Villalibre (Min. 46, Sancet).

OSASUNA: Sergio Herrera; Nacho Vidal (Min. 88, David García), Unai García, Aridane, Roncaglia, Estupiñán; Oier Sanjurjo (Min. 91, Fran Mérida), Darko Brasanac, Iñigo Pérez; Adrián (Min. 76, Roberto Torres) y Enric Gallego.

Gol: 0-1: Min. 29; Oier Sanjurjo.

Árbitro: Pablo González Fuerte. Mostró tarjeta amarilla a los locales Vencedor, Iñigo Martínez y Aduriz, y a los visitantes Roncaglia, Oier, Enric Gallego y Darko.

Incidencias: Partido de la jornada 24 de LaLiga Santander disputado en San Mamés ante 44.222 espectadores, según los datos oficiales.

Una mala tarde multiplica las probabilidades de derrota, pero no necesariamente aboca a perder. En pura justicia ayer el Athletic, pese a su deficiente rendimiento, no mereció irse de vacío y menos aún frente a una versión tan vulgar de Osasuna, pero es evidente que se le acumulan los problemas y está pagando por ello un precio muy alto. Problemas derivados de una inercia que engloba la inquietante cifra de nueve jornadas sin triunfo, lo que en la práctica le aleja definitivamente del objetivo que se había planteado para la liga. Sin olvidar la influencia que en la citada nefasta serie de resultados tiene el tremendo desgaste físico invertido en la Copa. A Gaizka Garitano se le ha caído el equipo y solo así se entiende que salga malparado en un encuentro donde, a trancas y barrancas si se quiere, sin jugar un pimiento pero tirando de casta, dispuso de al menos cuatro ocasiones estupendas para marcar, incluidos dos remates a la madera, mientras el rival acertó en la única vez que se aproximó a su portería.

El derbi dejó datos más que elocuentes, ninguno tan cruel como el del número de oportunidades por bando, pero que no cabe pasar por alto. Por ejemplo que el primer remate local se produjo a la hora de encuentro. Una cosa es que los rojiblancos anden flojos de puntería, pero no generar en tanto tiempo una situación de peligro siendo el encuentro en San Mamés solo puede ser el reflejo de una exagerada pobreza de argumentos futbolísticos. Por cierto, la acción referida fue a balón parado. El debutante Vencedor, especialista en la materia, salvó la barrera y su envío salió escupido por el larguero. En el añadido fue Aduriz quien volvió a estrellarse con la madera y en medio Williams gozó de un cabezazo a bocajarro, pero no le dio fuerza, y Capa tiró matar de volea contra el cuerpo de Herrera, en la que fue la gran aportación del meta al éxito navarro.

Estas oportunidades fueron el fruto del espíritu combativo de un grupo que no sabe ni de dónde sacar la energía porque lleva semanas con el chivato del combustible encendido, emitiendo una intensa luz roja que hace rato que dejó de parpadear. Hay demasiados jugadores derrengados, no es que no estén frescos, no, decir tal cosa sería muy generoso, sencillamente están desbordados por la concatenación de esfuerzos y el cuerpo, en su estado actual, no les permite desenvolverse a su nivel, sobre todo porque el tipo de juego que practican resulta muy exigente. Sin embargo, no se rinden, siguen intentándolo, si hace falta dándose cabezazos contra el muro de su incapacidad para trenzar algo de fútbol con un mínimo de ingenio y precisión.

Esa actitud podría haberse traducido quizás en una victoria y, sin ningún género de dudas, en un empate. Un punto con el que rentabilizar una iniciativa que ayer le correspondió de principio a fin porque Osasuna vino a aguantar, no asumió riesgo alguno y, sin buscarlo, se encontró con el gol de su capitán, Oier, a balón parado, claro, pues no se le recuerda una jugada trenzada en terreno rival. Cómo sería la propuesta de Osasuna que Jagoba Arrasate no tuvo inconveniente en reconocer luego que se decantó por utilizar tres centrales para complicarle la vida al Athletic. Y si Garitano hubiese sacado defensa de cuatro, él hubiera copiado este otro sistema. La cuestión era desgastar al anfitrión, consciente de sus puntos flacos, especialmente el maltrecho estado de sus piernas y pulmones. A ello se puso Osasuna, a aguantar lo que le echasen, y qué decir a raíz de cobrar ventaja.

ni el árbitro A punto estuvo de salirle mal la jugada a Arrasate porque el tramo final fue un martirio para Osasuna. Percutió el Athletic con el corazón y acarició la recompensa que un día más el destino, el fútbol o el azar se negó a concederle. Bueno, ni el árbitro tuvo la deferencia de ser ecuánime en sus decisiones, de lo contrario debería haber señalado penalti por mano de Unai García. Es probable que le avisarán del VAR; si así fue, él pasó olímpicamente. Un detalle más para comprender y ponderar el delicado momento por el que atraviesa el Athletic. Ya le pasa de todo, que Unai López se lesiona la semana en que tiene que jugar sí o sí, que Villalibre también sufre un contratiempo físico y debe dejar su sitio después de ser de lo más potable del conjunto en la primera mitad. En fin, la famosa teoría del perro flaco en versión rojiblanca.

Tal cúmulo de factores adversos condiciona asimismo la tarea del entrenador, no obstante es legítimo preguntarse hasta qué punto resulta idóneo forzar la máquina tanto con determinados hombres, por muy titulares que sean. No es novedad, para decirlo todo, pero ayer se comprobó desde el comienzo que Raúl García no estaba, no para ejercer la tarea que se le encomienda. Apenas ganó una disputa. Otro tanto cabría apuntar sobre los laterales, claves en un esquema de tres centrales porque de sus desdoblamientos depende buena parte del balance ofensivo. Por cierto, cuesta explicar el sentido de perseverar con los tres centrales hasta la conclusión frente a un enemigo sin intención alguna de progresar y con el partido volcado sobre el área de Osasuna. Al respecto, decir que Arrasate retiró a uno de sus dos delanteros un minuto después de que Garitano agotase su cupo de relevos retirando a Vencedor para dar entrada a Ibai en posición de interior y dejase sobre el campo a Yeray, Núñez e Iñigo.

En fin, acaso este tipo de cuestiones carezcan de valor cuando la pelota no quiere entrar y los errores se imponen a los aciertos por culpa de la precipitación y el ansia que provoca en los jugadores ir por detrás en el marcador. Lo que es innegable es que el Athletic no logra detener su caída en el campeonato liguero y necesita con urgencia invertir la tendencia.