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LA investigación para mejorar las características de los campos de hierba artificial ha experimentado un salto cualitativo en los últimos años. El césped que parecía una lija y donde el balón rodaba sin control ha pasado a mejor vida. Poliuretano, polietileno, caucho y arena se han combinado con una técnica capaz de imitar casi al cien por cien la hierba natural. Un ejemplo de esta innovación es el Sonera Stadium, donde el HJK Helsinki recibirá mañana al Athletic en el partido de vuelta de la eliminatoria de la Europa League.

Los hombres de Marcelo Bielsa no tendrán problemas para aclimatarse a este césped artificial. Al menos así piensa Javier Burzurí, representante en España de la multinacional italiana Mondo, especializada en la instalación de campos de hierba artificial y que colocó el de la capital finlandesa. "Nada más pisarlo, los jugadores notarán una sensación mucho más cómoda. Por las características de su composición y por los monofilamentos de tres nervios, esta hierba retorna rápidamente a su posición natural, lo que es muy importante para que el balón ruede bien y no bote mucho", subraya Burzurí, cuya empresa ya sabe lo que es trabajar en Lezama. El campo de entrenamiento número 4 lleva el mismo césped que el de Helsinki, un terreno de juego de última generación con el que los bilbainos cuentan desde este verano.

Aunque lo ideal sería que todos los equipos inmersos en las competiciones europeas dispusieran de un campo de hierba natural, en países con largas temporadas de frío, como es el caso de Helsinki, es más rentable recurrir a lo sintético. Este césped, denominado 3NX y que cuenta con el sello de calidad "FIFA dos estrellas" (la máxima certificación que concede la Federación Internacional de Fútbol), a juicio del representante de Mondo, "es lo más parecido que puede haber al césped de San Mamés". Una afirmación que los más puristas pondrían en cuarentena, pero que Burzurí defiende con datos. Según un estudio de la marca deportiva Adidas, que ha probado sus botas en esta hierba artificial, se ha comprobado que el comportamiento de este material no tiene nada que envidiar al que miman los jardineros.

En cuanto a las lesiones (los tobillos suelen sufrir en los giros y los músculos se resienten al pisar sobre un material más duro), este experto en campos de hierba artificial considera que "la realidad" demuestra que el nivel de jugadores lesionados es parejo en ambos terrenos. Una posición que también defiende la FIFA, que en 2003 convirtió al Sonera Stadium en el primer campo sintético donde se disputó una fase final de un Mundial de fútbol. Concretamente, fue en categoría sub'17, campeonato donde la selección española encabezada por el azulgrana Cesc Fábregas y el jugador del Manchester City David Silva perdió la final contra Brasil.

Además de Lezama, campos de fútbol como los de Mallona, Rekalde, Atxarte, Iparralde, La Arboleda o Santurtzi cuentan con este material de última generación. "Bizkaia es uno de los territorios que históricamente siempre ha apostado por la hierba artificial", apunta el representante de la multinacional italiana, que tiene la fabrica en la localidad aragonesa de Borja, conocido en los últimos días por la dudosa restauración que una vecina ha hecho del Ecce Homo.

Los antecedentes El Athletic llega al Sonera Stadium, que hoy pisará por primera vez, con los deberes hechos y sin el peligro que suele acarrear la hierba artificial para los equipos visitantes. Aunque los rojiblancos ya saben lo que es pasarlo mal sobre este tipo de terrenos. Fue en otra eliminatoria previa a la fase de grupos de la Europa League, hace justo tres años, cuando los bilbainos empataron, 1-1, en Noruega ante el Tromsoe tras haber ganado 3-2 en la ida disputada en San Mamés. Un mes antes, el Young Boys suizo también se cruzó en el camino del Athletic y los hombres entrenados en aquel momento por Joaquín Caparrós se impusieron por 1-2, con Iker Muniain convirtiéndose en el goleador más precoz de la historia rojiblanca. Más recientemente, el Lokomotiv ruso superó 2-1 a los leones en el año triunfal de los de Bielsa por Europa, aunque en Moscú pesó más el frío que la hierba artificial.