"La sentencia del Tribunal Supremo es totalmente desequilibrada, pírrica e incomprensible". Así resume Juan Cuatrecasas, el padre del joven que sufrió abusos sexuales por parte de un exprofesor del colegio Gaztelueta, el fallo emitido el pasado lunes y que condena a dos años de prisión a Txema M., cuando la Audiencia Provincial de Bizkaia había dictaminado once de cárcel.

Según Cuatrecasas, el fallo de la Sala -que refleja que no pueden ser considerados como demostrados los hechos más graves denunciados por la víctima-, no solo perjudica a su hijo, sino a todas las personas que han padecido abusos sexuales. "Obviamente, ninguna víctima cuenta su horrible experiencia como si fuera un partido de fútbol. Creemos que hay una escasa preparación en jueces y fiscales para saber frente a lo que están. Yo voy a seguir insistiendo en que las víctimas no lo cuentan cuando quiere un fiscal o un juez; lo hacen cuando pueden y, generalmente, frente a un facultativo. Por eso, esta sentencia ofende a todas las víctimas de abusos sexuales", reflexiona el padre del joven que sufrió las agresiones cuando era menor de edad.

Y es que la sentencia del Supremo pone en cuestión la veracidad de los abusos más deleznables porque el exalumno de Gaztelueta pudo hablar de ellos años después. "No lo cuentan cuando quieren, sino cuando pueden ", insiste Cuatrecasas. "Las víctimas no pueden tolerar ya que se diga que tienen que relatar el delito al ritmo que quieran imponerle", agrega. Incluso, la resolución del Tribunal Supremo afea la decisión tomada por los jueces de la Audiencia Provincial de Bizkaia. "La prueba del hecho no puede hacerse descansar en una percepción intuitiva de los magistrados. No basta la mera convicción de que aquello tuvo que haber pasado para sustentar una condena que asciende a once años de privación de libertad", indica el Supremo en su fallo, que parece obviar que peritos, psiquiatras, psicólogos, médicos y otros profesionales testificaron en el juicio corroborando la versión de la víctima, en base a pruebas que le realizaron y al seguimiento facultativo llevado a cabo durante muchos años, entre otras cuestiones.

CULPABILIDAD

Pese a todo, Cuatrecasas destaca que existe un cargo de culpabilidad. "Me hago fuerte porque hay una condena y desde el colegio se dijo que era una invención de mi hijo. Y lo primero que hay que valorar es esa condena", remarca el padre del joven, que siempre pone en valor la valentía de su hijo, "dando la cara con firmeza, denunciando un delito terrible que contra él cometieron en un colegio concertado y diferenciado cuya dirección lejos de defender a la víctima, la intentó convertir en verdugo".

Y mientras tanto, Txema M., numerario del Opus Dei, con dos condenas a sus espaldas, sigue manteniendo su inocencia. "Desde que se me acusó, he vivido condenado al estigma de la culpa, de la sospecha y del rechazo. Y todo ello por un delito monstruoso que no he cometido. He tratado de llevar todo esto con visión cristiana, sin rencor y perdonando", afirma el exprofesor en una carta. "Me han dolido las felicitaciones de algunos amigos, como si tuviera que alegrarme por ir menos tiempo a la cárcel, cuando soy inocente". Asimismo, Txema M. señala que su abogado está estudiando la sentencia para recurrirla ante el Tribunal Constitucional. "Llegaré hasta donde pueda para demostrar mi completa inocencia", declara.