Bilbao - Hace un año, el 4 de febrero, en el que es curiosamente el Día Mundial contra el Cáncer, el estadio de Montilivi de Girona fue testigo del regreso de Yeray a los terrenos de juego tras más de medio año parado por la recaída de su cáncer testicular. Una enfermedad que le ha cambiado, como él mismo reconoce, y de la que habla sin tapujos.
¿Qué explicación encuentra a lo sucedido en Anoeta el sábado pasado?
-Creo que ellos salieron con bastante más intensidad, más ganas. Es más, se veía en el campo que las cosas no nos salían y el balón casi no nos duraba nada en los pies. Eso nos creó frustración. Encima con varios errores nuestros llegaron sus goles y se nos puso el partido cuesta arriba. En la segunda parte le intentamos dar la vuelta y conseguimos acercarnos en el marcador, pero tenemos muchísimas cosas que mejorar.
Lo que sorprende es el bajón en el rendimiento después de la buena dinámica que traían, con siete partidos de liga sin perder.
-Sí? Fue cosa de la primera parte, tampoco fue un desastre total en el que perdimos 5-0. Quedamos 2-1 y el partido estuvo reñido al final. No fue para nada un desastre, ni mucho menos.
Ganar a la Real les hubiera permitido estar más desahogados en la clasificación. Pero esto no para y ahora viene el Barcelona.
-Ahora que empezábamos a ver esos puestos de arriba un poco más cerca nos ha llegado el mazazo de perder contra la Real. Pero no nos vamos a achantar, ni mucho menos. Cualquier equipo de Primera, en cualquier partido, se puede llevar la victoria sea cual sea su rival. Y por ser el Barça no vamos a hacer nada distinto.
Algunos de sus compañeros han llegado incluso a hablar de la posibilidad de clasificarse para Europa. ¿Qué le parece?
-El vestuario ahora mismo piensa en el día a día, en sacar los tres puntos ante el próximo rival, en este caso el Barcelona. Ha habido varios meses en los que nos hemos encontrado abajo en la clasificación y no ha sido fácil para nosotros. Ha habido muchísimas críticas. Nos ilusiona pensar en poder entrar en esos puestos de UEFA, pero hay que ir partido a partido.
El Barça viene de jugar el miércoles contra el Madrid. ¿Considera que eso es bueno o malo?
-Tiene muchísimos jugadores para rotar y todos tienen un nivel mundial. No les va a influir jugar entre semana, ni mucho menos.
¿Prefiere que juegue Messi?
-Si te soy sincero, prefiero que no. Como preferiría que no jugaran Luis Suárez y alguno más. Nosotros sabemos de nuestra necesidad y esté Messi o no tenemos que ir a por el partido.
¿Cuál es su partido preferido de cada curso?
-Jugar contra el Barça, contra el Madrid, el derbi contra la Real? Para mí no hay ninguno que pueda decir que es el más importante. Esos tres partidos te los tomas de una manera diferente. No he jugado ni contra el Barça en San Mamés ni contra el Madrid en el Bernabéu y son partidos que me hace ilusión jugar por primera vez.
Valverde les conoce bien, aunque ustedes a él también. ¿Quién tiene más ventaja?
-Del equipo que entrenó Valverde al que hay ahora hay muchos jugadores nuevos y muchas diferencias. Al Barça lo conocemos bien. Lo importante son los que salten al campo.
Para sacar algo positivo, será vital recuperar el gen competitivo de jornadas anteriores...
-Tenemos que salir a morderles, a hacerles incómodo su juego. Hay que marcar las que tengamos, porque el Barça no falla.
No solo en ataque, también en defensa, porque ante la Real perdieron la solidez mostrada desde la llegada de Garitano.
-Este fin de semana tenemos una bonita ocasión de darle la vuelta a eso.
¿Por qué con Eduardo Berizzo no eran tan contundentes?
-Con Berizzo los centrales nos exponíamos a un uno contra uno con los delanteros. Unas disputas podías ganar, pero bastaba con perder una para que te generasen una ocasión y muchas acababan en gol. Con Garitano, desde el delantero hasta el defensa estamos más unidos, más seguros, más cómodos. A los centrales nos ayuda tener más apoyos.
¿Hablaban con Berizzo de esa inseguridad a la que ha hecho referencia?
-Al final él tenía un estilo de juego que es totalmente respetable porque era nuestro entrenador y a él le gustaba. Intentábamos plasmarlo en el campo.
Ustedes aseguraban que se encontraban cómodos jugando así...
-Sí. A nosotros nos gusta apretar arriba, pero es verdad que las cosas no salían y no le dábamos la vuelta. Por desgracia sucedió lo que sucedió, pero nosotros lo intentamos. Nunca nos opusimos. Lo intentamos por A y por B, pero no nos salió.
¿Qué les pidió Garitano en su primer día?
-El mensaje fue de unión. Estábamos abajo, el ambiente nunca ha salido malo en el vestuario, pero se habló de que si no ganábamos iba a ser un año muy jodido y muy complicado, que iban a ser semanas duras. Gaizka llegó, lo hablamos con él, todos opinábamos lo mismo. Lo que teníamos que hacer era estar más unidos que nunca. Ahora ni mucho menos estamos salvados. Nos vienen partidos que nos pueden ayudar a darle la vuelta definitivamente a la situación y hacer que la temporada acabe siendo más bonita.
El lunes se celebró el Día Mundial contra el Cáncer y justo ese mismo día pero hace un año volvió a jugar un partido con el Athletic tras superar una recaída en su enfermedad. ¿Cómo ha vivido este último año?
-El año pasado?
Acaba de cambiar el gesto, aunque pudiera parecer lo contrario, no le incomoda nada hablar sobre su enfermedad...
-Es que lo recuerdo como una experiencia más. Lo cuento aquí y se lo contaré a mis hijos dentro de unos años. Estoy orgulloso de ello. No porque quieras, sino porque te toca, pero te cambia la vida. Piensas las cosas de una manera diferente. Valoras volver a los terrenos de juego, que es lo que más te gusta, y que era algo que la enfermedad me había hecho dejar de lado. Me había costado mucho ser futbolista y tocaba recuperar todo.
¿Fue como empezar de cero?
-Sí. Eres una persona que se pone casi en 86 kilos, casi sin forma y aunque lo intentes no puedes hacer casi nada y no te sientes futbolista. Hay un tramo desde que acabo la quimioterapia hasta que vuelvo a empezar con el grupo, en el que encima tengo molestias en las rodillas y en los adductores, que te condiciona la vuelta y lo ves lejos. Pero una vez que vuelves y te encuentras estás deseando que el míster te convoque y volver a jugar.
Volvió a jugar un 4 de febrero?
-Me recordaron que era el Día Mundial contra el Cáncer. Ziganda me había dicho que iba a jugar y piensas “joe, que casualidad”. Muchas personas me escribieron diciendo que no era casualidad, que era por algo y que me lo había ganado.
¿Cuando en junio de 2017 le informaron de su recaída, imaginaba que año y medio después estaría a las puertas de jugar contra el Barça?
-Sí. Yo decidí empezar con la quimioterapia en junio, aunque se me dio la opción de seguir con el Europeo e incluso acabarlo. Me dijeron que esa receptiva que tuve no era peligrosa al 100% y que si quería podía acabar y luego darme el tratamiento. Eso sí, el tratamiento iba a ser duro, de tres meses, pero se podía posponer. En ese momento solo pensé en mí y en volver cuanto antes. Cuando empecé a darme la quimioterapia estaba en casa, me levantaba y mi único pensamiento era volver aquí a Lezama a intentar hacer lo que pudiese. Las primeras semanas me encontré bien y podía hacer casi cualquier cosa, pero luego empezaron los síntomas y me di cuenta de que no podía hacer muchas cosas, sobre todo levantar peso. Me despertaba con ilusión, venía aquí, veía a mis compañeros y eso me daba ánimos. A partir de la última sesión, que fue la más dura, valoraba incluso dar un paseo por al lado de casa, que me costaba la vida y tenía que sentarme en un banco. Lo intentaba, me gustaba salir.
¿Fue duro asumir esa realidad de un quiero y no puedo?
-Lo tenía muy asumido. Ya me habían dicho que la quimioterapia tenía mil efectos, que a cada persona le afectaba de manera diferente, pero que el cansancio lo iba a notar muchísimo. Me dijeron que no iba a tener ganas de hacer nada. Mi familia, mi novia, mis amigos? todos han visto que intentaba hacer muchas cosas. Hice viajes con la quimioterapia, intentaba hacer vida normal. Es que era alguien normal, con una enfermedad que no todo el mundo tiene, pero alguien normal.
¿Ha pasado ya lo peor?
-Ahora mismo no pienso, ni mucho menos, en que me vaya a suceder nada. Ayer tuve revisión, voy cada cuatro meses.
¿Qué le queda de aquel chaval tímido y callado que debutó ante el Sassuolo en 2016?
-Tímido siempre voy a ser, quizá ahora mucho menos que antes, pero cada uno lleva su gen dentro y eso no te lo van a quitar. Cambiar sí, como me lo ha cambiado a mí la enfermedad. Pero sigo siendo el mismo de siempre: al que le gusta hacer bromas, el que siempre está contento y se ríe incluso, no de su enfermedad, pero sí de las bromas que se hacen en torno a ella especialmente por parte de gente que intenta hacer daño.
¿Qué es en lo que más ha cambiado?
-Antes quizá me guardaba demasiadas cosas dentro y no las sacaba ni las dejaba ver a mis amigos ni a mis compañeros de equipo. Aquí prácticamente no me conocían. A raíz de la enfermad dejé todo eso atrás y acepté que me conociera todo el mundo. Me abrí a casi todo el mundo que me escribía, antes no hacía tanto caso. Ahora a casi todo el mundo le leo y si creo que necesita ayuda o puedo hacer cualquier cosa, lo hablo con él y lo intento.
Se implicó en ayudar a mucha gente, especialmente a niños. ¿Imaginaba que podía hacer tan bien a tanta gente?
-Lo único que había hecho antes de ese momento era ir al hospital de Cruces en Navidad. En ese momento no te imaginas ni sabes hasta qué punto puedes llegar a ayudar a alguien. Al principio te sorprende. A la gente le sorprende que con 22 o 23 años seas capaz de sentarte delante de mucha gente y ofrecer tu testimonio. Trato de que la gente se dé cuenta de que de esto se puede salir y no tienes que tener miedo de nada. Hay que afrontarlo como un obstáculo más que te pone la vida y hay que esquivarlo como se hace con muchos otros.
Al de poco de conocerse su enfermedad, se hizo pública la buena relación que mantuvo con Carlota Egusquiza, una deportista como usted que también tuvo que hacer frente a un cáncer. ¿Cómo ha vivido su reciente fallecimiento?
-Casualmente fue el día de mi cumpleaños, el 24 de enero. Me levanté y me encontré con un mensaje en el que se me decía que había fallecido. Tenía confianza con ella, nos escribíamos, nos mandábamos mensajes, incluso quedamos alguna vez en Madrid... Cuando la veía me sentía reflejado en ella. Era una luchadora que sin ser tan reconocida como puedo serlo yo, había influenciado a mucha gente.
Es el legado que ha dejado y que le toca seguir a usted...
-Yo siempre voy a estar dispuesto a cualquier iniciativa. Hay gente que se intenta aprovechar también y busca su beneficio económico. Eso no me gusta, ni mucho menos. Quiero ayudar a gente que de verdad lo necesita.