Tras la vuelta a la nueva normalidad, una pregunta recurrente flota en el aire; ¿Hasta cuándo será obligatoria la mascarilla en interiores? Pues bien, los vascos expresan un no rotundo a esta posibilidad. Ocho de cada diez son partidarios de mantener la obligatoriedad del uso de la mascarilla en espacios cerrados al menos "durante varios meses". Pocos se quieren aventurar a prescindir demasiado pronto del símbolo de la pandemia y solo un 7% cree que debería permitirse no usarla. El resto (alrededor de un 11%) lo condiciona a estar completamente vacunados. Son algunos de los datos del sondeo realizado por el Gabinete de Prospección Sociológica del Gobierno vasco.

Hace solo unos días, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, indicaba la primavera del 2022 como una fecha probable para decir un adiós casi definitivo a la mascarilla en España. Sin embargo, esta decisión debe ser adoptada por el Gobierno de Madrid en base a lo acordado en el Consejo Interterritorial de Salud.

Necesaria este invierno

Y es que después de eliminar todas las restricciones relativas a los aforos o a los horarios de la hostelería y el ocio nocturno, la última medida en flexibilizarse sería el uso de la mascarilla en espacios interiores. Pero esto son ya palabras mayores. Además, la evidencia demuestra que este invierno seguimos necesitándolas para prevenir otros virus respiratorios, y que su utilidad trascenderá la propia pandemia.

En la encuesta realizada en base a 1.200 entrevistas telefónicas entre el 15 y 19 de octubre, y preguntados sobre la decisión del LABI de eliminar la mayoría de las medidas preventivas el pasado día 7, el 52% de la población vasca opina "que se ha tomado en el momento adecuado" y un 28% "que se ha hecho demasiado pronto". Solo para trece de cada cien ciudadanos, se ha levantado el pie del freno demasiado tarde.

Aunque estamos en tiempos de bonanza por la bajada de contagios, el virus ha enseñado que puede contraatacar en cualquier momento y obliga a no bajar la guardia. Por eso, el estudio del Gobierno vasco refleja que, a pesar del levantamiento de la emergencia sanitaria, un 13% de los ciudadanos está muy preocupado y un 39% bastante inquieto por la propagación del coronavirus.

Con la inmunidad de grupo rozándose con la yema de los dedos gracias a las altas coberturas vacunales, los epidemiólogos destacan que se ha reducido al mínimo el riesgo de que se produzcan los episodios de supercontagios que tanto han incidido en las anteriores olas. Haciéndose eco de estas voces expertas, apenas un 9% de la población estima que es muy probable que se produzca una nueva ola de covid en Euskadi y un 26% lo ve bastante probable. La mayoría, un 48%, lo considera poco factible y un 6% lo descarta. Además, al 77% le preocupa la posibilidad de que enferme alguna persona de su entorno y a algo más de la mitad, la posibilidad de enfermar uno mismo de covid.

Este virus ha desatado la peor crisis sanitaria del último siglo, sin embargo casi una de cada dos personas (un 48%) afirma que su vida sigue igual que antes de la pandemia. Un 8% considera que su vida ha mejorado y, un 43% destaca claramente que su vida ha empeorado.

El aspecto que sale peor parado es la situación emocional. De hecho, un 89% está muy o bastante preocupado por las consecuencias de la pandemia sobre la salud mental de las personas, el mismo porcentaje que lo está ante las consecuencias para el bienestar psicológico y emocional, y un 88% por las consecuencias para la economía de Euskadi. No obstante, preguntados por la recuperación de la vida social, casi la mitad lleva la misma vida que antes de la pandemia e incluso un 8% considera que ha mejorado.¿Se ha gestionado bien?

La gestión de la pandemia ha pasado un peaje desigual a las autoridades sanitarias y al sistema vasco de salud. En este sentido, la ciudadanía valora con 7,5 puntos sobre 10 la atención que Osakidetza está dando a las personas enfermas por coronavirus. Los encuestados otorgan un notable alto, un 8,6, a la actuación de los profesionales sanitarios y un 7,6 a la de los científicos, mientras que el comportamiento general de la propia ciudadanía durante la pandemia se valora con un bien escasito, un 6.

La actuación del Gobierno vasco en esta crisis obtiene una puntuación de 6,3 sobre 10 por parte de la ciudadanía. A pesar de que la cifra tiene mucho margen de mejora, la actuación del Gobierno español todavía es más mediocre ya que apenas logra un 5,3 y la Unión Europea se queda en 5,4 puntos.

En otro orden de cosas, un 38% de los ciudadanos considera que las restricciones adoptadas en Euskadi para luchar contra el SARS-Cov-2 estaban totalmente justificadas y un 43% que tenían cierta justificación. Por contra, un 11% afirma que no estaban muy argumentadas y un 4% se rebela y las rechaza ya que, a su juicio, no tenían ningún fundamento.

La apreciación más significativa es que, según se avanza en edad, es mayor el porcentaje de quienes consideran justificadas las restricciones aplicadas. No hay que olvidar que esta pandemia se ha cebado en las personas más mayores y ha causado la mayor letalidad entre los ancianos. La mayoría de encuestados, un 65%, cree que las medidas adoptadas han sido adecuadas y un 10% las ve "excesivamente permisivas". Solo un 20% afirma que han sido demasiado estrictas. En este caso, también fluctúa la opinión en función de la edad, ya que son también los jóvenes los que creen que han sido demasiado estrictas.

¿Viviremos cómo antes?

En unos años. La mayoría de los encuestados opina que todavía se tardará en vivir como antes de la pandemia. Un 39% cree que será en 2022 y un 32% en 2023 o más tarde. Un 12% cree que nunca se volverá a vivir igual.

Teletrabajo. Entre los hábitos que podrían cambiarse se citan la manera de trabajar, de relacionarse con los demás, de conciliar y de viajar. Se prevé además más respeto por el medio ambiente.

Problemas. En cuanto a las consecuencias de la pandemia, las que más preocupan son la salud mental, el bienestar psicológico y emocional y la economía.