En un mundo en el que estamos más interconectados que nunca gracias a internet y las redes sociales sorprende escuchar la noticia de que han encontrado el cadáver de un hombre que llevaba quince años fallecido (hoy tendría 86 años si siguiera vivo) sobre la cama de su propia casa, al parecer por muerte natural. En una sociedad actual en la que contamos y mostramos nuestra vida casi al minuto, nadie echó en falta a Antonio Famoso, un jubilado nacido en Malagón (Ciudad Real) que llevaba muerto desde 2010. Y no en una casa aislada de un pequeño pueblo, sino en un piso de un bloque de una gran ciudad.

Se inunda su terraza

Y podrían haber pasado unos cuantos años más si no fuera porque las intensas lluvias que cayeron los últimos días en Valencia provocaron que se atascara el desagüe y se inundara la terraza del piso más alto de un bloque de viviendas del modesto barrio de la Fuensanta, en el que vivía él. El agua que fue cayendo desde arriba a los pisos inferiores era de color negro y olía muy mal, lo que provocó que los vecinos llamaran a la Policía local y a los bomberos.

Cuando los agentes llegaron y accedieron el pasado sábado a ese piso, cuya puerta no estaba forzada y tenía el pestillo cerrado por dentro, lo primero que vieron es que en el interior habían anidado las palomas. Y en uno de los dormitorios, sobre una cama, encontraron un cuerpo vestido, casi un esqueleto en avanzado estado de composición, ya momificado, de un señor rodeado de palomas muertas e insectos de todo tipo.

Nadie le echó en falta

¿Cómo es posible que nadie se percatara de su ausencia a lo largo de quince años? Aunque parece imposible, hay algunas razones que pueden llevar a entenderlo. En primer lugar, como la ventana estaba abierta, el olor que a buen seguro que desprendía el cuerpo putrefacto se ventilaba sin llegar al resto de viviendas, aunque algunos vecinos notaron hace años un intenso hedor, que fue pasajero.

El portal del bloque. Kai Försterling

Además, los vecinos, con los que no tenía una gran relación, dieron por hecho que se habría trasladado a una residencia de ancianos, porque seguía pagando la comunidad, el agua y la luz, que tenía domiciliados, e incluso, según testigos han relatado a El País, saldó una deuda de más de 11.000 euros con los vecinos tras el embargo de sus ingresos. Todos esos gastos se pagaban desde su cuenta bancaria, porque al no haberse comunicado su fallecimiento seguía recibiendo su pensión cada mes.

Sin vida social

Si a eso se le añade que es recurrente que algunos vecinos vacíen los buzones llenos de propaganda para evitar que se cuelen okupas al suponer que esos pisos se encuentran vacíos, se puede entender algo más lo sucedido. Además, la gente que lo recuerda habla de un hombre solitario y cabizbajo, que se había descuidado mucho tras su separación, hace unas tres décadas, y que apenas hacía vida social más allá de ir a la compra y pasar tiempo solo en el bar.

Es cierto que Antonio Famoso tenía dos hijos, un hombre y una mujer, pero hacía ya mucho tiempo que su relación con ellos se había roto totalmente. Así que nadie lo echó en falta durante quince años. Hasta que se inundó su terraza y afectó a otras personas.