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"En el Athletic nadie se tira del barco"

El año pasado fue el último en que jugó como profesional. Una serie de experiencias poco gratificantes le empujaron a colgar las botas antes de cumplir la treintena. Cuenta sin tapujos las circunstancias negativas que vivió en el Athletic y en algún otro club, pero con la perspectiva de quien ha pasado página

"En el Athletic nadie se tira del barco"David de Haro

BILBAO. Fue Ernesto Valverde quien le dio la oportunidad de debutar con el Athletic en Primera División a Javi Casas (Sopelana, 1982). Participó con asiduidad durante tres temporadas, dos de ellas marcadas por las angustias clasificatorias. La llegada de Joaquín Caparrós cortó en seco su proyección y no consiguió remontar el vuelo.

Es el más joven de cuantos hasta la fecha han pasado por esta serie de entrevistas.

Si te digo la verdad hasta me da un poco de vergüenza ir a jugar con los veteranos. Por cierto que los de la Real se picaron por mi presencia y le llamaron a Plácido, a nuestro míster, para quejarse.

Está en su derecho a jugar con los veteranos del Athletic, aunque sólo tenga 30 años.

Mira, voy a jugar por quitar el mono. Allí hay unos más veteranos que otros, pero lo bueno es que todos juegan bien. La gente está en forma, se suda, yo el primer día noté que era en campo grande.

Acaba de colgar las botas, el verano pasado dejó el profesionalismo.

Sí, estuve en el Alavés. Estuvo bien porque volvía a casa después de varios años en equipos de fuera y tengo que decir que había un grupo majo. Íbamos juntos cuatro desde aquí a diario para los entrenamientos: Alaña, Ibon Gutiérrez, Jon Moya y yo. Lo malo fue que el entrenador tenía un carácter muy agrio y jugué poco, menos de lo que creo que podía haber jugado.

Y antes estuvo en el Guijuelo.

Fui al Alavés gracias a que estuve antes en el Guijuelo, donde (Carlos) Pouso me dio bolilla y acabamos bastante decentemente. Estuve muy a gusto porque es un entrenador que sabe sacar partido a los jugadores, lo hizo allí pese a que el equipo estaba abajo en la tabla. Lo que luego ha logrado en el Mirandés no es casualidad. Pouso se está ganando un sitio arriba y creo que llegará. Bueno, estar en Segunda ya es algo importante porque hay mil entrenadores y muy pocos equipos.

Sí que le ha dejado huella.

El fichó por el Guijuelo un mes antes que yo. Sabe crear un ambiente sano, relajado, de equipo, aunque claro que luego es exigente. Tiene buena mano también con la directiva. Mira, por ejemplo, a la del Guijuelo le sacó que nos dieran un jamón después de cada victoria y lo de comernos un jamón entre todos se convirtió en una rutina estupenda. Un directivo se encargaba de organizarlo cada vez en un bar distinto del pueblo, venía un profesional a cortar el jamón y todo.

Antes pasó por el Córdoba y el Cartagena, pero sin apenas tomar parte en la competición.

A Córdoba llegué en diciembre y se supone que me ficharon porque el lateral habitual no andaba bien, aunque él llevaba veinte partidos y yo venía de no jugar, y eso siempre se nota. La cosa es que parece que Rubén se puso las pilas y yo como no tenía ritmo, pues jugué muy poco. Hubiese necesitado que me diesen varios partidos para coger la forma , pero… La verdad es que en ningún sitio he cogido el tono que tuve en el Athletic.

¿Y en el Cartagena?

Pues sencillamente que el entrenador me puso una cruz, como antes me pasó con Caparrós.

¿Quién era y por qué, para qué le ficharon entonces?

Juan Ignacio Martínez, el que ha estado el año pasado en el Levante. Me ficharían porque había estado en el Athletic, no sé, pero o no le gusté o no sé qué paso, pero es que no iba ni en las convocatorias. Lo pasé mal, el año se me hizo muy largo y estás muy lejos de casa. De ahí me rescató Pouso, como ya he contado, y jugué con él todo el último tercio de la temporada.

Muchos sinsabores, uno detrás de otro, con el paréntesis de Guijuelo.

Sí, todo eso es lo que me ha llevado a dejarlo. Son muchos años en el fútbol y en los últimos, aparte de jugar más o menos, he conocido situaciones que no son agradables. Por edad podría haber seguido, pero no tenía ninguna oferta por aquí, fuera sí, pero es que ya no me apetecía ir otra vez a la aventura.

Así que ahora, con los veteranos.

Bueno, hago más cosas relacionadas con el deporte. Estoy trabajando en ello, soy monitor de tenis y de pádel. Ahora voy a intentar sacar los títulos para poder entrenar a chavales en fútbol, sin aspiraciones de otro tipo.

Ha citado de pasada a Caparrós.

Lo suyo clamaba al cielo. Me deja un año sin ficha y al año siguiente, cuando tengo una oferta del Elche, que encima pone dinero, resulta que no me deja salir. Conmigo se portaron muy mal, tanto Caparrós como el presidente. Me dijeron que contaban conmigo, que querían que hubiese dos hombres por puesto y al de poco ficharon a Balenziaga. En la pretemporada del año anterior ya me dejó en la cuneta y luego esto. Es verdad que jugué el primer partido, con la mala suerte de que hice una anchoa que costó un gol.

Habla de la derrota con el Almería, 1-3, en San Mamés.

Sí, di un pase para atrás y Negredo marcó, pero hubo dos goles más y parece que yo tuve la culpa en todos. Nunca me quejaré de que me den una oportunidad, pero después de un año entero sin jugar, me pone, no me sale bien y me crucifica. He conocido entrenadores de todo tipo, pero un entrenador lo primero que tiene que ser es persona y no pensar sólo en sí mismo. Caparrós era totalmente frío con los que no jugábamos, que son los que más agradecen y necesitan que se les preste un poco de atención.

Ahí quedó sentenciado.

Reconozco que he tenido suerte por haber jugado en el Athletic, la suerte es algo que se necesita en la vida y en el fútbol, yo y cualquiera, porque no es fácil llegar ahí, pero luego esa suerte se me volvió en contra. Pienso que pude haber aportado más, pero… Me lo quiero tomar bien, tampoco se acaba el mundo.

Habla de la parte amarga en el Athletic, pero antes tuvo unos años buenos, por ejemplo cuando Valverde le subió del filial.

Subí con Azkorra, Solabarrieta y Angulo, aunque este no se quedó. Azkorra y yo teníamos ficha del primer equipo y Solabarrieta se la ganó jugando diez partidos.

Usted intervino en 30 partidos en su primera campaña arriba y eso que estaba Asier del Horno.

El mejor recuerdo que tengo en el Athletic fue la semifinal de Copa con el Betis, fui titular en la ida y en la vuelta. Eso y el gol que marqué en Riazor, donde aseguramos la permanencia con Clemente. Fue a la salida de un córner, no rematé bien, pero entró, que era lo que valía, y sentí que estábamos salvados. La sensación que viví ese año y el siguiente, cuando nos salvamos en el último partido con el Levante, no son para olvidar.

En la semifinal con el Betis faltó suerte.

Merecimos ganar los dos partidos. Yo llegué muy bien porque había ido cogiendo confianza, jugué a menudo y estaba feliz. Hubo bastante carga de partidos, jugamos la UEFA y Valverde quería empujarnos a los que veníamos del filial. Otro igual hubiera ido a lo seguro sin contar tanto con los jóvenes.

Bueno eso es lo que se debe hacer en el Athletic, promocionar el producto de la cantera.

El año anterior con Valverde debutaron Jonan, Bordas e Iraola. Lo de Iraola sí que es una pasada, desde que debutó ha jugado una media de 30 partidos. Pero lo de dar bola a los jóvenes depende del entrenador. También Caparrós sacaba gente, pero luego, después de unos partidos, dejaba de contar con ella.

Se fue Valverde y vinieron dos temporadas muy complicadas.

Las cosas se torcieron desde el principio con Mendilibar, hubo quien dijo que se le hizo boicot, pero eso es impensable porque hubiese sido ir contra nuestros intereses. En esa pelea por eludir el descenso eres consciente de la trascendencia que tiene el Athletic.

Toda la responsabilidad recae sobre el futbolista.

Mantener la categoría se convierte en una cuestión de vida o muerte. Percibíamos el peso de la historia, del orgullo por ser del equipo, lo que nos transmitía fuerza para sacar los partidos, a veces sin hacer merecimientos en el campo. El público empujaba mucho, lo notabas, pero durante el resto de la semana también te llegaba la intranquilidad con que se vivía aquella situación.

En el primer año de angustias, se redondeó una notable segunda vuelta con Clemente.

Fue algo parecido a lo que ha hecho el Zaragoza este último año. Creo que sumamos 30 puntos en la segunda vuelta. Pero al año siguiente nos vimos en una situación similar, algo que no sé qué explicación tenía porque empezamos con toda la ilusión. Mané y Ondarru, como Clemente el año anterior, transmitían calma, no se ponían nerviosos. Mané ponía más seriedad, mientras que Ondarru era muy cercano, daba alegría al vestuario. Ese año tuvimos un problema gordo porque faltaban Gurpegi, Tiko y Orbaiz, uno sancionado y los otros lesionados, eran los tres hombres del centro del campo y tuvieron que jugar ahí Murillo e Iraola, que la verdad es que lo hicieron muy bien. Pero esas ausencias las notamos mucho. Lo que pasa es que hay implicación, solidaridad. Es lo bueno que tiene el Athletic, que cuando vienen mal dadas todos vamos a una, remando en la misma dirección, en otro equipo alguno ya se habría tirado del barco, en el Athletic eso no pasa.

Solventados esos malos tragos, le tocó pasar su calvario particular.

Me dejaron sin ficha y no quise salir en diciembre, pensé que si tenía que irme, lo haría el año siguiente, pero no me lo permitieron. Estar sin ficha es duro, aunque quieras no puedes sentirte partícipe como los demás. Quizás si me hubiesen dejado marchar, mi carrera hubiera sido distinta, pero eso nunca se sabrá. Eso sí, yo estoy orgulloso de haber pertenecido al Athletic, eso no me lo quita nadie.

Usted tenía un contrato largo.

En el año de Mendilibar firmé para cinco temporadas, pero sólo pude jugar dos. Así que por una cosa o por otra, desde que empecé en el primer equipo no puedo decir que disfrutase del fútbol en el sentido de divertirme.

Algo que sí le pasaría en las categorías inferiores.

Empecé en el Juvenil Nacional, a la vez que Iraola. Nos entrenaba Edorta Murua, luego le tuve a Valverde y a Mendilibar en el Basconia. En el Bilbao Athletic empecé con Terrazas, luego Valverde y Murua otra vez. La época de las categorías inferiores es bonita, coincides con mucha gente y desde luego no sientes esa presión.

Para eso se van preparando, para asumir responsabilidades.

Es así. Me acuerdo del tema del peso. Yo he jugado en el filial con kilos de más, dos o tres, pero una vez arriba, cada año estabas más obsesionado con ese tema. En Primera División o estás perfecto o lo tienes complicado. Te enfrentas a jugadores buenísimos.

¿En quién está pensando?

Pues por ejemplo en Forlán, que hacía unos desmarques que flipabas. Es de los que más me costó cubrir. Iba a recibir y de repente el tío estaba ya rompiendo al espacio. Una pasada. También cubrí a Beckham, pero no era un jugador de desborde.

¿Qué opinión le merece la temporada que ha hecho Jon Aurtenetxe?

Ha estado muy bien, con esa edad haber jugado tantos partidos y siendo además tan regular...