Golpe. Palabra de cinco letras con al menos cinco significados distintos: robar, pegar, derrotar a un rival, levantarse contra unas instituciones democráticas y, en el argot micológico, una explosión de setas y hongos.

Las intensas lluvias de principios de septiembre y un suelo caliente han propiciado un golpe que no se veía desde hace 30 años. En Ultzama, según estudios de fructificación del Gobierno de Navarra, se estima que el bosque ha producido ocho kilos de boletus aereus y reticulatus por hectárea. 24.000 kilos en total.

Andabas 15 minutos y ya tenías la cesta llena. Había más de cinco ejemplares por kilómetro lineal”, recuerda Javier Gómez, gestor del Parque Micológico Ultzama. 

El gran golpe ha llenado los hayedos y robledales de recolectores de hongos. “Han sido dos semanas muy intensas. Todos los días hemos vendido los 100 permisos diarios. Además, hay 600 personas que tienen permiso anual”, señala Javier.

El gestor del parque micológico calcula que, durante la primera quincena de septiembre, unas 400 personas se han acercado a Ultzama cada día. “Una pasada. Y mucha gente se ha quedado sin permiso. No podemos vender más porque el bosque se masifica”, defiende. 

A pesar de controlar el aforo a través de los permisos, Javier reconoce que en momentos puntuales se ha roto la “paz” que se respira en el valle. “El fin de semana había un montón de coches aparcados en la pista y un vecino no podía sacar su remolque. Otra persona no pudo entrar a la parcela donde pasta su ganado”, apunta.

Según Javier, la saturación temporal se debió a la cantidad “excepcional” de hongos y a que algunos ciudadanos entran al coto sin permiso. “Hay gente que se la juega porque creen que no les van a parar”, explica Javier. 

Ante estas actitudes, los trabajadores del parque micológico paran a los conductores, piden los permisos y revisan los maleteros para comprobar que no se han recolectado más de ocho kilos por persona.

“No les podemos multar, solo advertir. Para eso nos apoyamos en el Guarderío de Medio Ambiente, Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) y la Policía Foral, que hacen rondas por las pistas forestales. El fin de semana pusieron tres multas por recolectar sin permiso y las setas se decomisan”, indica. 

Turismo micológico

Desde hace varios otoños, los bosques navarros se llenan de recolectores que se adentran en los hayedos y robledales en busca del codiciado hongo.

Según Javier, el turismo micológico se ha puesto de moda porque “somos seres de bosque. Nuestros ancestros proceden del bosque. Unos corren trails, otros andan en bici y hay quien coge setas. Además, te llevas un manjar a casa”, comenta. 

El perfil es muy variado. Gente del valle, de Navarra, de Euskadi o familias con hijos. “Vienen por primera vez a aprender y les enseñamos las especies más comunes”, afirma. También se acercan desde Tarragona y Valencia. “Les encanta el hongo y se alojan varios días en Ultzama”, apunta.

Para que no se vuelvan sin nada, el parque realiza un parte micológico semanal: “Hacemos una estimación de la producción por especies. Así saben cuándo venir y no se vuelven con las cestas vacías. Es un servicio fundamental porque el hongo y las setas son impredecibles”. 

A pesar de que el gran golpe disminuye lentamente, la gente se sigue acercando al Parque Micológico Ultzama. “Me he estrenado hoy. Vivo en Sartaguda y aún no había podido venir. He llegado a tiempo porque todavía quedan hongos de sobra. He cogido sin parar”, comenta Jorge Benito, que enseña con orgullo los ocho kilos de hongo beltza que lleva en la cesta.

Jorge comenzó a recolectar setas de pequeño con su tío y se pegaba “unas palizas tremendas. No paraba de caminar y agacharme, pero siempre cogía”, recuerda. Jorge se “enganchó” al hongo y en la temporada busca en los hayedos navarros y los pinares de Soria: “Voy a donde hay golpes”, reconoce. 

Jesús Pardo y Reyes Pueyo también están de estreno y han recolectado cuatro kilos de boletus –reticulatus, edulis y aereus–, amanita caesarea y galampernas. “Un surtido variado, como en el supermercado, que vas cogiendo lo que quieres”, bromea Jesús.

Además, han cogido setas viejas, les han quitado los pies y han esparcido las esporas por el bosque para que en un futuro vuelvan a fructificar. “Es una práctica muy recomendable que hace muy poca gente”, agradece Javier.

La pareja es setera desde la niñez, se adentraron en el mundo micológico a través de la seta de cardo y todos los años se acercan a Ultzama. “Nos encanta porque estos hayedos no se encuentran en cualquier lugar”, indican. 

Francisco Egozkue y Lourdes Etxenike, de Baztan, llevan más de tres décadas viniendo a Ultzama a por hongos . “Mi tío fue párroco en Alkotz, nos avisaba en cuanto salían y veníamos corriendo”, relata Francisco.

En este inicio de temporada ya se han acercado tres veces al parque y han recolectado 14 kilos. “El primer día cogimos seis kilos, el segundo cinco y el tercero tres. Cada vez andamos más y acabamos con los pies deshechos”, asegura.

Aún así, bocata y cesta en mano, inicia su cuarta búsqueda. “Seguro que quedan. Cojo hongo beltza, gorringo y ziza hori. No conozco más y es mejor no arriesgar. Con las setas hay que tener mucho cuidado”, avisa Francisco. 

Y, cómo no, tampoco podían faltar los gipuzkoanos. “Es la primera vez que venimos a por hongos, nos ha encantado y repetiremos aunque tengamos fama de roba setas”, se ríe Rafael Sánchez, natural de Arrasate. 

¿Un segundo golpe?

Tras un inicio espectacular, ¿qué deparará el resto de la temporada? Javier avanza que el primer golpe se frenará por el descenso de las temperaturas y las precipitaciones de ayer, hoy y el sábado.

“Los boletus aereus y reticulatus son especies de verano que necesitan sol y temperaturas suaves. No hace falta que llueva más porque hay humedad suficiente. De sobra”, insiste. 

Ambas especies de hongos desaparecerán del bosque, pero el segundo golpe está al caer si a las últimas precipitaciones le prosiguen días soleados y templados: “Si es así, tendremos más hongos en dos o tres semanas”, adelanta. En concreto, boletus edulis y pinofilus, especies de otoño que aguantan mejor el frío.

Entre el impasse de ambos golpes, Javier anima a coger otras setas que ya han salido por Ultzama: ziza hori, cantarelus cibarius, gamuza, lengua de vaca, amanita rubescens, trompeta de los muertos o amanita cesárea.