La temperatura del agua del Cantábrico se redujo en 2ºC hace 8.200 años, provocando cambios en la disponibilidad de especies de mariscos y en las poblaciones prehistóricas, según un estudio coordinado por Asier García Escárzaga, ahora investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB) de Barcelona.

El trabajo, que publica la revista 'Scientific Reports', revela que la temperatura del agua del mar descendió en unos 2ºC durante el llamado 'evento frío 8,2' -el mayor cambio climático de los últimos 11.700 años- en el mar Cantábrico, lo que también ha permitido conocer cómo se adaptaron a los cambios las poblaciones prehistóricas.

Asier García Escárzaga, actualmente investigador del ICTA-UAB y del departamento de Prehistoria de la UAB, coordinó el trabajo desde la Universidad de La Rioja (UR) y el Instituto Max Planck (Alemania), junto con Igor Gutiérrez Zugasti, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) y la Universidad de Cantabria (UC).

El estudio ha analizado las conchas de moluscos marinos del yacimiento de El Mazo (Asturias) combinando análisis arqueomalacológicos y geoquímicos para concluir el descenso térmico de 2ºC del agua del mar Cantábrico hace 8.200 años.

Según el estudio, este enfriamiento fue suficiente para provocar un cambio en la disponibilidad de las diferentes especies de mariscos que habitaban el litoral cantábrico.

Por ejemplo, una especie de lapa adaptada a climas fríos (Patella vulgata) aumentó su presencia, mientras que el porcentaje de una especie de caracolillo marino adaptada a climas templados (Phorcus lineatus) descendió como consecuencia de la reducción de las temperaturas.

Los investigadores también han observado un descenso en el tamaño de las conchas de los moluscos durante el período que duró el enfriamiento del agua del mar, lo que interpretan como una consecuencia del aumento en la intensidad de la explotación del litoral por parte de los humanos prehistóricos.

Esta mayor intensidad en la recolección de marisco debió ser resultado, según los investigadores, de un crecimiento demográfico en estos entornos costeros atlánticos, que actuaron como refugios durante este evento frío.

La resolución aportada por la combinación del análisis taxonómico, geoquímico y cronológico de los moluscos de los yacimientos arqueológicos tiene, según los autores, importantes implicaciones para futuros estudios que pretendan determinar la importancia de los cambios climáticos para los entornos marinos, y las adaptaciones humanas, en regiones, y períodos de tiempo, en los que los recursos oceánicos fueron cruciales para los humanos.

Según los investigadores, este trabajo también puede ayudar a comprender las posibles consecuencias del actual cambio climático en el Atlántico Norte.