Portugalete - La ciudadanía mostró su hartazgo ante el fenómeno de la okupación. Uno de los comentarios que se oía entre el vecindario de El Progreso era que “si vuelve a ocurrir algo así, volveremos a hacer lo mismo”. Ramón, José y Manuel analizaban en la calle todo lo acontecido en las últimas horas en su barrio. Llevan medio siglo en ese lugar. Como otros, con su sudor y su trabajo han ayudado a que este barrio obrero progresase y su última aportación, llena de dignidad y solidaridad, fue concentrarse el jueves. “No pensábamos que iban a acabar yéndose. Si no ocurre en otros sitios? ¿por qué iba a ocurrir aquí?”, reflexionaron. Sin duda, lo que hizo que las tornas cambiasen fue la presión de la ciudadanía que no quiso ceder ante las amenazas y advertencias de que se okuparían otras viviendas de su barrio. “Hubo un momento en el que vimos que, al final, acabarían saliendo de la casa. La gente estaba muy caliente y no podía acabar de otra manera porque no se iban a mover hasta que no saliesen de ahí. Ya no aguantábamos más”, indicaron. El Progreso y Repelega están en los focos de la noticia por el caso Vitori y, en parte, pueden convertirse en un ejemplo de lucha y unión. “Los barrios, ante estas situaciones, han de unirse, luchar y presionar hasta que se vayan. La unión hace la fuerza”, señalaron.

El rostro de Agurtzane mezclaba la lógica alegría y el cansancio acumulado tras unos días muy duros en los que ha visto sufrir a Vitori, en los que ha tenido que oír todo tipo de comentarios amenazantes y que han acabado con un vecindario unido y en el que todo el Estado ha puesto sus focos. “No pensábamos que todo esto iba a tener tanta repercusión. Nos ha sorprendido. El jueves se vivieron momentos tensos, pero la gente entró pronto en razón. Sabíamos que había que protestar, meter ruido? Esto es la unión de un pueblo ante una injusticia real. La burocracia ha de ir mucho más rápida. No se puede esperar mes y medio cuando se sabe que lo que han hecho es absolutamente ilegal”, desarrolló esta vecina de El Progreso.

Este barrio, con su unión y su valentía, ha logrado que Vitori no tenga que esperar, como mínimo, hasta el 20 de noviembre -fecha en la que se va a celebrar la vista judicial por el caso- para volver a su hogar, a la casa en la que creció, maduró y vivió durante 88 años. El Progreso espera no tener que luchar por sus casas, pero si vuelve a haber una okupación, lo hará. - M. A. Pardo