"Ha llegado a la radio una chica joven y guapa, todos los días cada vez que se levanta le miran el culo, a veces también las tetas". Así de contundente es uno de los mensajes que aparecen en un grupo de Whatsapp que han creado en Gasteiz varias periodistas.

Lo que quieren dejar claro con esta iniciativa inédita es que "no le ha pasado a una amiga de una amiga de una conocida. Está pasando y a diario".

"Desde hace años una compañera entra a los despachos siempre con el móvil. Y se inventa excusas para dejar la puerta abierta".

"Antes de entrar a la redacción me ato los botones hasta arriba, aunque haga un calor insoportable. Para que me miren a la cara".

A todas les ha pasado

Son solo algunos de los comentarios muy reveladores que se recogen en este grupo privado de Whatsapp.

Se han dado cuenta que a todas les ha pasado. Intercambian mensajes que reflejan que el machismo diario sigue anclado en muchas redacciones de los medios de comunicación.

Reconocen que han vivido incluso situaciones de acoso más graves y que sus jefes no han hecho nada. "Un compañero empezó a seguirme. Sabía a qué hora y con quién estaba por las tardes. Duró unas semanas. Lo conté en el trabajo y no hicieron nada. Solo esperaron a que pasara el tiempo y sobre todo, que nadie se enterara".

En otro mensaje puede leerse cómo tienen que convivir con "un compañero que es agresivo verbalmente y muy intimidante. Eso sí, sabe cuándo comportarse como un machirulo".

"Miran el móvil cuando hablamos nosotras"

Otra periodista 'de las veteranas' recuerda que "hace 25 años cuando empecé tenía un compañero que casi todos los días nos hablaba de las tetas de su novia. Siempre de risas, de cachondeo. Era muy incómodo".

Pero "hoy en día todavía hay jefes que echan piropos, jefes que piensan que tienen secretarias a su lado y jefes que miran el móvil cuando hablamos nosotras".

Se dan cuenta de que a pesar del paso del tiempo, "pocas cosas han cambiado" en una profesión donde la precariedad y la discriminación salarial están muy presentes.

Ellas se mantienen en el anonimato, al igual que los nombres y los apellidos de sus acosadores, que solo conocen ellas.