“Espero que el producto que nos faciliten a través del sistema vasco de salud nos haga el mismo efecto y nos sirva para calmar nuestras dolencias”, confía una vizcaina que prefiere preservar su identidad y a la que le diagnosticaron endometriosis con 25 años. Hasta los 32 le hizo frente con los tratamientos convencionales. “Se me reprodujo dos veces y empeoré bastante. Ahora llevo consumiendo cannabis ocho años”, hace cuentas.

En todo este tiempo esta mujer ha ido acumulando más patologías, como la fibromialgia y la fatiga crónica, pero “es la endometriosis la enfermedad que en principio creemos que va a estar cubierta dentro de seis meses por Osakidetza con el cannabis terapéutico”, precisa.

Hasta entonces palía sus síntomas con aceite de cannabis, que consume de manera vaporizada. “Con el tiempo he ido controlando las crisis de dolor. Con unas gotas de aceite de cannabis me hace efecto casi al momento. Lo que más tengo es rigidez en la espalda y el cuello y, unos segundos después de inhalar, los dolores desaparecen”, asegura esta mujer, que actualmente no toma ningún medicamento con este fin. “Se trata de que, con la menor dosis, tengas esos efectos el mayor tiempo posible. Una vez que lo he ido teniendo controlado, ya no necesito opiáceos ni analgésicos ni antiinflamatorios. Yo ya estaba en la Unidad del Dolor tratando la fibromialgia con lidocaína, tramadol... Me habían propuesto hasta parches de morfina. Justo ahí es cuando descubrí la vaporización del cannabis y cómo me beneficiaba en el momento para el dolor y empecé a bajar la medicación convencional”, explica.

Además de calmar sus dolencias, también consiguió mitigar sus miedos. “Estaba rozando dosis problemáticas, con una adicción a un opiáceo gorda y con miedo a tener una sobredosis en cualquier momento porque era a demanda y yo siempre tenía miedo a estar tomando de más. Como nunca he llegado a tener una liberación del dolor total, mi miedo era ese. Te puedes tomar una más, otra más y ¿dónde está el umbral de sobredosificarme?”, se pregunta.

Lejos de asumir riesgos, esta paciente, que se abastece de cannabis “a través del autocultivo y de una asociación de confianza”, se asesoró sobre su uso en una clínica de Barcelona. “Estudiaron mis dolencias, me recomendaron la dosificación que me vendría mejor y me hicieron un informe para estar un poco más cubierta legalmente porque con el drogotest estamos desamparados, ya que no se reconoce como un medicamento. No se respeta nuestra presunción de inocencia. Se piensan que vamos drogados”.