BETIS: Joel; Emerson, Edgar (Min. 79, Javi García), Bartra, Feddal, Álex Moreno; Lainez (Min. 73, Kaptoum), Guardado, Canales, Joaquín; y Loren (Min. 76, Borja Iglesias).

ATHLETIC: Unai Simón; Capa (Min. 82, Larrazabal), Yeray, Iñigo Martínez, Yuri; Dani García, Unai López; Williams, Sancet (Min. 68, San José), Córdoba (Min. 46, Unai Núñez); y Kodro.

Goles: 1-0: Min. 2; Joaquín. 2-0: Min. 11; Joaquín. 3-0: Min. 20; Joaquín. 3-1: Min. 44; Williams, de penalti. 3-2: Min. 74; Yuri.

Árbitro: Pizarro Gómez (Comité Madrileño). Amonestó a los visitantes Unai Núñez (Min. 46), Williams (Min. 77), San José (Min. 86) y Unai López (Min. 95); y a los locales Kaptoum (Min. 74) y Guardado (Min. 94).

Incidencias: Partido de la decimosexta jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio Benito Villamarín ante unos 46.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el reciente fallecimiento del exfutbolista del Betis Francisco Aparicio.

Derrota sin paliativos pese al maquillaje del marcador. El Athletic tiró por la borda todas sus opciones en un comienzo patético que el Betis exprimió a fondo con una exhibición rematadora de Joaquín. Resulta increíble que el bloque con el mejor balance defensivo en las grandes ligas del continente conceda tres goles en el corto espacio de veinte minutos, pero sucedió porque los de Gaizka Garitano saltaron al césped del Villamarín con una pavorosa empanada mental. El esfuerzo posterior fue inútil, ni siquiera la consecución de dos goles permitió soñar con la remontada. El Athletic nunca se rehizo del formidable golpe recibido y a falta de ideas y profundidad, se aferró al recurso del amor propio. Un argumento este que sirvió para retratar la escasa consistencia del Betis, lo que incrementa la sensación de desperdicio que quedó flotando y justifica, más si cabe, el enojo que generó la actuación ofrecida.

El hecho de que con el partido roto, cerca de su conclusión, Unai Simón evitase un castigo más severo con sendas paradas a bocajarro ante Joaquín e Iglesias, se puede comprender. No existe en cambio explicación aceptable para que una hora y media antes, en acciones muy similares, el capitán andaluz firmase el registro goleador de su vida. Tres goles que pillaron a los rojiblancos en Babia, tres avances que nadie supo interrumpir y permitieron que el veterano culminase con maestría y sin oposición alguna dentro del área. Quedó la impresión de que al Athletic se le atragantó de mala manera la disposición táctica diseñada por Rubi, que por cierto no constituye ningún secreto. No fue un problema de ubicación en el terreno solamente porque de haber asomado el punto de agresividad que le caracteriza, cuesta creer que el Betis hubiera obtenido un premio tan goloso.

Retirarse al descanso con un marcador tan adverso habiendo cometido cuatro faltas, la mitad que el oponente, da una idea del despiste generalizado que lastró al Athletic, ayer una caricatura grotesca de sí mismo. Sin duda que la blandura del voluntarioso Kodro y un Sancet desbordado penaliza el trabajo coral sin balón, pero hay fórmulas para obstaculizar las sencillas maniobras del trío de centrales béticos, bien asistidos por Guardado y Canales que bajaban a recibir. Seguramente influyó en el desorden el impacto generado por el 1-0. Iñigo salió a cortar la carrera de Lainez, la pelota quedó suelta y Emerson anduvo listo para rebañar y presentarse raudo en el área, donde sirvió para que Joaquín fusilase.

Diez minutos después, Capa sufrió un dos contra uno de Moreno y Joaquín y el segundo ajustó al palo izquierdo de Simón. En medio, Yuri logró asimismo saltarse las vigilancias para sacar un centro muy tenso y raso, ideal para que Williams empujase, pero cayó desequilibrado en boca de gol tras un leve toque de su marcador que el árbitro se negó a revisar. Tuvo el Athletic otra llegada peligrosa, de nuevo un servicio lateral, de Williams, que Kodro no acertó a empalmar en la cara de Robles. Para entonces, el esférico ya era propiedad de Joaquín, que se benefició de una pérdida de Unai López en terreno enemigo. La contra de libro conducida por Loren pilló a toda la zaga a contrapié.

La extraordinaria eficacia local amenazaba con un registro de escándalo. El Athletic había abonado una costosísima factura por culpa de su errónea lectura del juego y vagaba como alma en pena, llegaba tarde a todo. Le fue imposible reaccionar. Pasada la media hora el linier anulaba el cuarto, una vez más con la defensa al aire. Un golpe de suerte alivió la cosa: Moreno sacó el brazo a pasear en un saque de banda largo de Capa y Williams acortó distancias desde los once metros. Núñez calentaba en la banda. En vista del desastre, Garitano emuló el dibujo enemigo con un tercer central. Se trataba de protegerse un poco al menos y potenciar las subidas de Capa y Yuri con Williams centrado en punta junto a Kodro.

GOL DE LA NADA Entre lo que se tardó en procesar el cambio y que el Betis es un especialista en esconder la pelota con toquecitos y regates, el segundo acto discurrió anodino. Al Betis le interesaba que el cronómetro corriese y el empeño del Athletic por hacerse con la iniciativa estaba condenado al fracaso porque la precipitación se imponía al criterio y la precisión. Media hora sin noticias en las áreas que interrumpió Yuri, en una de sus cabalgadas. Chutó con el alma desde 32 metros y Robles no se enteró. De la nada había sacado el Athletic dos goles, así que por qué no iba a caer el tercero. Pues no cayó porque se precisa algo más que fortuna para rodar la enésima secuela de la serie Misión Imposible.

La competición admite carambolas y sorpresas, pero levantar un 3-0 sin fuste es mucho levantar. Desde luego, con sudar la camiseta no basta. La victoria del anfitrión estuvo a salvo. Robles permaneció inédito hasta el final y Simón, en cambio, se vio forzado a acaparar foco. A Joaquín, el único delantero que Rubi no relevó, le quedaban ganas de regodearse en su arte y cada pérdida rojiblanca en ese afán por ganar metros como fuese a punto estuvo de traducirse en disgusto. Demasiados regalos para aspirar a una hazaña. Tras un mes pletórico, el Athletic perdió el hilo argumental y cayó con estrépito. Ojalá sea un simple accidente. Con su puesta en escena se ganó a pulso el correctivo y, de paso, encumbró al gran Joaquín, que era quien menos lo necesitaba pues hace años que goza de la estima de los amantes del fútbol.