Quince años después del secuestro del buque atunero-congelador Alakrana por parte de piratas somalíes, las aguas de la zona occidental del océano Índico, frente a la costa oriental africana, continúan siendo peligrosas. Así las cosas, los buques vascos que faenan en esa zona a la pesca de túnidos tropicales realizan su actividad con agentes de seguridad privada a bordo. La presencia de hombres armados en los buques atuneros se ha convertido en algo habitual durante los últimos quince años. Y es que la amenaza pirata continúa latente en la zona, a pesar de que no se hayan producido secuestros de buques europeos en los últimos años. Grupos armados con base en la costa de Somalia continúan surcando las aguas del nordeste de África a la caza y captura de cualquier embarcación por cuyo secuestro puedan obtener beneficio económico.
Además de contar con agentes de seguridad privada a bordo para garantizar la seguridad del buque en caso de un posible ataque pirata, los arrantzales vascos no bajan la guardia –no pueden ni deben hacerlo– principalmente durante la noche. Las guardias son continuas y se mantienen las medidas de seguridad extraordinarias adoptadas tras el secuestro del Alakrana.
La amenaza pirata condiciona la actividad pesquera de los buques atuneros vascos en el océano Índico. Y es que cuando largan la red al agua tras localizar un cardumen de rabil, patudo o listado, se convierten en una presa muy vulnerable. No tienen la más mínima opción de escapar. En este sentido, cabe recordar que los piratas somalíes que protagonizaron el secuestro del Alakrana perpetraron su ataque cuando el buque bermeano se hallaba en pleno lance de pesca, con la red en el agua. “El momento de largar la red es muy delicado y se extreman las medidas de seguridad” explica el oficial de un buque bermeano que desarrolla su actividad pesquera en aguas del océano Índico. “Han pasado muchos años desde que se produjera el secuestro del Alakrana –añade– pero no podemos bajar la guardia porque los piratas siguen acechando en el mar”.
Más atuneros faenando
En la actualidad una treintena de atuneros congeladores con base en el puerto de Bermeo faenan a la pesca de túnidos tropicales en aguas del océano Índico. El número de embarcaciones que trabaja en la zona se ha visto incrementado en los últimos meses con la llegada de nuevas unidades procedentes del Atlántico a causa de la escasez de capturas. Asimismo, la época del Monzón –desde mayo hasta octubre– toca a su fin y los piratas aprovechan el buen estado de la mar para salir de caza. La noche, es otro de los momentos delicados de la vida de los arran-tzales vascos en el Índico. “Apagamos todas las luces del barco de manera que no sea visible en el exterior, sobretodo si la embarcación no está navegando. Durante toda la noche hay un oficial en el puente y un marinero de guardia en la cubierta. Además, mantenemos apagado el AIS (Sistema de identificación automática)” detalla el patrón. Durante la noche, el oficial destacado en el puente del barco está muy pendiente de las señales que envía el radar. “Si nos llega algún eco extraño que entendemos puede ser una amenaza en potencia, avisamos inmediatamente a los agentes de seguridad para que traten de identificar el buque en cuestión con los prismáticos de visión nocturna. Además se pone en marcha el motor principal para tener la oportunidad de emprender la huida ante un eventual ataque”.
Convivir diariamente con la amenaza pirata supone una carga añadida para los arrantzales que faenan en el Índico. Y es que a la actividad pesquera que se extiende desde la salida del sol hasta el crepúsculo, hay que añadir la tensión que genera la posibilidad –por pequeña que sea– de ser víctimas de un ataque pirata. “No descansamos nunca. No podemos relajarnos y disfrutar de nuestras horas de descanso con tranquilidad. Es muy estresante, la verdad” confiesa el oficial de un atunero bermeano en el Índico.