Incómodos estornudos, goteo nasal, picor de ojos y garganta, lagrimeo... miles de vascos desconocen estos días de primavera si sufren un resfriado común o algún tipo de alergia al polen de las gramíneas que afecta al 12% de la población vasca, es decir a unas 250.000 personas. La principal diferencia es la fiebre. "La alergia nunca da fiebre", recalca Pedro Gamboa, quien destaca que, sin embargo, algunos alérgicos aseguran que notan un aumento de temperatura en los momentos más agudos.

  • MÁS INFO: Consejos para combatir la alergia

Como explica el doctor Julio Maset, de Cinfa, "aunque cada una de estas afecciones cuenta con síntomas específicos, algunos de ellos coinciden, por lo que muchas personas pueden estar convencidas de que padecen resfriados recurrentes, cuando, en realidad, sufren alergia a las gramíneas, el olivo o cualquier otra variedad de polen. Es muy importante saber distinguir ambas patologías para poder elegir el tratamiento más eficaz para cada una y, al mismo tiempo, evitar un uso incorrecto de los medicamentos".

Los resfriados comunes son infecciones respiratorias causadas por virus. Se caracterizan normalmente por estornudos, tos, mucosidad abundante, congestión nasal con moco fluido y dolor de garganta. También suele haber malestar y cansancio leve o moderado. La fiebre es poco frecuente y, si aparece, es baja.

Asma alérgica

En cambio, como detalla el doctor, "la alergia al polen, que es una reacción desmesurada del sistema inmunológico frente a una sustancia inofensiva para otras personas, se caracteriza también por los estornudos y la congestión y la secreción nasal acuosa. No obstante, otros de sus síntomas típicos, como el picor de garganta y nariz y el lagrimeo de ojos, no aparecen en el resfriado. Otra diferencia respecto a los catarros es que no hay dolores, fiebre o malestar, si bien la fatiga y la tos sí pueden presentarse ocasionalmente si hay asma alérgica".

Pero no solo los síntomas brindan la clave para diferenciar entre una alergia y el resfriado. El momento de aparición y su duración pueden también ayudar a distinguirlos. Así, el resfriado suele resolverse en una semana o diez días. En cambio, la alergia durará todo el tiempo que permanezca el alérgeno en el ambiente; a menudo, semanas o incluso meses, como suele ocurrir en primavera. "Precisamente -continúa Masset-, en esta época del año es cuando más debemos observar si esos síntomas que creemos catarrales se agudizan cuando salimos al exterior. Si eso ocurre, es probable que se trate de una alergia al polen".

De hecho, cada vez se diagnostican más alergias a un mayor número de pólenes. Se empiezan con las alergias arizónicas en invierno, luego empieza el plátano, y más tarde el olivo y las gramíneas. Y la cifra de alérgicos irá en aumento en las próximas décadas, según se advierte desde la Sociedad de Alergología e Inmunología, como consecuencia del cambio climático, de forma que en 2050 las enfermedades alérgicas podrían afectar casi a la mitad de la población.