Tras mostrar su “solidaridad” con la madre del pequeño Gabriel Cruz, que rechaza cualquier producción sobre la muerte de su hijo, Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos, resume categórico que “no todo vale” a la hora de rodar series y documentales si hay de por medio víctimas con nombre y apellido.

“Quizás estamos cayendo en buscar la morbosidad sin que para nada tenga un efecto preventivo, de información, que haga cambiar las cosas en nuestra sociedad”, considera Amills, para quien “el interés económico es legítimo, pero debe respetar ante todo el deseo de la familia y más cuando la víctima es un menor y hay una persona encarcelada de por vida por un asesinato cruel sin ningún tipo de atenuante”. 

“Cuando se hace para prevenir, la familia siente que la vida de sus seres ha tenido un significado”

Joaquín Amills - Presidente de SOS Desaparecidos

Aunque en este caso la familia se opone a cualquier tipo de proyecto sobre la muerte de su hijo, las reacciones son variadas. “Cuando un documental está hecho con mucha seriedad, analiza de forma constructiva la investigación y sus resultados, sin entrar en detalles escabrosos, y su fin último es prevenir, poner en alerta, toda familia puede sentir una cierta paz de que la vida de sus seres haya tenido un significado”, opina. Sin embargo, censura, si solo se alimenta el morbo, “la familia se siente herida, maltratada, y lo importante, que es qué hemos aprendido de esto, no queda resuelto”.

"Nos puede el sensacionalismo"

En este sentido, Amills reconoce que se enganchó a ver la serie El caso Asunta porque “quería saber qué significado tenía toda la historia que se estaba contando, cuál iba a ser la conclusión”, pero se quedó con las ganas. “Terminada la serie, dije: ¿Cuál es el mensaje? No lo sé. Es tan ambigua que no sabes qué pretende. ¿Un efecto preventivo? Yo no se lo vi. ¿Informativo? A veces tira contra el juez, otras contra la guardia civil, que los padres son inocentes, que son culpables... Podría ser una miniserie que me hubiera entretenido en otras circunstancias, pero como miniserie de un caso real no me lleva a ningún lado”, lamenta.

En contraposición a estos tratamientos mediáticos, recuerda el caso de las niñas Anna y Olivia, a quienes su padre quitó la vida y lanzó al mar. “Todos los medios de comunicación fueron respetuosos con un solo mensaje: Basta ya de violencia vicaria. Para la sociedad significó un antes y un después, pero desgraciadamente a veces entramos en una dinámica en la que nos puede el sensacionalismo. Cuántas veces vemos que se anuncia el hallazgo del cuerpo de una persona desaparecida y se entera la familia por la televisión”.