El Ministerio de Sanidad reconoce por primera vez la covid persistente como un problema de salud crónico, cuyo abordaje es prioritario dentro de la estrategia de cronicidad, junto a otros como el dolor crónico no oncológico, la enfermedad celíaca o la polio.
El Plan Operativo 2025-2028 de la Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad, que Sanidad presentará mañana a las comunidades, al que ha tenido acceso EFE este jueves, introduce una serie de dolencias no especificadas en la estrategia de cronicidad que se puso en marcha en 2012 ante el creciente impacto sobre las personas, los servicios de salud y la sostenibilidad del sistema.
Casi diez años después, en 2021, se actualizó para reforzar el enfoque integral de la atención de estas enfermedades tras constatar que, aunque se habían producido muchos avances en esos años, quedaban áreas de mejora.
De esta forma, con este plan operativo que previsiblemente aprobará mañana el Consejo Interterritorial, se da continuidad a este proceso, incorporando recomendaciones concretas a necesidades específicas de afectados por problemas crónicos de salud, lo que favorecerá una atención más integrada, proactiva y centrada en el paciente.
Respuesta basada en la evidencia
Hay una serie de problemas crónicos de salud que, por su impacto, su abordaje es prioritario, de la diabetes a la hipertensión arterial, enfermedades respiratorias crónicas, tabaquismo, obesidad, enfermedad renal crónica o enfermedades hepáticas crónicas.
Junto a ellos, a partir de ahora está también la covid persistente, sobre la que es necesario "establecer circuitos asistenciales específicos y protocolos de seguimiento multidisciplinar para personas con síntomas prolongados tras la covid-19, garantizando una respuesta adaptada, integral y basada en la evidencia".
En España no existe un registro oficial, pero se estima que alrededor del 10 % de los que han pasado la fase aguda de la covid-19 mantiene síntomas persistentes después de las 12 semanas tras la infección, que se mantienen durante al menos 2 meses y no se explican por ninguna otra patología.
La mayoría son mujeres, de las que la mitad tienen entre 36 y 50 años; los síntomas se cuentan por decenas, aunque el 80 % sufre astenia, fatiga -sin haber hecho actividad física previa- y mucha afectación neurocognitiva, como déficit de concentración, alteraciones de la memoria y niebla mental. Solo entre el 6 y el 7 % se ha curado.
La cronicidad también es cosa de niños
La estrategia de 2012 y su actualización mencionaba el dolor crónico, pero sin diferenciar el oncológico del no oncológico, causado por dolencias diferentes al cáncer o sus tratamientos.
Es el que se produce de forma continua durante más de cuatro días a la semana y persiste desde hace al menos tres meses. Afecta a uno de cada seis ciudadanos (17 %) en España, unos ocho millones de personas, en su mayoría mujeres.
De este dolor, el plan emplaza a "fomentar un enfoque multidisciplinar basado en la evidencia para mejorar el control del dolor, reducir el uso excesivo de analgésicos âespecialmente opioidesâ y promover alternativas terapéuticas (farmacológicas y no farmacológicas) seguras y eficaces".
También se escucha por primera vez a los afectados por la polio, admitiendo la necesidad de "fortalecer la detección y la atención integral a las personas con secuelas de polio y síndrome pospolio, asegurando una atención coordinada y adaptada a sus necesidades clínicas, funcionales y sociales".
O de la enfermedad celiaca, con la intención de "mejorar el diagnóstico precoz y la formación de los profesionales y del paciente, promoviendo su empoderamiento para garantizar un adecuado control de la enfermedad y una adherencia efectiva a la dieta sin gluten".
Igualmente, el documento deja claro que la cronicidad no es exclusiva de mayores, sino que también afecta a niños y adolescentes con enfermedades complejas que requieren atención especializada.
Por ello, insta a "impulsar la identificación y estratificación" de esta población para "fomentar la continuidad asistencial y los recursos sociosanitarios para disminuir" el impacto en el paciente pediátrico y su familia, mejorar su calidad de vida y favorecer su atención en el domicilio.