Cuando era niña picoteaba un poco de aquí y un poco de allí: teatro, danza, música... Fue una representación de La bella y la bestia, en la escuela de teatro musical de su Manresa natal, la que la convenció de que su vida estaba sobre el escenario. A punto de terminar sus estudios, Gina Gonfaus vio un casting para Mamma Mia! y se presentó sin muchas esperanzas; ahora representa a Sophie, la hija de la protagonista, en esta obra basada en las canciones del grupo sueco más conocido a nivel internacional.
Banda sonora de generaciones, ¿también usted creció con ABBA?
Quizá no he sido súper fan pero es inevitable conocer sus canciones porque suenan vayas donde vayas: en el súper, la radio, cualquier fiesta... Y la película incrementó más su fama.
¿Cuánto de Amanda Seyfried, Sophie en la gran pantalla, hay en su personaje?
Es la película confort a la que recurro cuando necesito pasar un rato agradable, la he visto muchísimas veces y es imposible no tener esa referencia. Pero he intentado basarme más en el texto, en las canciones, en la interacción con otros personajes…
¿Qué tiene de nuevo este montaje?
Lo único que conserva son las canciones, la historia y los personajes. Se ha hecho una versión nueva del texto y sobre todo de la parte escénica, apostando por una coreografía muy fresca de Iker Carrera. Aunque la haya visto antes, le va a sorprender.
¿Cuál es su número favorito?
Honey, honey, una de las primeras escenas. Es muy divertida.
¿Y el más difícil?
Hay un bloque muy exigente en el que voy enlazando Lay all your love on me, Super Trouper, Gimme! Gimme! Gimme!, The name of the game y Voulez Vous. Este último lo es para toda la compañía: hay mucha coreografía, muchos cruces… Refleja muy bien la sensación de perdida que tiene Sophie, de que pasan muchas cosas a su alrededor que no controla.
¿El público ya les deja cantar?
Participa mucho, sobre todo al final. Tenemos un medley de canciones, casi como si fuera un concierto, y animamos a la gente a que se ponga de pie, cante y baile con nosotros, lo disfrute y se vaya a casa feliz.
¿Cómo es compartir escenario con Verónica, Ylenia y Cristina?
Son mujeres que llevan muchos años dedicándose a esto y hay cosas que aprendes solo estando con ellas en el escenario. Son referentes muy directos, compañeras a las que recurrir si tengo cualquier duda. Es fantástico, siento que he aprendido y sigo aprendiendo mucho de ellas todos los días.
¿Lo pasan tan bien entre bambalinas como sobre el escenario?
La verdad es que hay muy buen rollo en la compañía. El espectáculo también ayuda tiene una energía muy fresca que se contagia hasta dentro de los camerinos.
¿La obra se vende sola o hay que seguir ganándose al público cada función?
Tienes que cumplir con las expectativas que la gente trae; al conocer el musical, saben lo que es y sabe lo que quiere ver. Cada noche tienes que estar ahí para dárselo.
‘I have a dream’, empieza cantando Sophie. ¿Cuál es el suyo?
Poder trabajar y vivir de esto. Es un mundo muy complicado a nivel de estabilidad.
Es su primer gran espectáculo. Ha entrado por la puerta grande.
Estaba en mi último año de carrera y era el momento de empezar a presentarse a castings más en serio. Salió este y fui a probar qué pasaba y cómo me desenvolvía. Fui pasando fases hasta que me llamaron; no me lo creía.
‘Mamma mia!’ ha puesto el listón muy alto.
Hay un musical que lleva algunos años en Londres y Broadway que se llama Hades Town. Está basado en dos mitos griegos y tiene una música preciosa, es como una tragedia griega con un estilo más contemporáneo. Me encantaría que algún día lo trajesen y poder hacerlo. ¡Ojalá!
¿Cómo llegó al teatro musical?
Cuando era pequeña hacía las tres cosas por separado: un poco de danza, música, en el cole hacía teatro… Yo soy de Manresa y allí había una escuela de teatro musical. Una amiga me invitó a ver La bella y la bestia y salí diciéndoles a mis padres “yo quiero hacer esto”. Me apoyaron mucho y me animaron a formarme.
¿Se cuida estos días o es imposible abstraerse de la fiesta?
Tenemos que tener mucha disciplina a nivel físico y vocal, nos tenemos que cuidar muchísimo, sobre todo la voz porque se resiente muy fácilmente. Pero el ambiente es increíble y también hay que permitirse hacer un poco de vida social. Intento encontrar un equilibrio aunque es difícil no caer en la tentación.
¿Cuál es el peor ‘tierra, trágame’ sobre el escenario?
Quedarse en blanco es de los mayores pánicos que tenemos todos los actores. Y si es con la letra de una canción, peor aún. Con un texto puedes improvisar con más facilidad; rimar en las canciones es difícil, tienes que ser muy hábil. Pero ensayamos muchas veces y confías en que no va a pasar.
Tiene por delante dos años de gira. ¿Prefiere la tranquilidad de un teatro fijo o probar públicos nuevos?
Es diferente, cada uno tiene sus ventajas y desventajas. Llevábamos ya un tiempo en el Rialto, en Madrid, y es muy chulo llegar a un teatro nuevo: te pone un poco más en alerta, más despierta. Solo hemos estado en Málaga y en Bilbao pero ves ya reacciones muy distintas del público. En Málaga la gente empieza desde el principio muy efusiva y aquí, aunque al final se vuelve loca, al principio es más reservada. Creo que va a ser una experiencia chula ver cómo reacciona el público en cada ciudad.