"Que las mujeres puedan ser sometidas a prácticas que no desean y que solo soportan porque constituyen su medio de supervivencia no nos ayuda a construir una sociedad basada en la igualdad", denuncia la abogada feminista Charo Carracedo, quien recientemente ha presentado en Bizkaia la Ley Orgánica para la Abolición del Sistema Prostitucional, en cuya redacción ha participado.

Uno de los objetivos de la ley abolicionista que defienden es "acabar con la impunidad de los puteros".

-Hay que penalizar al putero y desmantelar la industria del sexo. Hay una violencia que ejerce el proxeneta cuando coacciona a las mujeres al ejercicio de la prostitución, pero también hay una violencia directa que ejercen los hombres que acceden al cuerpo de las mujeres por precio. Además, ellos son los que mantienen con su dinero esta industria criminal. No es aceptable que exista una actividad económica basada en ofertar mujeres para que sean sodomizadas, orinadas o practiquen felaciones.

Habrá quienes piensen que acabar con "el oficio más antiguo del mundo" es una utopía. ¿Qué les diría?

-Decir que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo es un mito de legitimidad. La abolición es un proceso de cambio que no se va a producir de la noche a la mañana. Cuando se inició el proceso de abolición de la esclavitud los que lo formularon no consideraron que había que esperar a que todos los esclavos tuvieran trabajo. En la ley abolicionista del sistema prostitucional hemos establecido mecanismos de salida para las mujeres. Proponemos su acceso a programas de reinserción laboral, que cuenten con el salario de integración mientras están en ese proceso, que tengan un permiso administrativo, acceso a la salud, asesoramiento, apoyo psicológico... Es decir, un programa de recuperación y reparación de los daños que han sufrido como consecuencia de su explotación sexual. No somos utópicas. La prostitución es una institución patriarcal, inadmisible con la igualdad y perfectamente erradicable. Se trata de voluntad política, de poner en práctica políticas públicas y de cambios de paradigma.

Otros creen que la abolición hará que se ejerza en peores condiciones.

-Es otro mito de legitimación. Un principio básico del abolicionismo es que no se puede sancionar ni administrativa ni penalmente a las mujeres. Ahora hay mujeres que ejercen en medio abierto que no pueden negociar, no saben ni el idioma. Tienen que sacar una cantidad y, dependiendo de la concurrencia de puteros, bajan el precio. Ellas no controlan las condiciones del ejercicio prostitucional.

¿Qué me dice de las que defienden poder ejercer libremente?

-Muchas de las mujeres que defienden el modelo y dicen que se prostituyen porque les apetece están íntimamente vinculadas con los intereses de la industria del sexo. Hay una vinculación entre el proxenetismo y las llamadas trabajadoras sexuales.

Los proxenetas se valen de argucias como cobrar por el alquiler de la habitación para eludir la ley. ¿Corrige esto la normativa que proponen?

-Recuperamos la tercería locativa. Esto supone que todos los que habiliten espacios para el ejercicio de la prostitución ajena son proxenetas y, por tanto, están sometidos a la ley penal, a la sanción punitiva y al embargo de las ganancias y bienes que hayan obtenido como consecuencia de la explotación de la prostitución ajena. Otro elemento fundamental es que no tenemos que demostrar si las mujeres han sufrido o no coerción. Es decir, yo me puedo prostituir, pero nadie se puede beneficiar de ello. Esta es una forma de cortar la actividad económica del proxenetismo.

La prostitución es un tema espinoso. ¿Por qué ningún gobernante lo ha querido abordar?

-Porque los derechos de las mujeres siempre ocupan un lugar secundario en los programas y en los acuerdos políticos. Ocupamos un lugar residual para todas las formaciones que alcanzan el poder. La lucha contra la violencia en las relaciones de pareja fue muy larga. Lo será también la lucha contra las agresiones sexuales. Todo cambio que contribuye a mejorar al grupo social siempre tiene muchísimos obstáculos, resistencias y privilegios que se quieren conservar.

El Gobierno español prepara una ley contra la trata. ¿Se queda corta?

-Es un brindis al sol. Las leyes de trata solo abordan una parte de la cuestión, los hechos o las formas de captación más graves, pero no terminan con el sistema prostitucional. Hay que seguir la agenda de Suecia y Francia, la penalización del putero y de la industria del sexo y habilitar mecanismos de reparación de las mujeres.

La ley de garantía de la libertad sexual también pretende perseguir el proxenetismo y a quien se lucre con el alquiler de locales.

-Es un parche y una apariencia de política pública. No hay un compromiso en el Ministerio de Igualdad de abolir las prostitución y esta es la demanda del movimiento feminista. Estamos en el siglo XXI. Ha llegado el momento de que las mujeres dejemos de ser invadidas por hombres vaginal, anal o bucalmente por un precio. No es una forma de vida para las mujeres, ni para ningún ser humano.

"La prostitución es una institución inadmisible con la igualdad y erradicable. Se trata de voluntad política"

"Ser invadidas vaginal, anal o bucalmente no es una forma de vida para las mujeres ni para ningún ser humano"