Bilbao - Estabilidad, como sinónimo de regularidad o solvencia, es un objetivo que podría ser interesante para el Athletic de cara a la campaña 2019-20. Transmitir una sensación de fiabilidad supondría un salto cualitativo respecto al pasado más reciente, un avance evidente si se compara con la desconcertante trayectoria de la temporada anterior, donde hubo de todo. Con un equipo que básicamente es el mismo debido a la ausencia de refuerzos contrastados, en primer lugar Gaizka Garitano tiene ante sí la misión de eludir complicaciones para así poder plantearse metas más sugerentes en un campeonato que presumiblemente volverá a estar presidido por la galopante igualdad observada en el último lustro. Solo los tres candidatos a los títulos y el puñado de clubes que suspiran por conservar la categoría, vivirán ajenos a la cerrada pelea que determinará el reparto de alguno de los premios continentales así como la distribución de las plazas que ocupan la parte media de la clasificación. El Athletic, junto a una docena de rivales, entra de lleno en este amplio grupo donde los márgenes que separan la ilusión de la indiferencia son cada vez más estrechos por culpa del dinero procedente de los derechos televisivos.

A favor de los intereses del Athletic juega el hecho de que Garitano conoce perfectamente el potencial de su plantilla y que fue capaz de extraerle el jugo suficiente para competir con garantías durante bastantes meses. De ello se valió para superar una coyuntura delicada. El equipo rectificó a tiempo y, pese a sus limitaciones, se mostró solvente para aparcar los temores con una celeridad impensable e incluso generar una expectativa que finalmente no se concretó. En la recta final del campeonato faltó convicción y también recursos para haber volteado completamente el panorama. Europa estuvo al alcance de la mano, los agobios de las navidades habían quedado enterrados, eran agua pasada, pero cuando tocaba perseverar y dar lustre al balance, afloró un déficit de ambición, aunque acaso sería más realista apuntar que lo que faltó fue calidad, que impidió sumar los puntos necesarios.

El octavo puesto supo a poco, pero objetivamente no era moco de pavo tras asistir al desvarío de Eduardo Berizzo. Terminar con esos altibajos tan acusados es lo que Garitano se propone ahora que tiene la oportunidad de planificar el curso desde el minuto uno. Se supone que cuando aceptó la oferta de renovación lo hizo convencido de que es posible diseñar un Athletic sólido, fiel a una idea que le permita funcionar sin sobresaltos.

REGENERACIÓN Garitano estará persuadido de que cuenta con mimbres suficientes para que se vea un Athletic que no se conforma con sacar adelante los compromisos de San Mamés; que ofrece un poderío no basado exclusivamente en su sistema defensivo; que tutea a la inmensa mayoría de los enemigos que se cruzarán en su camino e intenta romper pronósticos a costa de los gallos del corral.

Tampoco se le va a exigir más. El entorno es muy consciente de que asistimos a un proceso de regeneración, un clásico rojiblanco. En un plazo breve iniciado hace un par de años se ha de producir un relevo en gran parte de las demarcaciones porque la edad no perdona. El Athletic que ha brillado a lo largo de casi una década se va extinguiendo, es ley de vida.

En un análisis por líneas, da la impresión de que el futuro a medio plazo está garantizado en la parte de atrás. La nómina de porteros, centrales y laterales concede cierta tranquilidad, por calidad y cantidad. Una valoración que se apoya en lo presenciado en los últimos meses, pues el rendimiento defensivo fue clave en la fulgurante reacción registrada entre diciembre y marzo. Probablemente esa fortaleza volverá a significarse como baza fundamental y sería importante que se confirmase porque la viabilidad de todo proyecto descansa en la protección del área propia.

En ataque hay asimismo piezas que pueden ser útiles, empezando por Williams, al que ya le toca marcar diferencias. Sin olvidar que Raúl García sigue al pie del cañón. Es hora de que quienes apuntan y alternan la cal y la arena, se ganen a pulso la titularidad. La zona ancha es donde surgen más dudas. El año entrante debe servir para ir estableciendo una jerarquía distinta. Aquí, pero no solo aquí, entran en juego los jóvenes que sueñan con persuadir a un Garitano que debe gestionar un curso que se intuye complicado, con un ojo puesto en lo inmediato y otro en el porvenir.