"Es un día de fiesta en el barrio”. Las palabras salían entre la sonrisa de Alberto Fernández, el presidente de Astrabu Club Motero, y se quedaban a bajas revoluciones entre el bullicio que rugía en la plaza Mendiguren al mediodía. Y no, no era por las motos, aún. Era por música, por la cantidad de gente y por las actividades que, ya desde la mañana, nutrieron esta jornada dedicada a las dos ruedas, organizada por esta asociación erandioztarra.
¡Menudo ambientazo! Hasta después de comer, las joyas del motor permanecieron aparcadas en la calle San Lorenzo, perfectamente ordenadas, acompasadas y posando para las cámaras y los ojos curiosos. “La mañana, la dedicamos a las propuestas infantiles”, puntualizó el presidente de Astrabu Club Motero. Después, en torno a las 16.30 horas, sí que llegó la ruta por los municipios cercanos a lo largo de unos 60 minutos. A disfrutar al máximo. A abrir gas. Ahí sí que hubo un auténtico estruendo motorístico impresionante. Alrededor de 200 personas formaron parte de este paseo que sirvió para hacer visible y reivindicar ese amor por las motos que solo quienes van sobre ellas conocen. “En el club ahora estamos 11 hombres y 11 mujeres. Todos, pareja y sin distinciones”, indicó Alberto. En efecto, es una pasión compartida y sentida a pares. Y hasta transmitida, seguro. Desde luego, las motos despiertan curiosidad y exprimen la pura adrenalina y la diversión de los más pequeños, como se pudo ver en las carreras con motos de juguete que formaron parte de este día tan especial para Astrabu Club Motero. Ojo, que por algo se celebró el Gran Premio Motoplastic. Para todos los participantes, hubo chuches. También estuvo incluido dentro de este programa el pique entre niños más mayores con motos de gasolina. Muchos ya apuntan maneras... Así que la plaza Mendiguren se convirtió en un circuito que olía a talos de chorizo y que fue cómplice para artículos de este mundillo, como llaveros, chupas, camisetas... De tal padre, tal hijo, rezaba una de las elásticas con el dibujo de dos moteros intergeneracionales. Y es que hubo dos puestos de estas características, además de otro que albergó distintos talleres infantiles.
Por la tarde, después de la ruta: más comida. En este caso, morcilla. Luego, más juegos, sokatira y concierto de Guillermo Fernández. “También hacemos un sorteo con todos los regalos que nos han donado los colaboradores”, apuntó Alberto. Porque en Astrabudua, todos los colectivos y agrupaciones trabajan con todos. La noche llegó a ritmo de DJ hasta que se fue apagando. “Organizamos esta concentración desde hace muchos años ya, esta es la décimo séptima edición y lo planteamos como un día de celebración para el barrio. De todas formas, hoy ha sido cosa nuestra la fiesta y la semana que viene iremos a la de Ortuella, que la hace otro grupo. Así nos lo montamos. Hay buen rollo entre todos”, admitió el presidente de Astrabu Club Motero.
Sin condiciones
Este grupo erandioztarra tiene una filosofía abierta. Todo el mundo es bienvenido, independientemente de la moto que tenga, de los años que lleve conduciendo.... “Nosotros no tenemos nada que ver con un motoclub. Por eso, somos club motero”, matizó el portavoz. Y es que para ser miembro de un motoclub, hay que tener un padrino dentro que avale la solicitud, formar parte de la estructura durante un largo tiempo solo como prospecto, hasta que se permita el acceso pleno, tras el cual, el nuevo integrante realiza un juramento de lealtad.
Esta cuadrilla motera de Astrabudua suele realizar salidas mensuales, muchas del fin de semana entero, y quedadas con su local en la calle Karl Marx 17, como epicentro. “Lo pasamos bien y disfrutamos, que es de lo que se trata”, reconoció Alberto, con la fiebre motera -contagiosa ayer en la plaza Mendiguren- corriendo por sus venas.