Hasta 285.000 personas dejarían de fumar en el Estado en un año si se implantara el etiquetado genérico en la cajetillas de tabaco, y la cifra rozaría el medio millón si a esta estrategia para el control del tabaquismo se añadiera la subida de un solo euro en el precio de la cajetilla.

Estas estimaciones, según explica el director del Centro Colaborador de la OMS para el Control del Tabaco, Esteve Fernández, se basan en la literatura internacional y en los estudios en algunos de los 22 países que ya aplican esta medida, y serían más elevadas si en lugar de atender al conjunto de población adulta del Estado que fuma, nueve millones y medio, el perfil se centrase en adolescentes y personas que contemplan la idea de dejar de fumar.

El empaquetado neutro o genérico, que se incluye en el Plan Integral para la Prevención y Control del Tabaquismo, que esta semana se evalúa con las comunidades autónomas en el Consejo Interterritorial de Salud, supone sustituir las cajetillas actuales por un empaquetado uniforme, con un color aversivo como es el verde grisáceo y con el nombre de la marca en tipografía arial y en letra más pequeña que la de las advertencias sanitarias.

Fernández, que es jefe de la Unidad de Control del Tabaco del Instituto Catalán de Oncología, sostiene que esta estrategia, de implantarse, tendría un impacto muy positivo en la salud, con una reducción del consumo del 3% que llegaría al 5% si se acompaña de una subida del precio.

“Es una medida fuerte que daría un gran empujón a la deshabituación tabáquica. Un escalón de bajada que suele mantenerse un tiempo y luego se va acelerando”, señala este experto. “Una medida buena, barata y de coste cero” que este experto e investigador del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge propone ampliar a las bolsas de tabaco de liar y a los vapeadores. El empaquetado neutro de tabaco es “uno de los mayores pasos que podemos dar en su desnormalización”, señala el portavoz de la Iniciativa ciudadana XQNS para el avance de la ley de tabaco, Joseba Zabala.

Y es que el Estado lleva 12 años de retraso sobre Australia y siete respecto a países vecinos como Francia y Reino Unido en la puesta en marcha de esta medida que para multiplicar su eficacia, deberá estar acompañada de otras. Plantea Zabala un aumento “contundente” en el precio del tabaco, la ampliación de los espacios sin humo y la protección a los menores para que no accedan al tabaco ni a productos análogos con nicotina.

Y es que remarca que el tabaco es un producto que “mata a la mitad de quienes lo compran” y, por ello, sostiene, “no puede ser comercializado ni empaquetado como un producto normalizado sino como un producto tóxico y venenoso”.