EL Athletic, en su fructífero intento de romper la adversa estadística ante el Atlético de Diego Simeone en San Mamés, un rival convertido en los últimos años en una auténtica pesadilla para el conjunto rojiblanco, salió victorioso de un disputado envite en el que Gaizka Garitano quiso dar continuidad de inicio al plan trazado una semana atrás contra el Espanyol. En el once inicial, no en vano, solo asomaron ayer dos novedades respecto a la alineación diseñada para hacer frente al conjunto periquito. Ambas modificaciones, además, tomaron vuelo por pura necesidad, debido a la indisposición sufrida por Markel Susaeta, reemplazado por Ibai Gómez, y la baja por sanción de Iñigo Martínez, cuyo lugar en el centro de la defensa fue cubierto por Unai Núñez. Ambos, además, cumplieron a la perfección la misión encomendada por Garitano, quien manejó con brillantez los tiempos de un encuentro que hizo suyo desde la banda.

El técnico rojiblanco, iluminado ante los ojos de un superado Simeone, que no halló el premio deseado con el tridente ofensivo formado por Antoine Griezmann, Álvaro Morata y Diego Costa, decantó el devenir del choque con dos cambios que resultaron decisivos en el desenlace final del partido. El primero, en el minuto 70, extrañó a más de uno en San Mamés, pues fue Iker Muniain el elegido para abandonar el terreno de juego en favor de Iñigo Córdoba. El de la Txantrea, víctima del desgaste provocado por el propio desarrollo de una contienda exigente al máximo en el apartado físico, enfiló el camino hacia el banquillo ovacionado por La Catedral mientras Córdoba, hambriento de minutos, realizaba el camino inverso para tratar de inyectar energías renovadas al colectivo. Y lo hizo.

Tras ver desde un segundo plano los tres últimos partidos de liga de sus compañeros, el atacante bilbaino alborotó el juego y se reinvindicó en la acción del 1-0. De un robo suyo a Giménez gracias a una presión de la que no supo escapar el central uruguayo, sin ir más lejos, nació el primero de los dos goles del Athletic. Raúl García, siempre astuto, aprovechó la pérdida de balón del defensa colchonero, devolvió el cuero a Córdoba y este, con un centro-chut que sorprendió a Jan Oblak y Diego Godín, encontró libre de marca a Iñaki Williams, quien puso por delante en el luminoso a los leones para disfrute de la parroquia rojiblanca. Celebró el tanto por todo lo alto San Mamés sin saber aún que tendría todavía la oportunidad de festejar otro gol.

La felicidad de kodro El 2-0, definitivo para un Atlético que dice prácticamente adiós a la liga en Bilbao, también se cocinó en la banda de La Catedral, lugar desde el que Kodro observó y analizó cuanto necesitaba para saltar al césped en el minuto 84 en detrimento de Raúl García y aprovechar una asistencia de Ibai Gómez para batir a Oblak, previo desvío de Giménez. El éxtasis se apoderó de San Mamés y del propio delantero rojiblanco, quien estrenó su cuenta goleadora como león para quitarse “un peso de encima”, según reconoció él mismo en la zona mixta del coliseo bilbaino, donde recordó, no obstante, que “el fútbol no para”.

“Ha sido el gol más rápido de mi carrera, porque nunca había marcado en tan poco tiempo como profesional, ni semiprofesional”, admitió asimismo Kodro, quien agregó que el de ayer es un tanto que “significa mucho para mí, porque los delanteros, además de trabajar mucho, tenemos que hacer goles”. En la semana en la que Aritz Aduriz había subrayado en Lezama que el internacional bosnio hará “muchos goles” en el Athletic, Kodro dio la razón a su “profesor”, como calificó ayer al veterano ariete donostiarra un futbolista recién llegado a Bilbao que se erigió en uno de los protagonistas del triunfo ante el Atlético, victoria basada en los movimientos realizados por Garitano y en un banquillo con valor de tres puntos.