Aste Nagusia permite pasar de un Klub junto a los Pilares de la tierra a una terraza en el mismísimo cielo de Bilbao.

Ahí precisamente, en el cielo del Botxo, o sea, en la terraza de la azotea del Ercilla se encontraba ayer, pasadita la hora del té, el gastrónomo y maestro de las cosas del buen comer, Mikel Zeberio. Con él, el crítico gastronómico de la revista ON, Aitor Zugasti, así como Ainara Eguren o Jorge Díez, de Notodoesgula. También formaban parte de grupo Jagoba Santesteban y Ania López, de la coctelería Geo, de Balmaseda. Habían participado en una cata maridada de vinos de Jerez, de los que les habló Andrés Sánchez, y un prestigioso wisky de malta, cuyas virtudes glosó su embajadora, Victoria W. La Semana Grande ofrece este tipo de delicias.

Conversaban animadamente y sacaban fotos al skyline botxero en el roof del Ercilla las chicas de pádel de Gorliz. No fallan un año a su cita con el cielo de la Villa de Don Diego en Aste Nagusia. “Venimos siempre, al menos una vez”, nos dijeron Beatriz Errasti, Arantza Larrabeiti, Sara Muniuzguren, Itziar Gil y Mari José Unanue. Venían del Casco Viejo y de Ledesma, donde vieron al actor Ángel Llacer.

Alberto Romero, Vicky Martínez, Silvia de Andrés y Sonia Rodríguez gozaban de una mesa con vistas a Artxanda. “Nos gusta el ambiente de Indautxu en Aste Nagusia”, apuntó Vicky.

A la hora de decidirse por la azotea del Ercilla conviene considerar dos aspectos. Por un lado, es mejor reservar mesa con antelación. Y por otro, muy importante, solo el primer ascensor de la recepción conduce a la terraza. Lo dice bien claro en la botonera. Pero, con la euforia festiva y la charla, no resulta difícil entrar a uno de los otros elevadores y volverse majara apretando botones. No responderán porque piden la tarjeta de la que únicamente disponen las personas alojadas. Así que, atención a la botonera externa antes de entrar y empezar a tocar el timbre porque no funciona. O de subir once pisos a pie sin sherpa ni bombona de oxígeno, a lo Juanito Oyarzabal.

Bilbao cuenta con más terrazas del estilo. La del Yandiola ofrece el encanto añadido de la arquitectura de la Alhóndiga. Las cúpulas casi se pueden tocar con las manos. Y, además, Ricardo Pérez y su equipo saben hacer las cosas. El DJ Julen Ugalde, que pincha todas las tardes, acababa de poner Vivir mi vida, de Mark Anthony, y al personal se le estaba aflojando la cadera. Con la excepción de Montse y Mari Jose Iglesias y Janire Serna, que se definieron como “hijas del metal”. Su plan era acercarse a Bilborock a escuchar el concierto de sus irreverentes paisanos, los basauritarras The Daltonics. La banda que lidera Alex Ron es una de las que integra el cartel de la 38 Muestra de Metal y Pop Rock de Aste Nagusia.

Borja Jauregui, Joseba Gandarias, Jon Legina y Hugo Rojo, con perspectiva sobre la plaza de Arriquíbar desde la terraza del Yandiola, dejarían que avanzara la tarde.

Una vez a nivel del suelo, el Klub que ha habilitado el palacio Euskalduna justo frente a la cafetería invita a tomar algo mientras se comentan las expectativas ante este o aquel espectáculo. O para realizar una valoración en cuadrilla a la salida. Mari Carmen Conde, Lidia García, Ainara Berzosa, Janire Bayón, Iratxe Corral, Begoña Paraje e Izaskun Tajada ya tenían sus entradas. “Vamos a ver ‘Pecados’ (El cabaret de la carne) ¡Y después, los cometemos!”, bromeó Iratxe.

La opción del director general de Euskalduna, Iñigo Iturrate, y la diputada foral de Euskera, Cultura y Deporte, Leixuri Arrizabalaga, era distinta. Eligieron el estreno de Tongola, los monólogos de humor en euskera que interpretan Ugaitz Alegría y Ainhoa Etxebarria. Pasó por el Klub, asimismo, la concejala de Euskera, Atención y Participación Ciudadana, Agenda 2030 e Internacional del ayuntamiento de Bilbao, Eider Inunziaga. Lo hizo en compañía de la profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad de Deusto, Davinia Sánchez López. Iban a ver Los pilares de la tierra.